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Federico García Lorca

Adán

A Pablo Neruda, rodeado de fantasmas

Árbol de Sangre riega la mañana
por donde gime la recién parida.
Su voz deja cristales en la herida
y un gráfico de hueso en la ventana.

Mientras la luz que viene fija y gana
blancas metas de fábula que olvida
el tumulto de venas en la huida
hacia el turbio frescor de la manzana,

Adam sueña en la fiebre de la arcilla
un niño que se acerca galopando
por el doble latir de su mejilla.

Pero otro Adán oscuro está soñando
neutra luna de piedra sin semilla
donde el niño de luz se irá quemando.

poema de Federico García Lorca (1929)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Citas similares

Sangre

En el pueblo donde la sangre está por correr
por los caminos y por los barrios
desde las colinas hacia al valle,
por los barrancos y por los arroyos.

En el pueblo donde la sangre se agita
en las fuentes profundas, cavadas en rocas
por debajo de los robles prometidos por un rey
a los campesinos agotados en el campo.

Escucha ahora como gime el cielo
de sangre angélica imbuido:
tapa la tumba con el trigo antiguo,
que no salga la sangre a la superficie.

poema de Andrei LangaInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Federico García Lorca

Poema de la soledad

Sí, tu niñez ya fábula de fuentes.
El tren y la mujer que llena el cielo,
tu soledad esquiva en los hoteles
y tu máscara pura de otro signo.

Es la niñez del mar y tu silencio
donde los sabios vidrios se quebraban,
es tu yerta ignorancia donde estuvo
mi torso limitado por el fuego.

Norma de amor te di, hombre de Apolo,
llanto con ruiseñor enajenado,
pero, pasto de ruina, te afilabas
para los breves sueños indecisos.

Pensamiento de enfrente, luz de ayer,
índices y señales del acaso.
Tu cintura de arena sin sosiego
atiende sólo rastros que no escalan,
pero yo he de buscar por los rincones
tu alma tibia sin ti que no te entiende,
con el dolor de Apolo detenido
con que he roto la máscara que llevas.

Allí, león, allí, furia del cielo,
te dejaré pacer en mis mejillas;
allí, caballo azul de mi locura,
pulso de nebulosa y minutero,
he de buscar las piedras de alacranes
y los vestidos de tu madre niña,
llanto de media noche y paño roto
que quitó luna de la sien del muerto.

Sí, tu niñez ya fábula de fuentes.
Alma extraña de mi hueco de venas,
te he de buscar pequeña y sin raíces,
¡Amor de siempre, amor, amor de nunca!
¡Oh, sí! Yo quiero. ¡Amor, amor! Dejadme.

No me tapen la boca los que buscan
espigas de Saturno por la nieve
o castran animales por un cielo,
clínica y selva de la anatomía.

Amor, amor, amor. Niñez del mar.
Tu alma tibia sin ti que no te entiende.
Amor, amor, un vuelo de la corza
por el pecho sin fin de la blancura.

Y tu niñez, amor, y tu niñez.
El tren y la mujer que llena el cielo,
Ni tú, ni yo, ni el aire, ni las hojas.
Sí, tu niñez ya fábula de fuentes.

poema de Federico García LorcaInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Omar Khayyam

Puesto que ignoras lo que te reserva el mañana, esfuérzate por ser feliz hoy. Coge un cántaro de vino, siéntate a la luz de la luna y bebe pensando en que mañana quizá la luna te busque en vano.

cita de Omar KhayyamInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Mihai Eminescu

Amada, cada vez que yo pienso en nosotros...

Amada, cada vez que yo pienso en nosotros,
un océano de hielo aparece ante mí:
sobre la blanca bóveda no hay ya ninguna estrella,
la luna es una mancha amarilla a lo lejos.
Sobre miles de témpanos que las olas se llevan,
un pájaro planea, las alas fatigadas,
mientras su compañera ha seguido adelante,
unida a la bandada que se pierde al poniente.
Hacia donde ella vuela mira desesperado.
Ya no siente ni pena ni alegría. Se muere,
soñando en un instante todo el tiempo pasado.

Más lejos uno de otro cada vez nos sentimos,
cada vez me hundo más en la sombra y el hielo,
mientras desapareces en la eterna mañana.

poema de Mihai Eminescu en Poesías (Poesii) (1884)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Entonces

Entonces no hubo hombres ni mujeres
Sino la carne sola,
Sombras enfurecidas luchando en las paredes
Que de a ratos liberan un quejido
A través de la cal y de la piedra
Y sudan como madera de pino
Algo que parece pero no es sangre.

