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Charles Baudelaire

La máscara

Estatua alegórica
a la manera del renacimiento
a Ernest Christophe, escultor

Contempla ese tesoro de gracias florentinas;
En la forma ondulante del musculoso cuerpo,
Son hermanas divinas la Elegancia y la Fuerza.
Esta mujer, fragmento en verdad milagroso,
Noblemente robusta, divinamente esbelta,
Nació para reinar en lechos suntuosos
Y entretener los ocios de un príncipe o de un papa.

- Observa esa sonrisa voluptuosa y fina
Donde la Fatuidad sus éxtasis pasea,
Esos taimados ojos lánguidos y burlones,
El velo que realza esa faz delicada
Cuyos rasgos nos dicen con aire triunfador:
«¡El Deleite me nombra y el Amor me corona!»
A un ser que está dotado de tanta majestad,
¡Qué encanto estimulante le da la gentileza!
Acerquémonos trémulos de su belleza en torno.

¡Oh blasfemia del arte! ¡Oh sorpresa brutal!
La divina mujer, que prometía la dicha
¡Concluye en las alturas en un monstruo bicéfalo

¡Mas no! Máscara es sólo, mentido decorado,
Ese rostro que luce un mohín exquisito,
Y, contémplalo cerca: atrozmente crispados,
La auténtica cabeza, el rostro más real,
Se ocultan al amparo de la cara que miente.

¡Oh mi pobre belleza! El río esplendoroso
De tu llanto se abisma en mi hondo corazón.
Me embriaga tu mentira y se abreva mi alma
En la ola que en tus ojos el Dolor precipita.

- Mas, ¿por qué llora? En esa belleza inigualable
Que tendría a sus pies todo el género humano,
¿Qué misterioso mal roe su flanco de atleta?

- ¡Insensata, solloza sólo porque ha vivido!
¡Y porque vive! Pero lo que lamenta más,
Lo que hasta las rodillas la hace estremecer
Es que mañana, ¡ay!, continuará viviendo,
¡Mañana, al otro día, siempre! ¡Igual que nosotros!

poema de Charles Baudelaire en Las Flores del malInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por Simona Enache
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Citas similares

Miguel Ángel Buonarroti

Dime, oh Dios, si mis ojos, realmente, la fiel verdad de la belleza miran; o si es que la belleza está en mi mente, y mis ojos la ven doquier que giran.

cita de Miguel Ángel BuonarrotiInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por Dan Costinaş
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Pablo Neruda

Soneto XVII

No te amo como si fueras rosa de sal, topacio
o flecha de claveles que propagan el fuego:
te amo como se aman ciertas cosas oscuras,
secretamente, entre la sombra y el alma.

Te amo como la planta que no florece y lleva
dentro de sí, escondida, la luz de aquellas flores,
y gracias a tu amor vive oscuro en mi cuerpo
el apretado aroma que ascendió de la tierra.

Te amo sin saber cómo, ni cuándo, ni de dónde,
te amo directamente sin problemas ni orgullo:
así te amo porque no sé amar de otra manera,

sino así de este modo en que no soy ni eres,
tan cerca que tu mano sobre mi pecho es mía,
tan cerca que se cierran tus ojos con mi sueño.

poema de Pablo Neruda en Cien sonetos de amor (1959)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por Dan Costinaş
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Dante Alighieri

Canto XXX

Tal vez a seis mil millas de nos lejana
hierve la sexta hora, y este mundo
inclina ya su sombra casi al lecho plano,

cuando el medio cielo, tan profundo,
comienza a cambiarse tanto, que alguna estrella
allá su aparecer pierde en el fondo;

y en cuanto viene la clarísima sierva
del Sol avanzando, entonces en el cielo
una a una se apagan hasta la más bella.

No de otro modo el triunfo que festeja
siempre en torno del punto que me venció,
como incluido en aquello que lo incluye,

de poco a poco de mi vista se extinguió;
por lo cual volví mis ojos a Beatriz
pues ya nada veía y me obligaba el amor.

