Pero la mujer siguió contemplando con silencio empecinado la melena del caballo, y una sombra cayó repentinamente sobre el valle de marjales, porque era uno de esos dÃas de comienzos del verano que tienen rostros animados... blancas manadas de nubes cruzan el cielo como pensamientos y las sombras barren la tierra y arrebatan el sol a todo el valle, aunque las montañas que se yerguen en torno sigan bañadas en la luz del sol.
Halldór Laxness en Gente independiente (Sjálfstætt fólk) (1934)
Añadido por Dan Costinaş
¡Comentar! | ¡Votar! | ¡Copia!
Citas similares
Reincorporación
De madrugada, al alba, eres despertado
y pones sobre ti la manta tirada
durante la noche como un vestido innecesario.
El proceso de la reincorporación es lento
o puede ser rápido, depende del impacto
con las ramas tembladoras de fuera.
Miras, juegas sobre los arrecifes de nubes,
con los rayos del sol, apresurados
por el polvo volador de los bemoles.
Los verbos vivos vuelan y ellos alrededor,
salen de la casa estática junto a ti,
con tus padres que se van a azadonar.
Caminas por senderos oscuros, húmedos,
pisas sobre espinas escondidas entre las hierbas
hasta que se te hinchan las plantas de los pies.
Dolor y camino, pasos rápidos, seguidos
por la respiración provocada por las labores,
manos de fata morgana que trabajan.
Desde aquà empieza el deslumbramiento del sol,
hasta que viene el almuerzo junto a tus padres
en el campo, a la sombra de una brisa.
La salida del cuerpo se hace como siempre,
de vuelta por los senderos conocidos,
cuando te pones el vestido de la noche.
Entonces sumerges tu cuerpo entre las mantas,
apoyando la frágil frente en el alto del cielo
y esperando que entre otro ente.
poema de Andrei Langa
Añadido por Dan Costinaş
¡Comentar! | ¡Votar! | ¡Copia! | En rumano
En aquel mar del Japón, los dÃas de verano son maravillosos. El cielo parece de laca, no hay nubes y el sol brilla de tal manera que el sextante de Acab tenÃa vidrios de colores para poder mirarlo.
cita de Herman Melville
Añadido por Dan Costinaş
¡Comentar! | ¡Votar! | ¡Copia!
El silencio y el ala
El silencio inerte,
la calma de un viento inanimado,
las langostas en los campos, incluso están mudas,
la cavidad del cielo es mate,
el horizonte negro, estrecho, sin entradas,
volcado allà a donde vuelve, como un cripta.
Nosotros dos alargados en las sombras de una vieja pared,
nuestra sombra extendida,
envueltos en el tormento.
Inesperadamente,
una estrella sola echa hojas en el cielo
y parpadea la pluma de un pájaro solitario en el apático silencio.
Yo susurré, amiga mÃa; pide a Nuestro Señor
y ruégale que disperse en nuestras sombras
el pálpito de la vida
de nuevo.
poema de Saleh Abd Al-Sabur en Los sueños del viejo jinete (1964), traducido por Manuel Jiménez Lucena
Añadido por Dan Costinaş
¡Comentar! | ¡Votar! | ¡Copia!
No hay sol; el cielo de invierno es de bruma y nubes blancas. Sólo hay un raso celeste sobre las araucarias.
Juan Ramón Jiménez en Jardines lejanos (1904)
Añadido por Dan Costinaş
1 comentario - ¡Comentar! | ¡Votar! | ¡Copia!
No soy aficionado a prodigarme elogios a mà mismo; pero si hablo de este modo, es porque es la pura verdad; soy uno de esos que han conducido las mejores manadas de esclavos, no sólo una vez, sino ciento; y siempre los he vuelto gordos y con buena salud, no habiéndose muerto más que uno que otro, esto lo debo a mi humanidad.
Harriet Beecher Stowe en La cabaña del tÃo Tom (1852)
Añadido por Dan Costinaş
¡Comentar! | ¡Votar! | ¡Copia!
El Cordobes
Todo envuelto en polvo te vi partir, de tu bella Córdoba hasta Madrid, para demostrar lo que habÃa en ti.
