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Es elegante la soledad

Siempre fuiste un crujido en mi alma,
el destello sin luz que ilumina un párpado
el pie desnudo que ignora los pasos
y se siente ala.
Qué bonita cuando eras la gota
que rebosaba los latidos.
Vivo en un reloj equivocado
que marca primaveras en otoño
y soledades en hombros ajenos.
Es elegante la soledad.
Es elegante si la vistes de arpa
para que imite el sonido de la lluvia
sobre ese sueño que no nos ama.

Qué bonita cuando te descolgabas
entre mis manos para ser verdad.
Es elegante en la delicada sombra
que recoge amapolas negras
para buscar asilo en sus labios.
En su elegancia me aguardo
después de suicidar al reloj
que me condenó a la noche.
Qué bonita cuando mi boca
concebía la forma de tu pecho.

poema de Alfredo Cernuda en En la voz de tus brazos habito (13 febrero 2014)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por Cornelia Păun Heinzel
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Citas similares

¿Por qué os atormentáis en los últimos años de vuestra existencia llorando sin parar? ¿Por qué os agotáis las energías de vuestra vida (más mía que vuestra) en interrumpidos sollozos? ¿Por qué afeáis con lágrimas inútiles vuestros rostros, que para mí son adorables? ¿Por qué irritáis mis ojos con la irritación de los vuestros? ¿Por qué os arrancáis vuestra blanca cabellera? ¿Por qué zaherís, uno ese pecho, la otra ese seno que yo tengo por sagrados?

Apuleyo en El asno de oroInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por Dan Costinaş
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Ramón Gómez de la Serna

Cuando el segundo reloj del trayecto marca la misma hora que el reloj que vimos antes, nos hemos ahorrado el trayecto.

cita de Ramón Gómez de la SernaInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por Dan Costinaş
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¿A qué horas, cuándo permitimos que México se corrompiera hasta los huesos? ¿A qué hora nuestro país se deshizo en nuestras manos para ser víctima del crimen organizado, el narcotráfico y la violencia?

cita de Fernando del PasoInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por Dan Costinaş
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José Echegaray

Inés (saliendo a su encuentro): ¡Eduardo..., Eduardo!
Eduardo: ¡Inés de mi vida!
Inés: ¡Vaya una hora de venir!
Eduardo (con tono sumiso): Siempre vengo a las dos.
Inés: Y son las tres.
Eduardo: ¿Es posible? (mirando el reloj) No, vida mía; las dos menos cuarto.
Inés: (con autoridad.) Las tres.
Eduardo: (seńalando el reloj) Las dos menos cuarto. ¿Te convences? (seńalando el reloj de la chimenea) Y en ése, la misma hora.
Inés (ofendida): Bueno, bueno; tú tienes razón. ¡Qué amante tan fino, que regatea los minutos; que a toda hora le parece temprano para venir, y a toda hora tarde para separarse de su Inés; que sujeta los latidos de su corazón al volante de su cronómetro!
Eduardo (suplicante): ¡Inés!
Inés: Vete... Vete... Si no son las dos todavía... Si faltan quince minutos... Te vas a la Carrera de San Jerónimo, das un paseo mirando a la gente, y a las dos en punto vuelves.
Eduardo: ¡Inés!
Inés: ¡Si ésa es la hora a que acostumbras venir! ¡Pues no faltaba más! ¿Qué diría el Observatorio Astronómico si adelantases?
Eduardo: ¡Por Dios, perdóname!... He hecho mal.

réplica en O locura ó santidad, Acto I, Escena 5, obra de José Echegaray (1877)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Federico García Lorca