Si cuanto hasta aquí de ella se dijo
encerrado fuera todo en una loa,
no podría ella cumplir su cometido.

La belleza que vi nos trasciende
no sólo allá, y tanto que ciertamente creo
que sólo su Hacedor la goza por entero.

En este paso más vencido me concedo
que lo fuera un autor de comedia
o de tragedia en el clímax de su tema;

pues, como el Sol a una flaca vista,
así el recuerdo de la dulce sonrisa
agotaba mi mente por mi mismo ya vacía.

Desde el primer día que vi su rostro
en esta vida, hasta llegar a esta vista,
de continuar mi canto no me vi privado,

pero ahora es necesario que desista
de ir ya más tras su belleza, poetizando,
como al cabo de sus fuerzas todo artista.

Así la dejo en manos de mayor bando
que el de mi tuba, que conduce
la ardua su materia terminando,

y con acto y voz de expedito guía
recomenzó: Hemos salido fuera
del mayor cuerpo al cielo que es luz pura:

luz intelectual, plena de amor;
amor de verdadero bien, lleno de dicha;
dicha que trasciende toda dulzura.

Aquí verás a ambas milicias
del paraíso, y a una con el mismo aspecto
en que la verás en la última justicia.

Como súbito relámpago que dispersa
los espíritus visivos, tal que priva
al ojo de ver más fuertes objetos,

así me circundó una luz viva,
y dejóme cegado con tal velo
su fulgor, que nada aparecía.

Siempre el amor que aquieta este cielo
con este saludo al que llega acoge
a fin de disponer a su llama la candela.

Tan pronto hubieron llegado a mí
estas breves palabras, comprendí
que había ascendido por encima de mis fuerzas;

y me reencendí en una visión nueva
tal que de ninguna luz más pura que fuera
no pudieran mis ojos defenderse de ella.

Y vi una luz viniendo como un río
fúlgido de fulgor, entre dos riberas
salpicadas de admirable primavera.

De la corriente brotaban centellas vivas,
que de todas partes llovían en las flores,
como rubíes que el oro circunscribe;

luego, como embriagadas de olores
sumergíanse en el admirable torbellino,
y la una se metía y la otra se salía afuera.

El gran deseo que ahora te inflama y urge,
que te expliquen lo que estás viendo,
tanto me place cuanto mayor insurge;

pero es preciso que de esta agua bebas
antes de que tanta sed en ti se sacie.
Así me dijo el sol de los ojos míos.

Y agregó todavía: El río y los topacios
que entran y salen y el sonreír de la hierba
como sombra de las veras son prefacios;

no que estas mismas cosas en sí sean acerbas;
mas por defecto de tu parte
porque tu visión no es aún tan soberbia.

No hay infante que tan súbito vuelva
su rostro a la leche, si despierta
más tarde de lo que acostumbra,

como yo por mejorar los espejos
de mis ojos, inclinándome a la onda
que se abre para que allí se prospere.

Y no bien de ella bebieron las cejas
de mis párpados, me pareció que la corriente
en su dimensión se hacía redonda.

Luego, como gente enmascarada
que se ve distinta que antes si desviste
la ajena figura que la esconde,

así se cambiaron en mayor fiesta
las flores y las centellas, en cuanto vi
a ambas las cortes del cielo manifiestas.

¡Oh esplendor de Dios por quien vi
el alto triunfo del veraz reino,
dame la virtud de contarlo como lo vi!

Luz hay allá arriba que hace visible
al creador a toda criatura
que de sólo verlo funda su paz.

Y se extiende en circular figura,
de tal tamaño que su circunferencia
sería del Sol demasiado amplia cintura;

de rayos consiste toda su apariencia
que se reflejan en la cumbre del primer móvil,
que obtiene de allí su vivir y su potencia.