Cuando tú llegaste la luz del sol, con tu valentÃa se confundió.
Y te vi reÃr loco de emoción.
Pero allà nadie pudo ver el porque reÃas asÃ, y una voz muy dentro de ti te gritó: tú puedes vencer.
Entre el y sombra luchabas tú, con la claridad de tu juventud, te sobraba ardor, te sobraba luz.
Ni un momento el miedo te dominó y la muerte cerca de ti pasó, porque como tú, nadie se acercó.
Pero al fin todo mundo vio el porqué reÃas asÃ, cuando oyó muy dentro de ti, esa voz que ayer te alentó.
Desde que la vida te vio nacer, ¡Oh Manuel Benites, que amarga fue! hasta que te llamaron "El Cordobés".
canción interpretada por Dalida, música de Gerard Bourgeois
Añadido por Simona Enache
¡Comentar! | ¡Votar! | ¡Copia!
Soy…
Soy la gaviota que vuela siempre al sol,
soy la eólica qué te toca con su trenzas rubias
y el rayo del sol que te besa con labios ardientes.
Soy el hilo de arena que se escurre entre tus dedos,
soy la onda salvaje que danza a tu alrededor
y la perla solitaria dentro la concha de una playa.
Soy el niño que construye Castillos de arena
sin pensar que los aplastarán alguna vez,
y la eterna idealista que te ha encumbrado en sus sueños.
Soy la brisa del mar que te acaricia con sus manos,
soy la paz de el horizonte que se estira al infinito
y la canción de las sirenas que te seducen en el amplio mar.
Soy las flores de naranja que te abrazan con su perfume
soy el cielo tranquilo sin ninguna nube
y el zumbido del universo nuevo que has descubierto.
Soy...
poema de Cornelia Păun Heinzel en Antologia de la poesia universal “Arte poética - Rostros y versos“, El Salvador (2014), traducido por Alfredo Cernuda
Añadido por anónimo
¡Comentar! | ¡Votar! | ¡Copia!
Red cautivadora
En la extensión mojada,
lejos de las habitaciones y las leyes,
desveló el nuevo dÃa,
alto ya el sol, una congoja
de salinas y esteros (charcos) extasiados, de rostros
quemados en el mar, de vida quieta
y esperante, bajo la luz del Sur.
HabÃa una charca negra. Los cardúmenes (bancos de peces),
desposeÃdos antes de su casa sin lÃmite,
arreados más tarde
por las grandes cuadrÃculas amargas de la sal,
giraban en silencio; hacia la superficie
se conmovió lo negro de repente
en vastos y callados remolinos, como si contuviera
una culpa incallable, mas no llegó a brillar
un anhelante lomo que del aire
lo esperase aún todo.
Hundiéndose hasta el pecho entonces
en los limos (lodales) inmemoriales,
un hombre, cinco, siete, trabaron ya las aguas,
las mallas, las señales
del terror; todo comenzó a hervir
y el estéril fragor de los saltos subÃa,
en columna de cuerpos traicionados,
hasta colmar la oscura lancha, las riberas,
el húmedo y desierto amanecer.
Cuánta vida acosada,
pugnando por salvarse, debatÃa
una batalla desoÃda y múltiple
de vanas contorsiones, inútiles
maniobras, intentos
contra la trampa última,
sólo a una anticipada muerte conducentes.
poema de Fernando Quiñones
Añadido por Dan Costinaş
¡Comentar! | ¡Votar! | ¡Copia!
Las columnas de nubes, que se habÃan hundido en la lejanÃa del mar, dormÃan ahora sobre las olas, y el aire era azul como en una fábula.
Verner von Heidenstam en Los paladines de Carlos XII (1898)
Añadido por Dan Costinaş
¡Comentar! | ¡Votar! | ¡Copia!
Déjame
Déjame abrazar tu árbol preferido
y entonces veré tu rostro en la orilla del mar caminando en la arena de fino oro,
mientras los rayos de sol besan los hombros de las olas
tú verás como soy de hermosa.
Déjame abrazar tu árbol deseado
y entonces yo sentiré el calor del sol y de tu amor
desbordando caricias sobre mÃ
y yo irradiaré belleza y felicidad.
