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Citas sobre siempre bruja online subtitrat, página 46

Cornelia Păun Heinzel

Soy…

Soy la gaviota que vuela siempre al sol,
soy la eólica qué te toca con su trenzas rubias
y el rayo del sol que te besa con labios ardientes.

Soy el hilo de arena que se escurre entre tus dedos,
soy la onda salvaje que danza a tu alrededor
y la perla solitaria dentro la concha de una playa.

Soy el niño que construye Castillos de arena
sin pensar que los aplastarán alguna vez,
y la eterna idealista que te ha encumbrado en sus sueños.

Soy la brisa del mar que te acaricia con sus manos,
soy la paz de el horizonte que se estira al infinito
y la canción de las sirenas que te seducen en el amplio mar.

Soy las flores de naranja que te abrazan con su perfume
soy el cielo tranquilo sin ninguna nube
y el zumbido del universo nuevo que has descubierto.
Soy...

poema de Cornelia Păun Heinzel en Antologia de la poesia universal “Arte poética - Rostros y versos“, El Salvador (2014), traducido por Alfredo CernudaInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por anónimo
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Él no está por ti

Él no esta por ti,
buena amiga tímida,
Él te mira así...
sin saber por qué.
Ella y tú que va,
buen amigo y nada más.
Ella sin dudar
lo comprende todo.
Y será un amor
como escondido entre los dos.
Porque entre gestos y palabras
sentiréis que el corazón se para.
Sin notar el ruido de la gente alrededor,
dejando irse los minutos y los días
en compañía.
Háblale de ti
sin temor a qué decir,
dile aquello que
ha nacido en ti.
Y será un amor

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canción interpretada por Laura PausiniInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por Simona Enache
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Mihail Sebastian

Me entero por Marietta Rares, de que ha muerto Nina Eliade. Un telegrama de Lisboa dio a conocer la noticia hace ya diez días. Una ola de recuerdos se levanta desde el pasado. Su cuartito arriba de todo en el pasaje Imobiliara; la máquina de escribir en la que copió casi al mismo tiempo Maitrey y Mujeres; las visitas vespertinas a la buhardilla de Mircea en la calle Melodiei; su inesperado amor; la fuga de Mircea a Poiana; la desesperación de Nina que yo, indefenso, intentaba aliviar; el regreso de Mircea; el noviazgo y, dos años después, su boda civil, en secreto, en las dependencias municipales de Calea Rahovei; su piso del bulevar Dinicu Golescu y luego el de Palade; nuestras excursiones a la montaña; los veranos en Breaza; los juegos en el patio de Floria de la calle Nerva Traian; nuestros años de amistad fraterna y después los años de confusión y desintegración hasta la ruptura, la enemistad y el olvido. Podo está muerto, desaparecido, perdito para siempre.

Mihail Sebastian en DiarioInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por Dan Costinaş
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Fernando Quiñones

Música Final

No la razón del piano: las del hombre
te condujeron desde que eras niño
y entre la fría luz de la patria angustiada
a la que no habías de volver.

Ya entonces intuiste la caediza
ráfaga del amor, la carrera del tiempo,
los impuros motivos del tambor y las armas,
la soledad en que, como con el regalo
de un dios inexorable,
se mueve nuestra vida hacia su término.

Ya retenías aquello en el sollozo,
más viril y más tierno, de las cuerdas.

Ya eras del todo y para siempre tú,
testigo y mensajero, condolido inventor
de una esperanza para los humanos
o de aquel llanto en luz con que creerla.

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poema de Fernando QuiñonesInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por Dan Costinaş
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Federico García Lorca

Reyerta

En la mitad del barranco
las navajas de Albacete,
bellas de sangre contraria,
relucen como los peces.
Una dura luz de naipe
recorta en el agrio verde
caballos enfurecidos
y perfiles de jinetes.
En la copa de un olivo
lloran dos viejas mujeres.
El toro de la reyerta
se sube por las paredes.
Ángeles negros traían
pañuelos y agua de nieve.
Ángeles con grandes alas
de navajas de Albacete.
Juan Antonio el de Montilla
rueda muerto la pendiente,
su cuerpo lleno de lirios
y una granada en las sienes.

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poema de Federico García Lorca en Romancero Gitano (1928)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por Dan Costinaş
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Amores extraños

Ya sabía que no llegaría,
ya sabía que era una mentira,
cuanto tiempo que por él perdí,
que promesa rota sin cumplir.
son amores problemáticos,
como tú, como yo.