Y como colina que en el agua sus laderas
espeja, como para verse bella,
cuando de verdura y flores rebosa

así, sobre la luz y flotando en torno,
vi espejarse en mil graderías las almas todas
que de nuestro mundo han hecho allí arriba su retorno.

Y si el ínfimo grado recoge
tan gran luz, ¡cuál será de esta rosa
la magnitud de sus extremas frondas!

Mi visión en lo amplio y en la altura
no se perdía, mas de todas las cosas prendía
el cuánto y el cuál de aquella alegría.

Cerca y lejos, allí, ni pone ni quita;
que donde Dios sin intermedios gobierna,
la ley natural no tiene cabida.

En el dorado centro de la rosa sempiterna,
que se dilata y se escala y resuma
olor de loas al Sol de la eterna primavera,

como quien calla y hablar quiere,
Beatriz me atrajo y dijo: ¡Mira
cuán grande es el convento de las estolas blancas!

¡Mira nuestra ciudad cuánto se extiende!
¡Mira nuestros escaños tan repletos,
que poca gente más se espera!

En esa gran sede en la que los ojos tienes
por la corona que ya está allí puesta,
antes que tú en estas nupcias cenes,

se sentará el alma, que ya fue augusta
del gran Enrique, que a enderezar Italia
vendrá antes que ella esté dispuesta.

La ciega codicia que os enferma,
os ha hecho como el niño
que muere de hambre y rechaza a la nodriza;

y hará que prefecto sea en el foro divino
un tal que en abierto y en cubierto
no andará con él por un mismo camino.

Mas poco será luego por Dios soportado
en el santo oficio: pues será arrojado
allá donde Simón Mago está por sus méritos

y hará que el de Anagni caiga aún más hondo.

poema de Dante Alighieri en La Divina Comedia, El Paraíso, traducido por Lic. Jorge SanguinettiInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Federico García Lorca

Poema de la soledad

Sí, tu niñez ya fábula de fuentes.
El tren y la mujer que llena el cielo,
tu soledad esquiva en los hoteles
y tu máscara pura de otro signo.

Es la niñez del mar y tu silencio
donde los sabios vidrios se quebraban,
es tu yerta ignorancia donde estuvo
mi torso limitado por el fuego.

Norma de amor te di, hombre de Apolo,
llanto con ruiseñor enajenado,
pero, pasto de ruina, te afilabas
para los breves sueños indecisos.

Pensamiento de enfrente, luz de ayer,
índices y señales del acaso.
Tu cintura de arena sin sosiego
atiende sólo rastros que no escalan,
pero yo he de buscar por los rincones
tu alma tibia sin ti que no te entiende,
con el dolor de Apolo detenido
con que he roto la máscara que llevas.

Allí, león, allí, furia del cielo,
te dejaré pacer en mis mejillas;
allí, caballo azul de mi locura,
pulso de nebulosa y minutero,
he de buscar las piedras de alacranes
y los vestidos de tu madre niña,
llanto de media noche y paño roto
que quitó luna de la sien del muerto.

Sí, tu niñez ya fábula de fuentes.
Alma extraña de mi hueco de venas,
te he de buscar pequeña y sin raíces,
¡Amor de siempre, amor, amor de nunca!
¡Oh, sí! Yo quiero. ¡Amor, amor! Dejadme.

No me tapen la boca los que buscan
espigas de Saturno por la nieve
o castran animales por un cielo,
clínica y selva de la anatomía.

Amor, amor, amor. Niñez del mar.
Tu alma tibia sin ti que no te entiende.
Amor, amor, un vuelo de la corza
por el pecho sin fin de la blancura.