Déjame abrazar tu árbol querido
entonces la lluvia fluirá sobre nosotros
y sus gotas nos humedecerán la piel
hasta que ambos seamos el tronco del árbol del mundo.
poema de Cornelia Păun Heinzel en “Red y Acción“, Colombia, traducido por Alfredo Cernuda
Añadido por anónimo
¡Comentar! | ¡Votar! | ¡Copia!
El Cisne
Sin ruido, en el espejo de hondos y calmos lagos,
el cisne impulsa la ola, y con sus largos remos
se desliza. En sus flancos, su plumón se asemeja
a las nieves de abril, que hace ceder el sol;
pero firme y de un blanco que brilla bajo el céfiro,
su gran ala lo arrastra como a un lento navÃo.
Alza su hermoso cuello sobre el cañaveral,
lo hunde, lo pasea, y estirado en el agua,
lo curva con donaire, como un perfil de acanto,
y oculta en su garganta brillante el negro pico.
A veces, junto a pinos que albergan paz y sombra,
serpentea, y dejando que los herbajes densos
se arrastren en pos de él como una cabellera,
avanza, con andar desmayado y tardÃo.
La gruta, en la cual oye su sentir el poeta
y la fuente que llora una ausencia infinita,
le placen: vaga allà y una hoja de sauce
al caerse le roza los hombros en silencio.
A veces, a alta mar, lejos del bosque oscuro
se llega y, timoneando, soberbio, en el azur,
elige, al celebrar su blancura que admira,
el sitio deslumbrante donde el sol se refleja.
Luego, cuando la costa del agua no distingue,
a la hora en que todo forma un confuso espectro,
cuando ya no se mueven ni un junco ni un gladiolo,
y hacen ruido las ranas en el sereno bosque
y en el claro de luna la luciérnaga luce:
en el lago sombrÃo, que bajo ella copia
una espléndida noche lacteada y violeta,
el ave, como un vaso de plata entre diamantes,
la cabeza en el ala, se duerme entre dos cielos.
poema de Sully Prudhomme
Añadido por Dan Costinaş
¡Comentar! | ¡Votar! | ¡Copia! | En inglés | En rumano
Atardecer
Con perfiles de muertos héroes
llenas, luna,
bosques en silencio,
luna de guadaña...
Con el dulce abrazo de los amantes,
sombras de épocas célebres
los peñascos mohosos en torno;
tal es el tono azulado
que irradia el cielo en dirección a la ciudad,
donde, frÃa y perversa,
mora estirpe corrupta,
y el blanco nieto
urde oscuros futuros.
Vosotras, sombras devoradas por la luna,
alzáis vuestros suspiros
en el vacÃo cristal
del lago de montaña.
poema de Georg Trakl, traducido por José Miguel MÃnguez
Añadido por Dan Costinaş
1 comentario - ¡Comentar! | ¡Votar! | ¡Copia! | En inglés | En rumano
El pájaro, entre nuestros hermanos de sangre el de vivir más ardiente, conduce hasta los confines del dÃa un singular destino. Emigrante y hechizado por el crecimiento del sol, viaja de noche, al ser los dÃas demasiado cortos para su actividad. En época de luna gris, color muérdago de las Galias, puebla con su espectro la profecÃa de las noches. Y su grito entonces es el mismo grito de la aurora: grito de guerra santa a cuchillo. En el brazo de su ala, el balanceo inmenso de una doble estación y bajo la curva del vuelo, la curvatura misma de la tierra.
Saint-John Perse en Pájaros (1962)
Añadido por Dan Costinaş
¡Comentar! | ¡Votar! | ¡Copia!
En algún lugar, sobre la oscurecida curva del mundo, el sol y la luna tiraban de la membrana de agua del planeta terrestre, levemente hinchada en uno de sus lados, sosteniéndola mientras la sólida bola giraba.