Es la espera en un teléfono,
la aventura de lo ilógico,
la locura de lo mágico,
un veneno sin antídoto,
la amargura de lo efímero,
porque él se marchó.

Amores, tan extraños que te hacen cínica,
te hacen sonreír entre lágrimas.
cuántas páginas hipotéticas, para no escribir las
auténticas.

Son amores que sólo a nuestra edad

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canción interpretada por Laura PausiniInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por Simona Enache
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José Echegaray

Inés (saliendo a su encuentro): ¡Eduardo..., Eduardo!
Eduardo: ¡Inés de mi vida!
Inés: ¡Vaya una hora de venir!
Eduardo (con tono sumiso): Siempre vengo a las dos.
Inés: Y son las tres.
Eduardo: ¿Es posible? (mirando el reloj) No, vida mía; las dos menos cuarto.
Inés: (con autoridad.) Las tres.
Eduardo: (seńalando el reloj) Las dos menos cuarto. ¿Te convences? (seńalando el reloj de la chimenea) Y en ése, la misma hora.
Inés (ofendida): Bueno, bueno; tú tienes razón. ¡Qué amante tan fino, que regatea los minutos; que a toda hora le parece temprano para venir, y a toda hora tarde para separarse de su Inés; que sujeta los latidos de su corazón al volante de su cronómetro!
Eduardo (suplicante): ¡Inés!
Inés: Vete... Vete... Si no son las dos todavía... Si faltan quince minutos... Te vas a la Carrera de San Jerónimo, das un paseo mirando a la gente, y a las dos en punto vuelves.
Eduardo: ¡Inés!
Inés: ¡Si ésa es la hora a que acostumbras venir! ¡Pues no faltaba más! ¿Qué diría el Observatorio Astronómico si adelantases?
Eduardo: ¡Por Dios, perdóname!... He hecho mal.

réplica en O locura ó santidad, Acto I, Escena 5, obra de José Echegaray (1877)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por Dan Costinaş
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Reincorporación

De madrugada, al alba, eres despertado
y pones sobre ti la manta tirada
durante la noche como un vestido innecesario.

El proceso de la reincorporación es lento
o puede ser rápido, depende del impacto
con las ramas tembladoras de fuera.

Miras, juegas sobre los arrecifes de nubes,
con los rayos del sol, apresurados
por el polvo volador de los bemoles.

Los verbos vivos vuelan y ellos alrededor,
salen de la casa estática junto a ti,
con tus padres que se van a azadonar.

Caminas por senderos oscuros, húmedos,
pisas sobre espinas escondidas entre las hierbas
hasta que se te hinchan las plantas de los pies.

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poema de Andrei LangaInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por Dan Costinaş
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Fernando Pessoa

El guardador de rebaños

El guardador de rebaños
En un medio día de fin de primavera
Tuve un sueño como una fotografía.
Vi a Jesucristo descender a la tierra.
Vino por la ladera de un monte
Tornado otra vez niño,
A correr y a revolcarse por la hierba
Y a arrancar flores para tirarlas luego
Y a reírse de modo que lo escuchen de lejos.

Había huido del cielo.
Era demasiado nuestro para fingirse
La segunda persona de la Trinidad.
En el cielo era todo falso, todo en desacuerdo
Con flores y árboles y piedras.
En el cielo había que estar siempre serio
Y de vez en cuando tornarse otra vez hombre
Y subir a la cruz, y estar siempre muriendo

Con una corona toda alrededor de espinas

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poema de Fernando Pessoa en El yo profundo y los otros yos, traducido por Graciela VolcoInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por Dan Costinaş
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Federico García Lorca

Oda a Salvador Dalí

Una rosa en el alto jardín que tú deseas.
Una rueda en la pura sintaxis del acero.
Desnuda la montaña de niebla impresionista.
Los grises oteando sus balaustradas últimas.

Los pintores modernos, en sus blancos estudios,
cortan la flor aséptica de la raíz cuadrada.
En las aguas del Sena un iceberg de mármol
enfría las ventanas y disipa las yedras.

El hombre pisa fuerte las calles enlosadas.
Los cristales esquivan la magia del reflejo.
El Gobierno ha cerrado las tiendas de perfume.
La máquina eterniza sus compases binarios.

Una ausencia de bosques, biombos y entrecejos
yerra por los tejados de las casas antiguas.
El aire pulimenta su prisma sobre el mar
y el horizonte sube como un gran acueducto.

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poema de Federico García Lorca (1926)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por Dan Costinaş
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