Y tu niñez, amor, y tu niñez.
El tren y la mujer que llena el cielo,
Ni tú, ni yo, ni el aire, ni las hojas.
Sí, tu niñez ya fábula de fuentes.

poema de Federico García LorcaInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Espumas

Este cuerpo de amor no necesita
quemar su luz en otra ardiente rama.
La lava en que se quema y que derrama
por su propio volcán se precipita.
Tu hermosura sin voz sólo me incita,
no un corazón ni el vuelo de una llama.
Mi alimento es mi amor, y lo que ama
mi sangre es esa piel que un astro imita.
¿Qué esconde esa belleza? Sólo espumas.
Oh hermosa nada que a mi amor convoca,
raudo cielo sin Dios, mar sin secreto.
Pero besar todas sus dulces plumas
es ya el único sino de esta boca,
la única gloria ya de ese esqueleto.

poema de José Luis Cano en Poesía (1964)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Jacinto Benavente

Un ídolo

¡Bella forma gentil, idolatrada;
no animes de tu cuerpo la escultura
con el fuego de un alma enamorada!
¡Forma ideal, de lo ideal pagano!
pues que la forma es sólo tu hermosura,
y no es divino en ti sino lo humano.
Mi alma que a los sentidos se avasalla,
a ti se rinde con delirio insano;
y este amor desbordado que en mí estalla,
vivirá de sí mismo y tu belleza.
No muestres, pues, de tu alma la bajeza;
yo amaré por los dos. Tú, besa y calla.

poema de Jacinto BenaventeInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Carlos Fuentes

Un artista sabe que no hay belleza sin forma pero también que la forma de la belleza depende del ideal de una cultura. El artista trasciende, parcial y momentáneamente, el dilema, añadiendo un factor: no hay belleza sin mirada. Es natural que un artista privilegie a la mirada. Pero un gran artista no invita no sólo a mirar sino a imaginar.

cita de Carlos FuentesInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Oscar Wilde

El patetismo no me conmueve, pero la belleza, la sola belleza, puede llenarme los ojos de lágrimas.

Oscar Wilde en El retrato de Dorian Gray (1890)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Meng Chiao

Impromptu

Mantente alejado de espadas afiladas,
no te acerques a una mujer hermosa.
Una espada afilada demasiado próxima herirá tu mano,
la belleza de una mujer demasiado próxima herirá tu vida.
El peligro del camino no está en la distancia,
diez metros bastan para romper una rueda.
El peligro del amor no está en amar demasiado a menudo,
una simple noche puede dejar su herida en el alma.

poema de Meng ChiaoInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Bertrand Russell

Las matemáticas poseen no sólo la verdad, sino la suprema belleza, una belleza fría y austera, como una tumba.

cita de Bertrand RussellInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Su cuerpo es sólo un vehículo, transportando el alma. Es lo que hay dentro de la gente, es la belleza para la vista.

cita de Damian MarleyInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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La Tortura

Ay payita mía
Guárdate la poesía
Guárdate la alegría pa'ti
(Ay dame dame damelo)

No pido que todos los días sean de sol
No pido que todos los viernes sean de fiesta
Tampoco te pido que vuelvas rogando perdón
Si lloras con los ojos secos y hablando de ella

Ay amor me duele tanto
Me duele tanto
Que te fueras sin decir a dónde
Ay amor, fue una tortura perderte

Yo se que no he sido un santo
Pero lo puedo arreglar amor
No solo de pan vive el hombre
Y no de excusas vivo yo

Sólo de errores se aprende
Y hoy sé que es tuyo mi corazón
Mejor te guardas todo eso
A otro perro con ese hueso
Y nos decimos adiós

No puedo pedir que el invierno perdone a un rosal
No puedo pedir a los olmos que entreguen peras
No puedo pedirle lo eterno a un simple mortal
Y andar arrojando a los cerdos miles de perlas

Ay amor me duele tanto me duele tanto
Que no creas más en mis promesas
Ay amor es una tortura perderte
Yo sé que no he sido un santo

Pero lo puedo arreglar amor
No sólo de pan vive el hombre
Y no de excusas vivo yo
Sólo de errores se aprende

