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Fernando Quiñones

Red cautivadora

En la extensión mojada,
lejos de las habitaciones y las leyes,
desveló el nuevo día,
alto ya el sol, una congoja
de salinas y esteros (charcos) extasiados, de rostros
quemados en el mar, de vida quieta
y esperante, bajo la luz del Sur.

Había una charca negra. Los cardúmenes (bancos de peces),
desposeídos antes de su casa sin límite,
arreados más tarde
por las grandes cuadrículas amargas de la sal,
giraban en silencio; hacia la superficie
se conmovió lo negro de repente
en vastos y callados remolinos, como si contuviera
una culpa incallable, mas no llegó a brillar
un anhelante lomo que del aire
lo esperase aún todo.

Hundiéndose hasta el pecho entonces
en los limos (lodales) inmemoriales,
un hombre, cinco, siete, trabaron ya las aguas,
las mallas, las señales
del terror; todo comenzó a hervir
y el estéril fragor de los saltos subía,
en columna de cuerpos traicionados,
hasta colmar la oscura lancha, las riberas,
el húmedo y desierto amanecer.

Cuánta vida acosada,
pugnando por salvarse, debatía
una batalla desoída y múltiple
de vanas contorsiones, inútiles
maniobras, intentos
contra la trampa última,
sólo a una anticipada muerte conducentes.

poema de Fernando QuiñonesInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Fernando Quiñones

Música Final

No la razón del piano: las del hombre
te condujeron desde que eras niño
y entre la fría luz de la patria angustiada
a la que no habías de volver.

Ya entonces intuiste la caediza
ráfaga del amor, la carrera del tiempo,
los impuros motivos del tambor y las armas,
la soledad en que, como con el regalo
de un dios inexorable,
se mueve nuestra vida hacia su término.

Ya retenías aquello en el sollozo,
más viril y más tierno, de las cuerdas.

Ya eras del todo y para siempre tú,
testigo y mensajero, condolido inventor
de una esperanza para los humanos
o de aquel llanto en luz con que creerla.

Polkas y baladas, las amargas
delicias de un nocturno, los estudios
por los que nieve y fuego, o muerte y vida,
se entrecruzan temblando,
eran emanación de aquella fuerza
con la que el corazón del universo,
cuanto nos ilumina y abandona,
expresión te pedían, ser fijados
de alguna forma, a salvo de tu muerte.

Eso te desgarró y nos dio tu música:
tu palabra de hombre
de una vida más vasta y más completa.

poema de Fernando QuiñonesInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Ugo Foscolo

A la amada

Así el entero día en largo, incierto
sueño gimo; mas luego cuando aduna
la noche las estrellas y la luna,
frío el aire y de sombras ya cubierto,

donde el llano es selvoso y más desierto
lento entonces vagando, una por una,
palpo las llagas que la vil fortuna
y Amor y el mundo han en mi pecho abierto.

Tal vez cansado, apoyo me da un pino
o con mis esperanzas, allí donde
suena la onda, tal vez hablo y deliro.

Mas las iras del mundo y del destino
olvidando por ti, por ti suspiro
luz de mis ojos, ¿quién a mí te esconde?

poema de Ugo Foscolo, traducido por Clemente AlthausInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Panait Istrati

Existen en aquellos parajes del Mediterráneo porciones extensas de mar en las que el fondo no se encuentra más profundo de quince y hasta de diez metros de la superficie de las aguas. Es aquel uno de los sitios donde más abundan las esponjas, un rincón de vastas y solitarias bahías que apenas si son surcadas por los caiques de los pescadores.

Panait Istrati en El pescador de esponjas: páginas autobiográficas (1931), traducido por Ernesto de los ReyesInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Un día llamé a Bill y le dije: 'Tengo un nuevo personaje llamado The Bat-Man y he realizado algunos bocetos elementales que me gustaría que vieras'. Poco después, llegó a mi casa y le mostré mis dibujos. En ese momento, sólo le había dibujado una pequeña máscara, similar a la que portaría eventualmente Robin. Bill me dijo: '¿Por qué no lo hacemos lucir más como un murciélago, dibujándole una capucha con dos hendiduras en los ojos, con tal de hacerlo más misterioso?' Hasta entonces, The Bat-Man vestía un traje rojo; las alas, los calzones y la máscara eran de color negro. Yo pensaba que el rojo y el negro serían una buena combinación, sin embargo Bill me dijo que la vestimenta resultaba demasiado brillante, sugiriéndome al respecto: 'Coloréalo de gris oscuro para darle un toque más siniestro'.