Con cada nueva gota
Deja el muro una sombra.
Todo se calma
Hasta que otra se alista,
Lucha e imprime su marca de sangre en la pared.
Y eso es todo, la sangre lo es.
De haber mujeres habrían llorado
La pobre sangre indeseada, sin dueño,Blanca como una frase que se olvida.
El muro está embrujado
Por mudas maternales presencias que al gemir
Agitan y estremecen la pared y las sombras
Como si la violencia de la muerte fuera a morir.

poema de Edwin Muir, traducido por Javier FoguetInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Meister Eckhart

En verdad, es en la oscuridad donde uno encuentra la luz, de modo que en el corazón de la congoja la luz está más cerca de nosotros.

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Maurice Blanchot

Había captado el instante a partir del cual la luz, habiendo tropezado con un acontecimiento verdadero, iba a apresurarse hacia su fin. Ya llega, me dije, el fin viene, algo sucede, el fin comienza. Estaba embargado por la alegría.

Maurice Blanchot en La locura de la luz (1973)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Antonio Gala

El escritor, muchas veces, es como un caballo de carreras que ha perdido su jinete y ya no sabe porque está corriendo ni dónde está la meta y, sin embargo, se le exige seguir corriendo aunque no sepa ni hacia dónde ni por qué razón.

cita de Antonio GalaInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Pablo Neruda

En mi casa he reunido juguetes pequeños y grandes, sin los cuales no podría vivir. El niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta.

cita de Pablo NerudaInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Federico García Lorca

Oda a Salvador Dalí

Una rosa en el alto jardín que tú deseas.
Una rueda en la pura sintaxis del acero.
Desnuda la montaña de niebla impresionista.
Los grises oteando sus balaustradas últimas.

Los pintores modernos, en sus blancos estudios,
cortan la flor aséptica de la raíz cuadrada.
En las aguas del Sena un iceberg de mármol
enfría las ventanas y disipa las yedras.

El hombre pisa fuerte las calles enlosadas.
Los cristales esquivan la magia del reflejo.
El Gobierno ha cerrado las tiendas de perfume.
La máquina eterniza sus compases binarios.

Una ausencia de bosques, biombos y entrecejos
yerra por los tejados de las casas antiguas.
El aire pulimenta su prisma sobre el mar
y el horizonte sube como un gran acueducto.

Marineros que ignoran el vino y la penumbra
decapitan sirenas en los mares de plomo.
La Noche, negra estatua de la prudencia, tiene
el espejo redondo de la luna en su mano.

Un deseo de formas y límites nos gana.
Viene el hombre que mira con el metro amarillo.
Venus es una blanca naturaleza muerta
y los coleccionistas de mariposas huyen.

*

Cadaqués, en el fiel del agua y la colina,
eleva escalinatas y oculta caracolas.
Las flautas de madera pacifican el aire.
Un viejo dios silvestre da frutas a los niños.

Sus pescadores duermen, sin ensueño, en la arena.
En alta mar les sirve de brújula una rosa.
El horizonte virgen de pañuelos heridos
junta los grandes vidrios del pez y de la luna.

Una dura corona de blancos bergantines
ciñe frentes amargas y cabellos de arena.
Las sirenas convencen, pero no sugestionan,
y salen si mostramos un vaso de agua dulce.

*

¡Oh Salvador Dalí, de voz aceitunada!
No elogio tu imperfecto pincel adolescente
ni tu color que ronda la color de tu tiempo,
pero alabo tus ansias de eterno limitado.

Alma higiénica, vives sobre mármoles nuevos.
Huyes la oscura selva de formas increíbles.
Tu fantasía llega donde llegan tus manos,
y gozas el soneto del mar en tu ventana.

El mundo tiene sordas penumbras y desorden,
en los primeros términos que el humano frecuenta.
Pero ya las estrellas ocultando paisajes,
señalan el esquema perfecto de sus órbitas.

La corriente del tiempo se remansa y ordena
en las formas numéricas de un siglo y otro siglo.
Y la Muerte vencida se refugia temblando
en el círculo estrecho del minuto presente.