Y hoy sé que es tuyo mi corazón
Mejor te guardas todo eso
A otro perro con ese hueso
Y nos decimos adiós
(Ay dame dame damelo)

No te bajes, no te bajes
Oye negrita mira, no te rajes
De lunes a viernes tienes mi amor
Déjame el sábado a mi que es mejor

Oye mi negra no me castigues más
Porque allá afuera sin ti no tengo paz
Yo sólo soy un hombre arrepentido
Soy como el ave que vuelve a su nido

Yo se que no he sido un santo
Y es que no estoy hecho de cartón
No sólo de pan vive el hombre
Y no de excusas vivo yo

Sólo de errores se aprende
Y hoy sé que es tuyo mi corazón
Ay, ay, ay, ay, ay, ay
Ay, todo lo que he hecho por tí

Fue una tortura perderte
Y me duele tanto que sea así
Sigue llorando perdón
Yo, yo, no voy a llorar hoy por tí.

canción interpretada por Shakira feat. Alejandro Sanz, versos de Fernando Ochoa; ShakiraInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por Simona Enache
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Rumi

Por qué te sorprende que un espíritu humano no pueda recordar de dónde ha venido, dónde se originó y dónde residía antes de nacer? En este mundo que es como un sueño, el espíritu humano está rodeado por un velo como el que forman las nubes ocultando las estrellas, y ya no puede seguir viendo su antigua morada espiritual. La labor del espíritu humano en la Tierra es purificar su corazón para ver a través de ese velo y centrarse en el reino espiritual. El corazón debe penetrar el misterio de esta vida y percibir el principio y el final con una clara visión.

Rumi en Masnavi, IVInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por Simona Enache
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Fernando Pessoa

El guardador de rebaños

El guardador de rebaños
En un medio día de fin de primavera
Tuve un sueño como una fotografía.
Vi a Jesucristo descender a la tierra.
Vino por la ladera de un monte
Tornado otra vez niño,
A correr y a revolcarse por la hierba
Y a arrancar flores para tirarlas luego
Y a reírse de modo que lo escuchen de lejos.

Había huido del cielo.
Era demasiado nuestro para fingirse
La segunda persona de la Trinidad.
En el cielo era todo falso, todo en desacuerdo
Con flores y árboles y piedras.
En el cielo había que estar siempre serio
Y de vez en cuando tornarse otra vez hombre
Y subir a la cruz, y estar siempre muriendo

Con una corona toda alrededor de espinas
Y los pies atravesados por un clavo con cabeza,
Y hasta con un trapo alrededor de la cintura
Como los negros de las ilustraciones.
Ni siquiera lo dejaban tener padre y madre
Como los otros niños.
Su padre era dos personas:
Un viejo llamado José, que era carpintero.
Y que no era su padre;
Y el otro padre era una paloma estúpida,
La única paloma fea del mundo
Porque no era del mundo ni era paloma.
Y su madre no había amado antes de tenerlo.
No era mujer: era una valija
En la que había venido del cielo.
Y querían que él, que solo naciera de madre,
Y nunca tuviera un padre para amar con respeto,
Pregase la bondad y la justicia!
Un día que Dios estaba durmiendo
Y el Espíritu Santo andaba volando,
Él fue a la caja de los milagros y robó tres.
Con el primero hizo que nadie supiera que había huido.
Con el segundo se hizo eternamente humano y niño.
Con el tercero creó un Cristo eternamente en la cruz
Y lo dejó clavado en la cruz que hay en el cielo
Y sirve de modelo a las otras.
Después huyó hacia el sol
Y descendió por el primer rayo que encontró.
Hoy vive en mi aldea conmigo.
Es un niño de risa bonita y natural.
Limpia la nariz con el brazo derecho,
Chapotea en los charcos de agua,
Recoge flores, las disfruta y después las olvida.
Les tira piedras a los burros,
Roba fruta en las plantaciones
Y huye llorando y gritando por los perros.
Y, porque sabe que a ellas no les gusta
Y que a todos les causa gracia,
Corre atrás de las muchachas
Que van en grupo por los caminos
Con tinas de agua en las cabezas
Y les levanta las polleras.