Bob Kane en Autobiografía (1989)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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En aquella iglesia había poco culto; una misa a las seis y otra a las nueve, una función solemne a mediados de mayo en que se celebraba la fiesta principal del pueblo y una novena los días anteriores costeada por las devotas del lugar, sin sermón y sin música.

Julia de Asensi en El monaguillo (1907)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Junto al mar

Amarrados al mar,
tus sueños, llevados por las olas,
arriban a puertos desconocidos
en viaje sin retorno
del que no te puedes escapar.

Van quedando lejanas y pequeñas
-como los días que pasaron sin vivir-
las manos agitadas sobre el cantil
que fue la vida;

llegando las lágrimas al mar
surcando los deseos y las promesas
que fueron quedando amontonadas
como amontonados los recuerdos
de todo cuanto fuiste.

Te vas alejando, como tu historia,
como tu sombra y tus huellas,
te vas marchando y en aire
dejando olor a despedida;
aromas de sal que te llevan
dejándote aquí para siempre.

poema de Juan Antonio Pellicer en Letras de ParnasoInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por Cornelia Păun Heinzel
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Reincorporación

De madrugada, al alba, eres despertado
y pones sobre ti la manta tirada
durante la noche como un vestido innecesario.

El proceso de la reincorporación es lento
o puede ser rápido, depende del impacto
con las ramas tembladoras de fuera.

Miras, juegas sobre los arrecifes de nubes,
con los rayos del sol, apresurados
por el polvo volador de los bemoles.

Los verbos vivos vuelan y ellos alrededor,
salen de la casa estática junto a ti,
con tus padres que se van a azadonar.

Caminas por senderos oscuros, húmedos,
pisas sobre espinas escondidas entre las hierbas
hasta que se te hinchan las plantas de los pies.

Dolor y camino, pasos rápidos, seguidos
por la respiración provocada por las labores,
manos de fata morgana que trabajan.

Desde aquí empieza el deslumbramiento del sol,
hasta que viene el almuerzo junto a tus padres
en el campo, a la sombra de una brisa.

La salida del cuerpo se hace como siempre,
de vuelta por los senderos conocidos,
cuando te pones el vestido de la noche.

Entonces sumerges tu cuerpo entre las mantas,
apoyando la frágil frente en el alto del cielo
y esperando que entre otro ente.

poema de Andrei LangaInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Saint-John Perse

El pájaro, entre nuestros hermanos de sangre el de vivir más ardiente, conduce hasta los confines del día un singular destino. Emigrante y hechizado por el crecimiento del sol, viaja de noche, al ser los días demasiado cortos para su actividad. En época de luna gris, color muérdago de las Galias, puebla con su espectro la profecía de las noches. Y su grito entonces es el mismo grito de la aurora: grito de guerra santa a cuchillo. En el brazo de su ala, el balanceo inmenso de una doble estación y bajo la curva del vuelo, la curvatura misma de la tierra.

Saint-John Perse en Pájaros (1962)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Federico García Lorca

Reyerta

En la mitad del barranco
las navajas de Albacete,
bellas de sangre contraria,
relucen como los peces.
Una dura luz de naipe
recorta en el agrio verde
caballos enfurecidos
y perfiles de jinetes.
En la copa de un olivo
lloran dos viejas mujeres.
El toro de la reyerta
se sube por las paredes.
Ángeles negros traían
pañuelos y agua de nieve.
Ángeles con grandes alas
de navajas de Albacete.
Juan Antonio el de Montilla
rueda muerto la pendiente,
su cuerpo lleno de lirios
y una granada en las sienes.
Ahora monta cruz de fuego,
carreta de la muerte.

El juez, con guardia civil,
por los olivares viene.
Sangre resbalada gime
muda canción de serpiente.
-Señores guardias civiles;
aquí pasó lo de siempre.
Han muerto cuatro romanos
y cinco cartagineses.