Muerte

¡Qué esfuerzo!
¡Qué esfuerzo del caballo por ser perro!
¡Qué esfuerzo del perro por ser golondrina!
¡Qué esfuerzo de la golondrina por ser abeja!
¡Qué esfuerzo de la abeja por ser caballo!
Y el caballo,
¡qué flecha aguda exprime de la rosa!,
¡qué rosa gris levanta de su belfo!
Y la rosa,
¡qué rebaño de luces y alaridos
ata en el vivo azúcar de su tronco!
Y el azúcar,
¡qué puñalitos sueña en su vigilia!
Y los puñales dimínutos,
¡qué luna sin establos, qué desnudos,
piel eterna y rubor, andan buscando!
Y yo, por los aleros,
¡qué serafín de llamas busco y soy!
Pero el arco de yeso,
¡qué grande, qué invisible, qué diminuto!,
sin esfuerzo.

poema de Federico García Lorca (1929)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por Dan Costinaş
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Silencio

Cuando tú te quedes muda,
cuando yo me quede ciego,
nos quedarán las manos
y el silencio.

Cuando tú te pongas vieja,
cuando yo me ponga viejo,
nos quedarán los labios
y el silencio.

Cuando tú te quedes muerta,
cuando yo me quede muerto,
tendrán que enterrarnos juntos
y en silencio;

y cuando tú resucites,
cuando yo viva de nuevo,
nos volveremos a amar
en silencio;

y cuando todo se acabe
por siempre en el universo,
será un silencio de amor
el silencio.

poema de Andrés Eloy BlancoInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por Dan Costinaş
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Richard Bach

La nube ignora por qué se desplaza en una determinada dirección, y a una velocidad específica. Siente un impulso... Ese es el rumbo del momento. Pero el cielo conoce las razones y las configuraciones que hay detrás de todas las nubes, y tu también las conocerás cuando te eleves a la altura indispensable para ver más allá de los horizontes.

cita de Richard BachInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por Dan Costinaş
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Fernando Quiñones

Música Final

No la razón del piano: las del hombre
te condujeron desde que eras niño
y entre la fría luz de la patria angustiada
a la que no habías de volver.

Ya entonces intuiste la caediza
ráfaga del amor, la carrera del tiempo,
los impuros motivos del tambor y las armas,
la soledad en que, como con el regalo
de un dios inexorable,
se mueve nuestra vida hacia su término.

Ya retenías aquello en el sollozo,
más viril y más tierno, de las cuerdas.

Ya eras del todo y para siempre tú,
testigo y mensajero, condolido inventor
de una esperanza para los humanos
o de aquel llanto en luz con que creerla.

Polkas y baladas, las amargas
delicias de un nocturno, los estudios
por los que nieve y fuego, o muerte y vida,
se entrecruzan temblando,
eran emanación de aquella fuerza
con la que el corazón del universo,
cuanto nos ilumina y abandona,
expresión te pedían, ser fijados
de alguna forma, a salvo de tu muerte.

Eso te desgarró y nos dio tu música:
tu palabra de hombre
de una vida más vasta y más completa.

poema de Fernando QuiñonesInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por Dan Costinaş
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¿Por qué no?

Siento que es más fuerte que yo,
esta noche y todas, cómo no,
habla por él y por mí,
decide por los dos.
No sé por qué no supe contestarle,
le tengo miedo para provocarle,
si yo tuviera valor
debiera abandonarle.
¿Qué puede pasar?
podrías lastimarme tu
pero puedes resultar herido,
oh no, tú no.
¿Por qué no...?
diré que ha sido culpa mía,
diré que han sido mis manías,
que lo he querido y lo he buscado yo.
¿Por qué no?
esta noche te diviertes tú,
mañana la venganza es mía,
porque mañana puede ser mi día.
¿Por qué no?
Cuántas dudas, cuántos porqués,
si no es amor que es lo que puede ser,
irresistiblemente suya me, quedo con él.
Al menos dime que me adorarás,
dámelo todo, abrázame al final,
y júrame después que no me dejarás.
¿Qué puede pasar?
podrías lastimarme tú
pero puedes resultar herido,
oh no, tu no
¿Por qué no...?
diré que ha sido culpa mía,
diré que han sido mis manías,
que lo he querido y lo he buscado yo.
¿Por qué no...?
esta noche te diviertes tú,
mañana la venganza es mía,
porque mañana puede ser mi día.
¿Por qué no?

canción interpretada por Laura PausiniInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por Simona Enache
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Pablo Neruda

Poema 13

He ido marcando con cruces de fuego
el atlas blanco de tu cuerpo.
Mi boca era una araña que cruzaba escondiéndose.
En ti, detrás de ti, temerosa, sedienta.

