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Marin Sorescu

Shakespeare

Shakespeare creó el mundo en siete días.

En el primero hizo el cielo, los montes y los abismos del alma.
El segundo día hizo los ríos, mares, océanos
Y demás sentimientos ---
Y se los ofreció a Hamlet, Julio César, Antonio, Cleopatra y Ofelia,
A Otelo y a otros,
Para que los dominaran ellos y sus descendientes
Por los siglos de los siglos.
El tercer día congregó a todos los hombres
Y les enseñó los gustos:
El gusto de la felicidad, del amor, del desconsuelo
El gusto de los celos, de la gloria, y siguió así
Hasta que se acabaron todos los gustos.

Luego aparecieron unos indivíduos que habían llegado tarde.
El Creador les acarició, compasivo la cabeza,
Y les dijo que no les quedaba otra cosa sino hacerse
Críticos literarios
Y contestar su obra.
Reservó el cuarto y el quinto día para la risa.
Soltó a los bufones
Con sus cabriolas
Y dejó a los reyes, emperadores
Y a otros infelices que se divirtieran.
El sexto día resolvió algunos problemas administrativos:
Urdió una tempestad,
Y enseñó al rey Lear
A llevar corona de paja.
Quedaban unos cuantos desechos tras la Creación
Con los que forjó a Ricardo III.
El séptimo día se dedicó a comprobar si le quedaba algo por hacer.
Los directores de teatro ya tenían la tierra llena de carteles,
Y pensó Shakespeare que tal vez merecía después de toda su fatiga
Ser simple espectador por una vez.
Pero antes de nada, puesto que estaba cansado sobremanera,
Se fue a morir un rato.

poema de Marin Sorescu, traducido por Catalina IliescuInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Fernando Pessoa

El guardador de rebaños

El guardador de rebaños
En un medio día de fin de primavera
Tuve un sueño como una fotografía.
Vi a Jesucristo descender a la tierra.
Vino por la ladera de un monte
Tornado otra vez niño,
A correr y a revolcarse por la hierba
Y a arrancar flores para tirarlas luego
Y a reírse de modo que lo escuchen de lejos.

Había huido del cielo.
Era demasiado nuestro para fingirse
La segunda persona de la Trinidad.
En el cielo era todo falso, todo en desacuerdo
Con flores y árboles y piedras.
En el cielo había que estar siempre serio
Y de vez en cuando tornarse otra vez hombre
Y subir a la cruz, y estar siempre muriendo

Con una corona toda alrededor de espinas
Y los pies atravesados por un clavo con cabeza,
Y hasta con un trapo alrededor de la cintura
Como los negros de las ilustraciones.
Ni siquiera lo dejaban tener padre y madre
Como los otros niños.
Su padre era dos personas:
Un viejo llamado José, que era carpintero.
Y que no era su padre;
Y el otro padre era una paloma estúpida,
La única paloma fea del mundo
Porque no era del mundo ni era paloma.
Y su madre no había amado antes de tenerlo.
No era mujer: era una valija
En la que había venido del cielo.
Y querían que él, que solo naciera de madre,
Y nunca tuviera un padre para amar con respeto,
Pregase la bondad y la justicia!
Un día que Dios estaba durmiendo
Y el Espíritu Santo andaba volando,
Él fue a la caja de los milagros y robó tres.
Con el primero hizo que nadie supiera que había huido.
Con el segundo se hizo eternamente humano y niño.
Con el tercero creó un Cristo eternamente en la cruz
Y lo dejó clavado en la cruz que hay en el cielo
Y sirve de modelo a las otras.
Después huyó hacia el sol
Y descendió por el primer rayo que encontró.
Hoy vive en mi aldea conmigo.
Es un niño de risa bonita y natural.
Limpia la nariz con el brazo derecho,
Chapotea en los charcos de agua,
Recoge flores, las disfruta y después las olvida.
Les tira piedras a los burros,
Roba fruta en las plantaciones
Y huye llorando y gritando por los perros.
Y, porque sabe que a ellas no les gusta
Y que a todos les causa gracia,
Corre atrás de las muchachas
Que van en grupo por los caminos
Con tinas de agua en las cabezas
Y les levanta las polleras.