La tarde loca de higueras
y de rumores calientes
cae
desmayada en los muslos
heridos de los jinetes.
Y ángeles negros volaban
por el aire del poniente.
Ángeles de largas trenzas
y corazones de aceite.

poema de Federico García Lorca en Romancero Gitano (1928)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Es conocido que a mano derecha de las Indias hay una isla llamada California, muy cerca a esa parte del paraíso terrenal, que está habitada por mujeres negras, sin un solo hombre entre ellas, que viven al estilo de las amazonas. Tenían el cuerpo robusto, con corazones fuertes y apasionados y grandes virtudes. La isla misma es una de las más salvajes del mundo por sus escarpadas y llamativas rocas. Sus armas están todas hechas de oro. La isla está repleta de oro y piedras preciosas por todas partes, hasta el punto que no hay otros metales.

Garci Rodríguez de Montalvo en Las sergas de Esplandián (1510)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Halldór Laxness

Pero la mujer siguió contemplando con silencio empecinado la melena del caballo, y una sombra cayó repentinamente sobre el valle de marjales, porque era uno de esos días de comienzos del verano que tienen rostros animados... blancas manadas de nubes cruzan el cielo como pensamientos y las sombras barren la tierra y arrebatan el sol a todo el valle, aunque las montañas que se yerguen en torno sigan bañadas en la luz del sol.

Halldór Laxness en Gente independiente (Sjálfstætt fólk) (1934)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Jorge Luis Borges

Everness

Sólo una cosa no hay. Es el olvido.
Dios, que salva el metal, salva la escoria
y cifra en Su profética memoria
las lunas que serán y las que han sido.

Ya todo está. Los miles de reflejos
que entre los dos crepúsculos del día
tu rostro fue dejando en los espejos
y los que irá dejando todavía.

Y todo es una parte del diverso
cristal de esa memoria, el universo;
no tienen fin sus arduos corredores

y las puertas se cierran a tu paso;
sólo del otro lado del ocaso
verás los Arquetipos y Esplendores.

poema de Jorge Luis Borges en El otro, el mismo (1964)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por Paul Abucean
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El silencio y el ala

El silencio inerte,
la calma de un viento inanimado,
las langostas en los campos, incluso están mudas,
la cavidad del cielo es mate,
el horizonte negro, estrecho, sin entradas,
volcado allí a donde vuelve, como un cripta.
Nosotros dos alargados en las sombras de una vieja pared,
nuestra sombra extendida,
envueltos en el tormento.

Inesperadamente,
una estrella sola echa hojas en el cielo
y parpadea la pluma de un pájaro solitario en el apático silencio.
Yo susurré, amiga mía; pide a Nuestro Señor
y ruégale que disperse en nuestras sombras
el pálpito de la vida
de nuevo.

poema de Saleh Abd Al-Sabur en Los sueños del viejo jinete (1964), traducido por Manuel Jiménez LucenaInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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V.S. Naipaul

Muy pronto comprendí que había otro mundo exterior, del cual nuestro mundo colonial era sólo una sombra. Nos enviaba gobernadores y todo lo demás con lo que vivíamos: las conservas baratas que necesitaba la isla desde la época esclavista, las medicinas especiales, las monedas. Nos enviaba libros de texto y exámenes para los diversos títulos escolares. Nos enviaba las películas que alimentaban nuestra vida imaginativa, y las revistas. Todo.

V.S. Naipaul en Leer y escribir (2000)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Renacimiento

Te despiertas siempre en los ojos de otros,
el pulso de la tierra baja por la noche.

Las cruces se transforman en árboles,
nidos con huevos de cuchillo por las ramas.

El reloj suena de forma oculta
a tu puerta de arcilla que está en gestación.

Los reyes despiertos buscan a los del servicio,
tú – solo a las zapatillas de casa.

Haces referencia directa a los rayos del sol
que provocan grietas en el suelo.

Hierbas mareadas y vertiginosas
suben hasta el pico de las piedras funerarias.

Alguien renace, alguien fallece,
pájaros en peligro de extinción.

poema de Andrei LangaInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Cantar es de amor

Como una ficción
si no de sangre, si de rojo
agua, sal y no las lágrimas bebí.