Historias que contarte a la orilla del crepúsculo,
muñeca triste y dulce, para que no estuvieras triste.
Un cisne, un árbol, algo lejano y alegre.
El tiempo de las uvas, el tiempo maduro y frutal.

Yo que viví en un puerto desde donde te amaba.
La soledad cruzada de sueño y de silencio.
Acorralado entre el mar y la tristeza.
Callado, delirante, entre dos gondoleros inmóviles.

Entre los labios y la voz, algo se va muriendo.
Algo con alas de pájaro, algo de angustia y de olvido.
Así como las redes no retienen el agua.
Muñeca mía, apenas quedan gotas temblando.
Sin embargo, algo canta entre estas palabras fugaces.
Algo canta, algo sube hasta mi ávida boca.
Oh poder celebrarte con todas las palabras de alegría.
Cantar, arder, huir, como un campanario en las manos de un loco.
Triste ternura mía, qué te haces de repente?
Cuando he llegado al vértice más atrevido y frío
mi corazón se cierra como una flor nocturna.

poema de Pablo NerudaInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por Dan Costinaş
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Él no está por ti

Él no esta por ti,
buena amiga tímida,
Él te mira así...
sin saber por qué.
Ella y tú que va,
buen amigo y nada más.
Ella sin dudar
lo comprende todo.
Y será un amor
como escondido entre los dos.
Porque entre gestos y palabras
sentiréis que el corazón se para.
Sin notar el ruido de la gente alrededor,
dejando irse los minutos y los días
en compañía.
Háblale de ti
sin temor a qué decir,
dile aquello que
ha nacido en ti.
Y será un amor
como querais vosotros dos.
Habrá palabras siempre bellas,
días llenos de emociones nuevas.
Ojos de mirada enamorada que darán
envidia al sol de vuestras tardes sin edad.
Pero escuchadme,
qué fácil es hacerse daño,
aunque no quiera nadie,
cuando el amor está empezando.
Él no esta por ti,
buena amiga tímida,
Él no esta por ti,
el amor naciendo, sí.

canción interpretada por Laura PausiniInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por Simona Enache
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Balada del fino amor

«Voi che sapete ragionar d’amore, udite la ballata mia pietosa.» ~ Dante

Bajo el remoto azul de un cielo en calma,
y al susurrar de la alameda umbría,
para tu elogio he de contar un día
cómo fue que el amor nos llegó al alma.

Cómo fue…¿Pero acaso, no es sabido
el modo de venir que tiene el ave,
cuando recobra, peregrina y suave,
la solitaria intimidad del nido?

O alguien ignora lo que pasa, cuando
la luna de las flébiles congojas,
a través de las almas y las hojas,
derrama sombra y luz, como llorando?

Y habrá quien no haya visto en un inerte
crepúsculo, de gélidos candores,
caer las violetas ulteriores,
de las lánguidas manos de la muerte?

poema de Leopoldo LugonesInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por Paul Abucean
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Charles Baudelaire

La máscara

Estatua alegórica
a la manera del renacimiento
a Ernest Christophe, escultor

Contempla ese tesoro de gracias florentinas;
En la forma ondulante del musculoso cuerpo,
Son hermanas divinas la Elegancia y la Fuerza.
Esta mujer, fragmento en verdad milagroso,
Noblemente robusta, divinamente esbelta,
Nació para reinar en lechos suntuosos
Y entretener los ocios de un príncipe o de un papa.