A mi me enseñó todo.
Me enseñó a observar las cosas
Me señala todas las cosas que hay en las flores.
Me muestra como son graciosas las piedras
Cuando uno las tiene en la mano
Y las observa lentamente.
... Él vive conmigo en mi casa en medio de la colina.
Él es el Niño Eterno, el dios que faltaba.
Él es lo humano que es natural,
Él es lo divino que sonríe y juega.
Y por eso es que yo se con toda certeza
Que él es el Niño Jesús verdadero.

Y el niño tan humano que es divino
Es esta mi cotidiana vida de poeta,
Y es porque él anda siempre conmigo que yo soy poeta siempre.
Y que mi más mínima mirada
Me llena de sensación,
Y el más pequeño sonido, sea de lo que sea,
Parece hablar conmigo.
El Niño Nuevo que habita donde vivo
Me da una mano a mi
Y la otra a todo lo que existe
Y así vamos los tres por el camino venidero,
Saltando y cantando y riendo
Y gozando de nuestro secreto común
Que es el de saber por todas partes
Que no hay misterio en el mundo
Y que todo vale la pena.

El Niño Eterno me acompaña siempre.
La dirección de mi mirada es su dedo señalando.
Mi oído atento alegremente a todos los sonidos
Son las cosquillas que él me hace, jugando, en las orejas.
Nos llevamos tan bien el uno con el otro
En compañía de todo
Que nunca pensamos el uno en el otro,
Pero vivimos juntos los dos
En un acuerdo íntimo
Como la mano derecha con la izquierda.

Al anochecer jugamos a las cinco piedritas
En el escalón de la puerta de casa,
Graves como corresponde a un dios y a un poeta,
Y como si cada piedra
Fuese todo un universo
Y fuera por eso un gran peligro para ella
Dejarla caer al suelo.

Después yo le cuento historias de las cosas de los hombres
Y él sonríe, porque todo es increíble.
Se ríe de los reyes y de los que no son reyes,
Y siente pena al oír hablar de las guerras,
Y de los negocios, y de los navíos
Que dejan humo en el aire de altamar.
Porque él sabe que todo eso falta a aquella verdad
Que una flor tiene al florecer
Y que anda con la luz del sol
Modificando los montes y los valles
Y haciendo doler los ojos por la claridad de los muros.

Después el se adormece y yo lo acuesto.
Lo llevo a upa para dentro de casa
Y lo acuesto, desnudándolo lentamente
Como siguiendo un ritual muy limpio
Y todo materno hasta que queda desnudo.

Él duerme dentro de mi alma
Y a veces despierta de noche
Y juega con mis sueños.
Los da vuelta patas para arriba,
Pone unos encima de los otros
Y aplaude solo
Sonriéndole a mi sueño.
Cuando yo muera, hijito,
Sea yo el niño, el más pequeño.
Alzame vos a upa
Y llevame adentro de tu casa.
Desviste mi ser cansado y humano
Y acostame en tu cama.
Y contame historias, si despierto,
Para volverme a adormecer.
Y dame sueños tuyos para jugar
Hasta que nazca algún día
Que vos sabés cual es.
Esta es la historia de mi Niño Jesús.
¿Por que razón que se perciba
No ha de ser ella mas verdadera
Que todo lo que los filósofos piensan
Y todo lo que las religiones enseñan?

poema de Fernando Pessoa en El yo profundo y los otros yos, traducido por Graciela VolcoInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Imre Kertész