Al coger tu paleta, con un tiro en un ala,
pides la luz que anima la copa del olivo.
Ancha luz de Minerva, constructora de andamios,
donde no cabe el sueño ni su flora inexacta.

Pides la luz antigua que se queda en la frente,
sin bajar a la boca ni al corazón del hombre.
Luz que temen las vides entrañables de Baco
y la fuerza sin orden que lleva el agua curva.

Haces bien en poner banderines de aviso,
en el límite oscuro que relumbra de noche.
Como pintor no quieres que te ablande la forma
el algodón cambiante de una nube imprevista.

El pez en la pecera y el pájaro en la jaula.
No quieres inventarlos en el mar o en el viento.
Estilizas o copias después de haber mirado
con honestas pupilas sus cuerpecillos ágiles.

Amas una materia definida y exacta
donde el hongo no pueda poner su campamento.
Amas la arquitectura que construye en lo ausente
y admites la bandera como una simple broma.

Dice el compás de acero su corto verso elástico.
Desconocidas islas desmienten ya la esfera.
Dice la línea recta su vertical esfuerzo
y los sabios cristales cantan sus geometrías.

*

Pero también la rosa del jardín donde vives.
¡Siempre la rosa, siempre, norte y sur de nosotros!
Tranquila y concentrada como una estatua ciega,
ignorante de esfuerzos soterrados que causa.

Rosa pura que limpia de artificios y croquis
y nos abre las alas tenues de la sonrisa.
(Mariposa clavada que medita su vuelo.)
Rosa del equilibrio sin dolores buscados.
¡Siempre la rosa!

*

¡Oh Salvador Dalí de voz aceitunada!
Digo lo que me dicen tu persona y tus cuadros.
No alabo tu imperfecto pincel adolescente,
pero canto la firme dirección de tus flechas.

Canto tu bello esfuerzo de luces catalanas,
tu amor a lo que tiene explicación posible.
Canto tu corazón astronómico y tierno,
de baraja francesa y sin ninguna herida.

Canto el ansia de estatua que persigues sin tregua
el miedo a la emoción que te aguarda en la calle.
Canto la sirenita de la mar que te canta
montada en bicicleta de corales y conchas.

Pero ante todo canto un común pensamiento
que nos une en las horas oscuras y doradas.
No es el Arte la luz que nos ciega los ojos.
Es primero el amor, la amistad o la esgrima.

Es primero que el cuadro que paciente dibujas
el seno de Teresa, la de cutis insomne,
el apretado bucle de Matilde la ingrata,
nuestra amistad pintada como un juego de oca.

Huellas dactilográficas de sangre sobre el oro
rayen el corazón de Cataluña eterna.
Estrellas como puños sin halcón te relumbren,
mientras que tu pintura y tu vida florecen.

No mires la clepsidra con alas membranosas,
ni la dura guadaña de las alegorías.
Viste y desnuda siempre tu pincel en el aire,
frente a la mar poblada con barcos y marinos.

poema de Federico García Lorca (1926)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Gabriela Mistral

Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú. Donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú. Donde haya un esfuerzo que todos esquivan, hazlo tú. Sé tú el que aparta la piedra del camino.

cita de Gabriela MistralInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Espumas

Este cuerpo de amor no necesita
quemar su luz en otra ardiente rama.
La lava en que se quema y que derrama
por su propio volcán se precipita.
Tu hermosura sin voz sólo me incita,
no un corazón ni el vuelo de una llama.
Mi alimento es mi amor, y lo que ama
mi sangre es esa piel que un astro imita.
¿Qué esconde esa belleza? Sólo espumas.
Oh hermosa nada que a mi amor convoca,
raudo cielo sin Dios, mar sin secreto.
Pero besar todas sus dulces plumas
es ya el único sino de esta boca,
la única gloria ya de ese esqueleto.

poema de José Luis Cano en Poesía (1964)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Cuatro cantos de mi tierra

I

Tabasco en sangre madura
y en mi su poder sangró.
Agua y tierra el sol se jura;
y en nubarrón de espesura
la joven tierra surgió.

Tus hidrógenos caminos
a toda voz transité
y en tu oxígeno silbé
mis pulmones campesinos.

A puños sembré mi vida
de tu fuerza vendaval
que azúcar cañaveral
espolvorea en la huida.

El tiempo total verdea
y el espacio quema y brilla.
El agua mete la quilla
y de monte a mar sondea.