- Observa esa sonrisa voluptuosa y fina
Donde la Fatuidad sus éxtasis pasea,
Esos taimados ojos lánguidos y burlones,
El velo que realza esa faz delicada
Cuyos rasgos nos dicen con aire triunfador:
«¡El Deleite me nombra y el Amor me corona!»
A un ser que está dotado de tanta majestad,
¡Qué encanto estimulante le da la gentileza!
Acerquémonos trémulos de su belleza en torno.

¡Oh blasfemia del arte! ¡Oh sorpresa brutal!
La divina mujer, que prometía la dicha
¡Concluye en las alturas en un monstruo bicéfalo

¡Mas no! Máscara es sólo, mentido decorado,
Ese rostro que luce un mohín exquisito,
Y, contémplalo cerca: atrozmente crispados,
La auténtica cabeza, el rostro más real,
Se ocultan al amparo de la cara que miente.

¡Oh mi pobre belleza! El río esplendoroso
De tu llanto se abisma en mi hondo corazón.
Me embriaga tu mentira y se abreva mi alma
En la ola que en tus ojos el Dolor precipita.

- Mas, ¿por qué llora? En esa belleza inigualable
Que tendría a sus pies todo el género humano,
¿Qué misterioso mal roe su flanco de atleta?

- ¡Insensata, solloza sólo porque ha vivido!
¡Y porque vive! Pero lo que lamenta más,
Lo que hasta las rodillas la hace estremecer
Es que mañana, ¡ay!, continuará viviendo,
¡Mañana, al otro día, siempre! ¡Igual que nosotros!

poema de Charles Baudelaire en Las Flores del malInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por Simona Enache
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Luis Vélez de Guevara

La hora perfecta de comer es, para el rico cuando tiene ganas, y para el pobre cuando tiene qué.

cita de Luis Vélez de GuevaraInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por Dan Costinaş
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Rubén Darío

Canción de Otoño en Primavera

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...

Plural ha sido la celeste
historia de mi corazón.
Era una dulce niña, en este
mundo de duelo y de aflicción.

Miraba como el alba pura;
sonreía como una flor.
Era su cabellera obscura
hecha de noche y de dolor.

Yo era tímido como un niño.
Ella, naturalmente, fue,
para mi amor hecho de armiño,
Herodías y Salomé...

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...

Y más consoladora y más
halagadora y expresiva,
la otra fue más sensitiva
cual no pensé encontrar jamás.

Pues a su continua ternura
una pasión violenta unía.
En un peplo de gasa pura
una bacante se envolvía...

En sus brazos tomó mi ensueño
y lo arrulló como a un bebé...
Y te mató, triste y pequeño,
falto de luz, falto de fe...

Juventud, divino tesoro,
¡te fuiste para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...

Otra juzgó que era mi boca
el estuche de su pasión;
y que me roería, loca,
con sus dientes el corazón.

Poniendo en un amor de exceso
la mira de su voluntad,
mientras eran abrazo y beso
síntesis de la eternidad;

y de nuestra carne ligera
imaginar siempre un Edén,
sin pensar que la Primavera
y la carne acaban también...

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer.

¡Y las demás! En tantos climas,
en tantas tierras siempre son,
si no pretextos de mis rimas
fantasmas de mi corazón.

En vano busqué a la princesa
que estaba triste de esperar.
La vida es dura. Amarga y pesa.
¡Ya no hay princesa que cantar!

Mas a pesar del tiempo terco,
mi sed de amor no tiene fin;
con el cabello gris, me acerco
a los rosales del jardín...

Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...
¡Mas es mía el Alba de oro!

poema de Rubén Darío (1905)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por Dan Costinaş
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Bill Clinton

Qué frágiles son los bastiones de la civilización. El Holocausto nos recordará para siempre que el conocimiento divorciado de los valores solo puede servir para agravar la pesadilla humana; que tener cabeza sin corazón no es humano.

cita de Bill ClintonInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por Dan Costinaş
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Federico García Lorca

Poema de la soledad

Sí, tu niñez ya fábula de fuentes.
El tren y la mujer que llena el cielo,
tu soledad esquiva en los hoteles
y tu máscara pura de otro signo.

Es la niñez del mar y tu silencio
donde los sabios vidrios se quebraban,
es tu yerta ignorancia donde estuvo
mi torso limitado por el fuego.

Norma de amor te di, hombre de Apolo,
llanto con ruiseñor enajenado,
pero, pasto de ruina, te afilabas
para los breves sueños indecisos.

Pensamiento de enfrente, luz de ayer,
índices y señales del acaso.
Tu cintura de arena sin sosiego
atiende sólo rastros que no escalan,
pero yo he de buscar por los rincones
tu alma tibia sin ti que no te entiende,
con el dolor de Apolo detenido
con que he roto la máscara que llevas.

Allí, león, allí, furia del cielo,
te dejaré pacer en mis mejillas;
allí, caballo azul de mi locura,
pulso de nebulosa y minutero,
he de buscar las piedras de alacranes
y los vestidos de tu madre niña,
llanto de media noche y paño roto
que quitó luna de la sien del muerto.

Sí, tu niñez ya fábula de fuentes.
Alma extraña de mi hueco de venas,
te he de buscar pequeña y sin raíces,
¡Amor de siempre, amor, amor de nunca!
¡Oh, sí! Yo quiero. ¡Amor, amor! Dejadme.

No me tapen la boca los que buscan
espigas de Saturno por la nieve
o castran animales por un cielo,
clínica y selva de la anatomía.

Amor, amor, amor. Niñez del mar.
Tu alma tibia sin ti que no te entiende.
Amor, amor, un vuelo de la corza
por el pecho sin fin de la blancura.

Y tu niñez, amor, y tu niñez.
El tren y la mujer que llena el cielo,
Ni tú, ni yo, ni el aire, ni las hojas.
Sí, tu niñez ya fábula de fuentes.

poema de Federico García LorcaInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por Dan Costinaş
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Cuatro cantos de mi tierra

I

Tabasco en sangre madura
y en mi su poder sangró.
Agua y tierra el sol se jura;
y en nubarrón de espesura
la joven tierra surgió.

Tus hidrógenos caminos
a toda voz transité
y en tu oxígeno silbé
mis pulmones campesinos.

A puños sembré mi vida
de tu fuerza vendaval
que azúcar cañaveral
espolvorea en la huida.

El tiempo total verdea
y el espacio quema y brilla.
El agua mete la quilla
y de monte a mar sondea.

Pedacería de espejo.
La selva, encerrada, ulula.
Casi por cada reflejo
pájaro que se modula.

Más agua que tierra. Aguaje
para prolongar la sed.
La tierra vive a merced
del agua que suba o baje.

Cuando la selva repasa
su abecedario animal
relámpago vertebral
de caoba a cedro pasa.

Flota de isletas fluviales
varó en flor la soledad.
Son de todo eternidad
y de nada temporales.

El mediodía tajado
de algún fruto tropical
tiene un sabor de cristal
sonoramente mojado.

Hay en la noche un instante
de vida, que si durara,
húmeda la muerte alzara
cual un terrible diamante.

Y a veces en la ribera
es tan fina la mañana
que la sonrisa primera
todo el día nos hermana.

Tiempo de Tabasco; en hondo
suspiro te gozo así.
Contigo, cerca de mí
tiempo de morir escondo.

Arde en Tabasco la vida
de tal suerte, que la muerte
vive por morir hendida,
de un gran hachazo de vida
que da, sin querer, la suerte.


II

La ceiba es un árbol gris
de gigantesca figura.
Se ve su musculatura
medio manchada de gis.