Cuando salía para la escuela, también mi madrastra se sinceró conmigo. Estábamos a solas, en la entrada de casa y me dijo que en aquel día tan triste para todos nosotros esperaba "contar con un comportamiento adecuado" por mi parte. No sabía qué responderle, así pues no dije nada. Quizá haya interpretado mal mi silencio, porque continuó diciéndome que no había querido herir mi sensibilidad y que sabía que su advertencia era, en realidad, innecesaria. Estaba segura de que yo, un muchacho de quince años, era perfectamente capaz de calibrar la "gravedad del golpe que habíamos recibido"; ésas fueron sus palabras. Asentí con la cabeza y vi que con eso le bastaba. Entonces, hizo un gesto con la mano, y temí que fuera a abrazarme. No lo hizo, se limitó a soltar un largo y profundo suspiro entrecortado. Me di cuenta de que sus ojos se ponían húmedos; me sentí incómodo. Después, me dejó ir. Fui andando desde la escuela hasta el almacén. Era una mañana limpia y tibia para ser el principio de la primavera. Hubiera podido desabrochar mi abrigo, pero desistí: la ligera brisa podía haber hecho que las solapas hubieran ocultado de manera antirreglamentaria mi estrella amarilla.

Imre Kertész en Sin destino (1975)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Gao Xingjian

Esta es su tierra, y no hay razón para que no se comporten con naturalidad, sus raíces han ido hundiéndose en este suelo generación tras generación, sin necesidad de que vengas de lejos en su busca. En cuanto a los que se fueron de aquí hace tiempo, en su época no existía todavía la estación de autobuses, y menos aún los coches de línea. Por río, había que tomar una barca cubierta de esteras; y por tierra, alquilar una carreta. Si realmente uno no tenía dinero, sólo podía contar con sus suelas. Ahora, todos los que aún tienen un soplo de vida regresan, incluso desde la otra orilla del Pacífico, ya sea en utilitario o en coche de lujo con aire acondicionado. Algunos han hecho fortuna, otros se han hecho famosos, otros no son nada, pero han envejecido y quieren volver. Al aproximarse al final de la vida, ¿quién no siente nostalgia por su tierra?

Gao Xingjian en La montaña del alma (1990)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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William Shakespeare

Ricardo II: La corona sí, pero mis dolores aún son míos. Puedes deponer mi gloria y mi potestad, pero mis dolores no; sobre ellos todavía reino.

réplica en Ricardo II, Acto IV, Escena 1, obra de William Shakespeare (1595), traducido por Juan Fernando MerinoInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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William Shakespeare

Hamlet: Yo he oído, que tal vez asistiendo a una representación, hombres muy culpados han sido heridos en el alma con tal violencia por la ilusión del teatro, que a vista de todos han publicado sus delitos.

réplica en Hamlet, Acto II, Escena 2 de William Shakespeare (1599), traducido por Inarco CelenioInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Al llegar a casa no empecé a leer. Simulaba que no lo tenía, únicamente para sentir después el sobresalto de tenerlo. Horas más tarde lo abrí, leí algunas líneas maravillosas, lo cerré de nuevo, me fui a pasear por la casa, lo postergué aún más yendo a comer pan con mantequilla, fingí no saber dónde había guardado el libro, lo encontraba, lo abría por unos instantes. Creaba los obstáculos más falsos para esa cosa clandestina que era la felicidad.

Clarice Lispector en Felicidad Clandestina Y Otros Relatos (1971)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Fernando Savater

En Filosofía habíamos hecho una cosa que llamábamos «tomas de cátedra»... Intentábamos convencer a algunos catedráticos y claro, unos se dejaban y otros no. Algunos se fueron y a otros los echamos...

cita de Fernando SavaterInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Plutarco

Es lo mejor, para todos los hombres y mujeres, no nacer; y lo segundo después de esto —la primera cosa que pueden conseguir los hombres— es, una vez nacidos, morir tan rápido como se pueda.

cita de PlutarcoInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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William Shakespeare

Antonio: Mezquino es el amor que se calcula.
Cleopatra: Mediré la distancia de tu amor.

réplica en Antonio y Cleopatra, Acto I, Escena 1, obra de William Shakespeare (1606), traducido por Ángel Luis PujanteInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Grazia Deledda

¿Crees tú acaso que todos los bandoleros son malos? Te engañas, hija mía; son hombres que se ven obligados a mostrar su valor, nada más que eso. Mi marido solía decir: En los tiempos antiguos los hombres iban a la guerra, ahora no hay guerras, y los hombres siguen con necesidad de luchar; por eso se ejercitan en actos de violencia, rapiñas y otros excesos, no por hacer mal, sino para hacer alarde, sea como sea, de su valor.