A mi me enseñó todo.
Me enseñó a observar las cosas
Me señala todas las cosas que hay en las flores.
Me muestra como son graciosas las piedras
Cuando uno las tiene en la mano
Y las observa lentamente.
... Él vive conmigo en mi casa en medio de la colina.
Él es el Niño Eterno, el dios que faltaba.
Él es lo humano que es natural,
Él es lo divino que sonríe y juega.
Y por eso es que yo se con toda certeza
Que él es el Niño Jesús verdadero.

Y el niño tan humano que es divino
Es esta mi cotidiana vida de poeta,
Y es porque él anda siempre conmigo que yo soy poeta siempre.
Y que mi más mínima mirada
Me llena de sensación,
Y el más pequeño sonido, sea de lo que sea,
Parece hablar conmigo.
El Niño Nuevo que habita donde vivo
Me da una mano a mi
Y la otra a todo lo que existe
Y así vamos los tres por el camino venidero,
Saltando y cantando y riendo
Y gozando de nuestro secreto común
Que es el de saber por todas partes
Que no hay misterio en el mundo
Y que todo vale la pena.

El Niño Eterno me acompaña siempre.
La dirección de mi mirada es su dedo señalando.
Mi oído atento alegremente a todos los sonidos
Son las cosquillas que él me hace, jugando, en las orejas.
Nos llevamos tan bien el uno con el otro
En compañía de todo
Que nunca pensamos el uno en el otro,
Pero vivimos juntos los dos
En un acuerdo íntimo
Como la mano derecha con la izquierda.

Al anochecer jugamos a las cinco piedritas
En el escalón de la puerta de casa,
Graves como corresponde a un dios y a un poeta,
Y como si cada piedra
Fuese todo un universo
Y fuera por eso un gran peligro para ella
Dejarla caer al suelo.

Después yo le cuento historias de las cosas de los hombres
Y él sonríe, porque todo es increíble.
Se ríe de los reyes y de los que no son reyes,
Y siente pena al oír hablar de las guerras,
Y de los negocios, y de los navíos
Que dejan humo en el aire de altamar.
Porque él sabe que todo eso falta a aquella verdad
Que una flor tiene al florecer
Y que anda con la luz del sol
Modificando los montes y los valles
Y haciendo doler los ojos por la claridad de los muros.

Después el se adormece y yo lo acuesto.
Lo llevo a upa para dentro de casa
Y lo acuesto, desnudándolo lentamente
Como siguiendo un ritual muy limpio
Y todo materno hasta que queda desnudo.

Él duerme dentro de mi alma
Y a veces despierta de noche
Y juega con mis sueños.
Los da vuelta patas para arriba,
Pone unos encima de los otros
Y aplaude solo
Sonriéndole a mi sueño.
Cuando yo muera, hijito,
Sea yo el niño, el más pequeño.
Alzame vos a upa
Y llevame adentro de tu casa.
Desviste mi ser cansado y humano
Y acostame en tu cama.
Y contame historias, si despierto,
Para volverme a adormecer.
Y dame sueños tuyos para jugar
Hasta que nazca algún día
Que vos sabés cual es.
Esta es la historia de mi Niño Jesús.
¿Por que razón que se perciba
No ha de ser ella mas verdadera
Que todo lo que los filósofos piensan
Y todo lo que las religiones enseñan?

poema de Fernando Pessoa en El yo profundo y los otros yos, traducido por Graciela VolcoInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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¿Por qué no?