Pedacería de espejo.
La selva, encerrada, ulula.
Casi por cada reflejo
pájaro que se modula.

Más agua que tierra. Aguaje
para prolongar la sed.
La tierra vive a merced
del agua que suba o baje.

Cuando la selva repasa
su abecedario animal
relámpago vertebral
de caoba a cedro pasa.

Flota de isletas fluviales
varó en flor la soledad.
Son de todo eternidad
y de nada temporales.

El mediodía tajado
de algún fruto tropical
tiene un sabor de cristal
sonoramente mojado.

Hay en la noche un instante
de vida, que si durara,
húmeda la muerte alzara
cual un terrible diamante.

Y a veces en la ribera
es tan fina la mañana
que la sonrisa primera
todo el día nos hermana.

Tiempo de Tabasco; en hondo
suspiro te gozo así.
Contigo, cerca de mí
tiempo de morir escondo.

Arde en Tabasco la vida
de tal suerte, que la muerte
vive por morir hendida,
de un gran hachazo de vida
que da, sin querer, la suerte.


II

La ceiba es un árbol gris
de gigantesca figura.
Se ve su musculatura
medio manchada de gis.

Es el árbol que hace todo;
yo lo he visto trabajar
y en la tarde modelar
sus pajaritos de lodo.

Ceiba desnuda y campal
cuya fuerza liberó
bosque y cielo y estrenó
su claro de matorral.

En desnudo pugilato
parece que así despejas
el campo y que le aconsejas
a todo árbol buen recato.

Navegando por el río,
súbitamente apareces.
Te he visto así, tantas veces,
y el asombro es siempre mío.

Cuando en el atardecer
todo Tabasco decrece
y el aire en los cielos mece
lo que ya no pudo ser,
con qué bárbara grandeza
das la razón al paisaje
que con oscura certeza
se adueñó de algún celaje
con que así la noche empieza.

Ceiba te dije y te digo:
colgaré mí corazón
de un retoño de tu abrigo;
tendrá su sangre contigo
altura y vegetación.


III

Una laguna que llega
y una laguna que va.
Si la luz de frente anega
o la luz de lado da
el jacintal que congrega
su poesía despliega
que en mi voz cintilará.

Hay más laguna que luna
en la noche que es tan clara.
Semeja que el cielo usara
luz modal de la laguna.
Hay más laguna que luna.

Tiempo lagunar que cabe
para siempre en nuestra vida.
Que no se cierre la herida
que por su boca se sabe
la llegada y la partida.

Estábamos la laguna
y yo.
Como esa noche...
Con más laguna que luna
la noche se desnudó.
Sudor de intemperie humana
que el aire sutil saló
y en su humedad levantó
flor lujuria rusticana.

Tu adolescencia suspira
junto a mi pecho velludo.
El tiempo es tiempo desnudo
y su largo cuerpo estira.

Si por besarte viví
con más laguna que luna,
fue más luna que bebí
que el agua de la laguna
que a raya en cielos tendí.

Como esa noche...


IV

El agua es laguna o río.
Un espejo se quebró.
Por todos lados miró
la desnudez del estío.

Con el agua a la rodilla
vive Tabasco. Así dama
de abril a octubre la flama
que hace callar toda arcilla.

Si por boca de la selva
largó la verdad su grito,
miente el silencio infinito
del agua que el agua envuelva.

Llueve lejos, por la sierra.
Llueve a tambor y clarín.
Toro del agua, festín
corre por toda la tierra.

Joven terrón cuaternario,
por tu cuerpo de aluvión
sangra el verde corazón
de tu enorme pecho agrario.

Lo que muere y lo que vive
junto al agua vive y muere.
Si en lluvia el cielo así quiere
moje su noche en aljibe.

Más agua que tierra. Aguaje
para prolongar la sed.
La tierra vive a merced
del agua que suba o baje.

Brillan los laguneríos;
en la tarde tropical
actitud de garza real
torna el aire de los ríos.

La noche en lluvia y batracio
retiñe el nocturno verde
y al otro día se muerde
verde el verde del espacio.