Grazia Deledda en Cenizas (1904)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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William Shakespeare

César: Los cobardes mueren muchas veces antes de perder la vida. Los valientes no experimentan la muerte sino una vez.

réplica en Julio César de William Shakespeare (1599), traducido por José Arnaldo MárquezInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Whitney Houston

Me gusta ser mujer, incluso en un mundo de hombres. Después de todos, ellos no pueden usar vestidos, pero nosotras podemos llevar los pantalones.

cita de Whitney HoustonInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Augusto Monterroso

A pesar de lo que digan, la idea de un cielo habitado por Caballos y presidido por un Dios con figura equina repugna al buen gusto y a la lógica más elemental, razonaba los otros días el Caballo. Todo el mundo sabe —continuaba su razonamiento— que si los Caballos fuéramos capaces de imaginar a Dios lo imaginaríamos en forma de Jinete.

Augusto Monterroso en La oveja negra y demás fábulas (1969)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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A través de la unidad política y cultural se hizo propio todo lo que entraba en su esfera de influencia. «Los emigrantes, que se marcharon al occidente, están habitualmente considerados sólo teniendo en cuenta su influjo. Pero ellos representaron asimismo unos ideales.» - cómo dijo Iorga.

cita de Horia-Cristian Nistor (2010)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Segundo Llorente

¿No podría ir a un asilo de ancianos? Sí podría; pero para eso siempre queda tiempo. Mientras pueda valerse, no piensa ir; porque la libertad no se compra con todo el oro del mundo. Ha vivido en esta casa 52 años seguidos, los suficientes para echar en ella raíces que llegan al centro de la tierra. Yo la visito todos los lunes. Hablamos de todo. Me lo cuenta todo. La entretengo con historias de Alaska. En mi afán de arrimar el ascua a mi sardina, salgo con temas sobrenaturales, como por ejemplo: que ella pudiera muy bien ir derecha al cielo sin pasar por el purgatorio si ofrece sus sufrimientos tanto los exteriores como los interiores y los une a los de Cristo en la cruz. Eso la convertiría en un Cristo viviente y doliente y la transformaría en corredentora por participación. Siempre que voy llevo preparados algunos chistes que la hacen reír hasta que la invade la tos. Yo pienso: hacer reír a doña Inés es la decimaquinta obra de misericordia.

cita de Segundo LlorenteInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Gabriel García Márquez

Pasé hasta una semana sin quitarme el mameluco de mecánico ni de día ni de noche, sin bañarme, sin afeitarme, sin cepillarme los dientes, porque el amor me enseñó demasiado tarde que uno se arregla para alguien, se viste y se perfuma para alguien, y yo nunca había tenido para quién.

Gabriel García Márquez en Memorias de mis putas tristes (2004)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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William Shakespeare

Hamlet: El emperador César, muerto y hecho tierra, puede tapar un agujero para estorbar que pase el aire... ¡Oh!... Y aquella tierra, que tuvo atemorizado el orbe, servirá tal vez de reparar las hendiduras de un tabique, contra las intemperies del invierno...

réplica en Hamlet, Acto V, Escena 1 de William Shakespeare (1599), traducido por Inarco CelenioInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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William Shakespeare

Hamlet: Yo creí algún tiempo (como todos los grandes señores) que el escribir bien fuese un desdoro; y aun no dejé de hacer muchos esfuerzos para olvidar esta habilidad; pero ahora conozco, Horacio, cuán útil me ha sido tenerla.

réplica en Hamlet, Acto V, Escena 2 de William Shakespeare (1599), traducido por Inarco CelenioInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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George Bernard Shaw

No trates a los demás como te gustaría que te tratasen a ti: podrían tener otros gustos.

cita de George Bernard ShawInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Ann Landers

La televisión ha demostrado que los seres humanos están dispuestos a mirar cualquier cosa antes que mirarse unos a otros.

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