En el fragor de la batalla
corazones vuelve y baja
son caballos al galope sobre ti.

Amarse es darnos a la fuga
lo hemos dicho, lo hemos hecho, si.

No debe ser verdad,
que si la dices no la dices más.
Esa ilusion tan mía, sincera.

Que se escurre fiera,
por los dedos de la vida
con sonidos, con imágenes de ti.

Maravillosas confusiones,
entre diálogos y voces
cada beso apasionado es humo.

Pero no es la verdad
que siempre es otra
historia amor, la Lei
esa que mi pesar, es de amor

Es improvisada, no es el viento, no es la playa
no es la lluvia que constante nos caía.

Amarse es como encaramarse
por pantallas de ilusiones
y creerse que la hiedra es realidad.

Es la mentira niña mía
una nariz muy larga, un hasta pronto.

No puede ser verdad,
que si la dices, no la dices más.
Estrella que se va
que como yo, tú la revivirás
cuando el amor que es mío, te cantaréeeeeee.

Es cuando tantos juramentos que te hice
han sido engaños
a la vida, cada día escapará.

Amarse y luego comprender
es
en ti

No puede ser verdad
que si la dices, no la dices más
esa ilusión tan mía, sincera.

El que ama canta,
tras las voces de la vida
en el agua que se encuentra con su río.

Tal vez no deba de cantar
si no es de amor, seremos mudos,
pero alguno debe hacerlo.
Solo yo que te canto aún
voy como en fuga hacia tu corazón.

No puede ser verdad
que si la dices, no la dices más
Porque cantarte es de amor
es de amor
es de amor.

canción interpretada por Amedeo MinghiInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por Simona Enache
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Miguel Ángel Asturias

La luz llegaba de veintidós en veintidós horas hasta las bóvedas, colada por las telarañas, y las ramazones de mampostería, y de veintidós en veintidós horas, con la luz, la lata de gas, más orín que lata, en la que bajaban de comer a los presos de los calabozos subterráneos por medio de una cuerda podrida y llena de nudos.

Miguel Ángel Asturias en El señor Presidente (1946)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por Dan Costinaş
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Las cosas hermosas, las obras de arte, los objetos sagrados, sufren, como nosotros, los efectos imparables del paso del tiempo. Desde el mismo instante en que su autor humano, consciente o no de su armonía con el infinito, les pone punto y final y las entrega al mundo, comienza para ellas una vida que, a lo largo de los siglos las acerca también a la vejez y a la muerte.

Matilde Asensi en El último Catón (2001)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por Dan Costinaş
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En los pasos que no di ©

En los pasos que no di
fueron quedando las promesas
que siempre quise cumplir;
quise volar y el silencio hecho tiempo
dueño de todos los momentos
se hizo muro insuperable
donde sólo las anónimas sombras
–anárquicas en su fe- llegaban
y mirándome, desafiantes desaparecían.

En los pasos que no di
los cuerpos fueron quedando sin abrazos,
y las caras –pintadas con el asombro de la bruma-
no decían nada, perdieron la voz…
… perdieron la vida;
el silencio lo fue todo
y el mío quedó sin dueño
en el universo donde sólo existe el pasado,
porque el mañana también había que inventarlo.


En los pasos que no di
se confundieron los murmullos,
y el canto alegre que llevaba la mañana
se hacía esperar…
… y no llegaba;
miraba entre las montañas,
y buscaba entre las olas;
me dejaba arrastrar por el viento
sintiendo los aromas imposibles
de lo que nunca –eterna duda- quizá sucedió.

En los pasos que no di
…acaso para siempre me perdí.


©Jpellicer

poema de Juan Antonio Pellicer (junio 2014)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por anónimo
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Frans Eemil Sillanpää

El sol se levantó poco después de las tres y escaló gradualmente hasta cubrir cientos y miles de kilómetros de ventanas, senderos y porches, hasta mirar el interior de las habitaciones donde seres humanos dormían en sus camas. También se elevó sobre los nidos de los pájaros, en donde se aseguraba que no había atmósfera de domingo, porque en ellos cada mañana, especialmente una soleada, era igualmente sagrada.

Frans Eemil Sillanpää en Silja (1931)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por Dan Costinaş
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