Agua de Tabasco vengo
y agua de Tabasco voy.
De agua hermosa es mi abolengo;
y es por eso que aquí estoy
dichoso con lo que tengo.

poema de Carlos Pellicer (1943)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por Dan Costinaş
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Rubén Darío

Lo Fatal

Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque esa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

Ser y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por

lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,

¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!...

poema de Rubén Darío (1905)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por Paul Abucean
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En este papel está escrita mi vida

En este papel está escrita mi vida,
un árbol plegado sobre su herida.
La tinta roja discurre por la piel,
los puntos y las comas son cabellos y estrellas:
ojos de mar dejados en las naves,
casas destruídas, vigas podridas.
Este papel es negro como la tempestad,
pueblos destruidos donde no había fiesta.
Este papel quema como la razón,
relámpagos en el cielo veo un millón.
Este papel es un cielo donde no hay Dios,
este papel está solo...
este papel no vuela...
este papel... soy yo.

poema de Menotti Lerro en Poesias elegídas (2010), traducido por Ana María Pinedo LópezInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por Paul Abucean
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Jaume Perich

Educar a un niño requiere mucha paciencia. En especial por parte del niño.

cita de Jaume PerichInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Pablo Neruda

Si Tú Me Olvidas

Quiero que sepas
una cosa.

Tú sabes cómo es esto:
si miro
la luna de cristal, la rama roja
del lento otońo en mi ventana,
si toco
junto al fuego
la impalpable ceniza
o el arrugado cuerpo de la leńa,
todo me lleva a ti,
como si todo lo que existe,
aromas, luz, metales,
fueran pequeńos barcos que navegan
hacia las islas tuyas que me aguardan.

Ahora bien,
si poco a poco dejas de quererme
dejaré de quererte poco a poco.

Si de pronto
me olvidas
no me busques,
que ya te habré olvidado.

Si consideras largo y loco
el viento de banderas
que pasa por mi vida
y te decides
a dejarme a la orilla
del corazón en que tengo raíces,
piensa
que en ese día,
a esa hora
levantaré los brazos
y saldrán mis raíces
a buscar otra tierra.

Pero
si cada día,
cada hora
sientes que a mí estás destinada
con dulzura implacable.
Si cada día sube
una flor a tus labios a buscarme,
ay amor mío, ay mía,
en mí todo ese fuego se repite,
en mí nada se apaga ni se olvida,
mi amor se nutre de tu amor, amada,
y mientras vivas estará en tus brazos
sin salir de los míos.

poema de Pablo NerudaInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Ugo Foscolo

A la amada

Así el entero día en largo, incierto
sueño gimo; mas luego cuando aduna
la noche las estrellas y la luna,
frío el aire y de sombras ya cubierto,

donde el llano es selvoso y más desierto
lento entonces vagando, una por una,
palpo las llagas que la vil fortuna
y Amor y el mundo han en mi pecho abierto.

Tal vez cansado, apoyo me da un pino
o con mis esperanzas, allí donde
suena la onda, tal vez hablo y deliro.

Mas las iras del mundo y del destino
olvidando por ti, por ti suspiro
luz de mis ojos, ¿quién a mí te esconde?

poema de Ugo Foscolo, traducido por Clemente AlthausInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Marin Sorescu

Grupo

Llevaban un montón de tiempo conviviendo.
Y habían empezado a repetirse un poco:

Él era ella,
Y ella era él.

Ella era ella,
Y él, era ella también.

Ella a veces era o no era,
Entonces él llegaba a ser ellas,
O algo así, por el estilo.

Por la mañana sobre todo,
Hasta que conseguían terminar de deslindarse
Quién era quién,
Dónde empezaban y dónde acababan,
¡Por qué así y no de otro modo,
Perdían un sinfin de horas!
Pasaba el tiempo como por un río llevado.

Trataban hasta de besarse a veces,
Pero de pronto descubrían,
Que ambos eran ella.
Más fáciles de repetir.

Y asustados, se ponían, pues
A bostezar.
Era un bostezo así,
De lana suave
Que hasta se podía tricotar
De la siguiente forma:
Una de ellas bostezaba muy atenta,
Mientras la otra sujetaba el ovillo.

poema de Marin Sorescu, traducido por Catalina IliescuInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Lucian Blaga

La Estalactita

El silencio es mi sabiduría
y como permanezco inmóvil y sereno,
tal un asceta de piedra,
me parece
que soy una estalactita dentro de una cueva inmensa
con el cielo por bóveda.
Lentas,
lentas,
lentas gotas de luz,
gotas de paz, caen incontenibles
del cielo
y se hacen de piedra dentro de mí.

poema de Lucian Blaga en Los Poemas de la Luz (1919), traducido por Darie NovăceanuInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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