Es el árbol que hace todo;
yo lo he visto trabajar
y en la tarde modelar
sus pajaritos de lodo.

Ceiba desnuda y campal
cuya fuerza liberó
bosque y cielo y estrenó
su claro de matorral.

En desnudo pugilato
parece que así despejas
el campo y que le aconsejas
a todo árbol buen recato.

Navegando por el río,
súbitamente apareces.
Te he visto así, tantas veces,
y el asombro es siempre mío.

Cuando en el atardecer
todo Tabasco decrece
y el aire en los cielos mece
lo que ya no pudo ser,
con qué bárbara grandeza
das la razón al paisaje
que con oscura certeza
se adueñó de algún celaje
con que así la noche empieza.

Ceiba te dije y te digo:
colgaré mí corazón
de un retoño de tu abrigo;
tendrá su sangre contigo
altura y vegetación.


III

Una laguna que llega
y una laguna que va.
Si la luz de frente anega
o la luz de lado da
el jacintal que congrega
su poesía despliega
que en mi voz cintilará.

Hay más laguna que luna
en la noche que es tan clara.
Semeja que el cielo usara
luz modal de la laguna.
Hay más laguna que luna.

Tiempo lagunar que cabe
para siempre en nuestra vida.
Que no se cierre la herida
que por su boca se sabe
la llegada y la partida.

Estábamos la laguna
y yo.
Como esa noche...
Con más laguna que luna
la noche se desnudó.
Sudor de intemperie humana
que el aire sutil saló
y en su humedad levantó
flor lujuria rusticana.

Tu adolescencia suspira
junto a mi pecho velludo.
El tiempo es tiempo desnudo
y su largo cuerpo estira.

Si por besarte viví
con más laguna que luna,
fue más luna que bebí
que el agua de la laguna
que a raya en cielos tendí.

Como esa noche...


IV

El agua es laguna o río.
Un espejo se quebró.
Por todos lados miró
la desnudez del estío.

Con el agua a la rodilla
vive Tabasco. Así dama
de abril a octubre la flama
que hace callar toda arcilla.

Si por boca de la selva
largó la verdad su grito,
miente el silencio infinito
del agua que el agua envuelva.

Llueve lejos, por la sierra.
Llueve a tambor y clarín.
Toro del agua, festín
corre por toda la tierra.

Joven terrón cuaternario,
por tu cuerpo de aluvión
sangra el verde corazón
de tu enorme pecho agrario.

Lo que muere y lo que vive
junto al agua vive y muere.
Si en lluvia el cielo así quiere
moje su noche en aljibe.

Más agua que tierra. Aguaje
para prolongar la sed.
La tierra vive a merced
del agua que suba o baje.

Brillan los laguneríos;
en la tarde tropical
actitud de garza real
torna el aire de los ríos.

La noche en lluvia y batracio
retiñe el nocturno verde
y al otro día se muerde
verde el verde del espacio.

Agua de Tabasco vengo
y agua de Tabasco voy.
De agua hermosa es mi abolengo;
y es por eso que aquí estoy
dichoso con lo que tengo.

poema de Carlos Pellicer (1943)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por Dan Costinaş
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Marcel Proust

Los días pueden ser iguales para un reloj, pero no para un hombre.

cita de Marcel ProustInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por Dan Costinaş
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Federico García Lorca

El poeta pide a su amor que le escriba

Amor de mis entrañas, viva muerte,
en vano espero tu palabra escrita
y pienso, con la flor que se marchita,
que si vivo sin mí quiero perderte.

El aire es inmortal. La piedra inerte
ni conoce la sombra ni la evita.
Corazón interior no necesita
la miel helada que la luna vierte.

Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas,
tigre y paloma, sobre tu cintura
en duelo de mordiscos y azucenas.

Llena pues de palabras mi locura
o déjame vivir en mi serena
noche del alma para siempre oscura.

poema de Federico García Lorca en Sonetos del amor oscuro (1935)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por Paul Abucean
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