William Golding en El señor de las moscas (1954)
Añadido por Dan Costinaş
¡Comentar! | ¡Votar! | ¡Copia! | En inglés | En rumano
Las nubes pueden cubrir el Sol solamente en la visión del ojo minúsculo.
aforismo de Valeriu Butulescu, traducido por Ulises Estrella
Añadido por Simona Enache
¡Comentar! | ¡Votar! | ¡Copia! | En rumano
Poema de la soledad
SÃ, tu niñez ya fábula de fuentes.
El tren y la mujer que llena el cielo,
tu soledad esquiva en los hoteles
y tu máscara pura de otro signo.
Es la niñez del mar y tu silencio
donde los sabios vidrios se quebraban,
es tu yerta ignorancia donde estuvo
mi torso limitado por el fuego.
Norma de amor te di, hombre de Apolo,
llanto con ruiseñor enajenado,
pero, pasto de ruina, te afilabas
para los breves sueños indecisos.
Pensamiento de enfrente, luz de ayer,
Ãndices y señales del acaso.
Tu cintura de arena sin sosiego
atiende sólo rastros que no escalan,
pero yo he de buscar por los rincones
tu alma tibia sin ti que no te entiende,
con el dolor de Apolo detenido
con que he roto la máscara que llevas.
AllÃ, león, allÃ, furia del cielo,
te dejaré pacer en mis mejillas;
allÃ, caballo azul de mi locura,
pulso de nebulosa y minutero,
he de buscar las piedras de alacranes
y los vestidos de tu madre niña,
llanto de media noche y paño roto
que quitó luna de la sien del muerto.
SÃ, tu niñez ya fábula de fuentes.
Alma extraña de mi hueco de venas,
te he de buscar pequeña y sin raÃces,
¡Amor de siempre, amor, amor de nunca!
¡Oh, sÃ! Yo quiero. ¡Amor, amor! Dejadme.
No me tapen la boca los que buscan
espigas de Saturno por la nieve
o castran animales por un cielo,
clÃnica y selva de la anatomÃa.
Amor, amor, amor. Niñez del mar.
Tu alma tibia sin ti que no te entiende.
Amor, amor, un vuelo de la corza
por el pecho sin fin de la blancura.
Y tu niñez, amor, y tu niñez.
El tren y la mujer que llena el cielo,
Ni tú, ni yo, ni el aire, ni las hojas.
SÃ, tu niñez ya fábula de fuentes.
poema de Federico GarcÃa Lorca
Añadido por Dan Costinaş
¡Comentar! | ¡Votar! | ¡Copia!
Harto de su tierra de España, un viejo soldado del rey buscó solaz en las vastas geografÃas de Ariosto, en aquel valle de la luna donde está el tiempo que malgastan los sueños y en el Ãdolo de oro de Mahoma que robó Montalbán.
Jorge Luis Borges en El Hacedor, Parábola de Cervantes y de Quijote (1955)
Añadido por Dan Costinaş
¡Comentar! | ¡Votar! | ¡Copia! | En inglés | En rumano
Español
Español del éxodo de ayer
y español del éxodo de hoy:
te salvarás como hombre,
pero no como español.
No tienes patria ni tribu. Si puedes,
hunde tus raÃces y tus sueños
en la lluvia ecuménica del sol.
Y yérguete... ¡Yérguete!
Que tal vez el hombre de este tiempo...
es el hombre movible de la luz,
del éxodo y del viento.
poema de León Felipe
Añadido por Dan Costinaş
¡Comentar! | ¡Votar! | ¡Copia!
La Estalactita
El silencio es mi sabidurÃa
y como permanezco inmóvil y sereno,
tal un asceta de piedra,
me parece
que soy una estalactita dentro de una cueva inmensa
con el cielo por bóveda.
Lentas,
lentas,
lentas gotas de luz,
gotas de paz, caen incontenibles
del cielo
y se hacen de piedra dentro de mÃ.
poema de Lucian Blaga en Los Poemas de la Luz (1919), traducido por Darie Novăceanu
Añadido por Dan Costinaş
¡Comentar! | ¡Votar! | ¡Copia! | En rumano
Con las palabras en la boca aplastamos tantas cosas como con los pies sobre la hierba. Pero también con el silencio.
Herta Müller en La bestia del corazón (1994)
Añadido por Dan Costinaş
¡Comentar! | ¡Votar! | ¡Copia!