Siento que es más fuerte que yo,
esta noche y todas, cómo no,
habla por él y por mí,
decide por los dos.
No sé por qué no supe contestarle,
le tengo miedo para provocarle,
si yo tuviera valor
debiera abandonarle.
¿Qué puede pasar?
podrías lastimarme tu
pero puedes resultar herido,
oh no, tú no.
¿Por qué no...?
diré que ha sido culpa mía,
diré que han sido mis manías,
que lo he querido y lo he buscado yo.
¿Por qué no?
esta noche te diviertes tú,
mañana la venganza es mía,
porque mañana puede ser mi día.
¿Por qué no?
Cuántas dudas, cuántos porqués,
si no es amor que es lo que puede ser,
irresistiblemente suya me, quedo con él.
Al menos dime que me adorarás,
dámelo todo, abrázame al final,
y júrame después que no me dejarás.
¿Qué puede pasar?
podrías lastimarme tú
pero puedes resultar herido,
oh no, tu no
¿Por qué no...?
diré que ha sido culpa mía,
diré que han sido mis manías,
que lo he querido y lo he buscado yo.
¿Por qué no...?
esta noche te diviertes tú,
mañana la venganza es mía,
porque mañana puede ser mi día.
¿Por qué no?

canción interpretada por Laura PausiniInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por Simona Enache
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John Keats

La belleza es verdad; la verdad, belleza. Esto es todo lo que sabes sobre la tierra, y todo lo que necesitas saber.

cita de John KeatsInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Cornelia Păun Heinzel

Tiempo

Cada momento tiene su propio significado
Para mí, para ti, para él.
En cada momento ocurre una gran acción
Para mí, para ti, para él.
Cada momento es decisivo
Para mí, para ti, para él.
Cada momento puede cambiar tu vida
Hoy, mañana, pasado mañana, para siempre.
Lo bueno, lo malo, o la nada
Por un solo instante
Te puedes convertir en uno rey
Cerca de mí, de ti, cerca de todo.
En un momento
Puedes perderlo todo, poco o nada...

poema de Cornelia Păun Heinzel en Poesía Extranjera en Español (12 enero 2014), traducido por Alfredo CernudaInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
Añadido por Cornelia Păun Heinzel
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Para vivir un gran amor

Para vivir un gran amor se necesita mucha
concentración y mucho tino, mucha seriedad
poca risa... para vivir un gran amor.
.
Para vivir un gran amor es menester
ser hombre de una sola mujer;
pues serlo de muchas, pucha!,
es cosa fácil... no tiene ningún mérito.
.
Para vivir un gran amor, primero es preciso
consagrarse caballero y entregarse a su
dama por entero, sea como fuere. Hay que
convertir el cuerpo en una morada donde
se enclaustre a la mujer amada, y luego
apostarse afuera con una espada...
para vivir un gran amor.
.
Para vivir un gran amor es urgente,
descartarse al máximo de la gente,
pues en general la gente envidia
el amor profundamente.
Hay que cortar con grupos y boites,
pasar de largo ante los café-societies
y de todas sus tristes marionetas...
para vivir un gran amor.
.
Para vivir un gran amor, les digo, se
necesita mucha atención con el «mejor
amigo», que por andar solo se les puede
pegar hasta frustrar el gran amor.
Se necesita muchísimo cuidado con
aquellos que no estén apasionados,
pues quien no lo está se halla
siempre dispuesto a perturbar
el gran amor.
.
Para vivir un gran amor, en realidad,
hay que compenetrarse de la certidumbre
de que no existe amor sin fidelidad...
para vivir un gran amor. Pues quien traiciona
su amor por vanidad desconoce la libertad,
esa inmensa, innombrable libertad que
supone un solo amor.
.
Para vivir un gran amor, il faut además
de ser fiel, ser buen conocedor del
yudo y del arte culinario...
para vivir un gran amor.
.
Para vivir un gran amor perfecto
no basta ser apenas buen sujeto;
es necesario también tener grandes
pectorales, pectorales de remero.
Es preciso mirar siempre a la bien-amada, y
también a su viuda... amortajada en su finado
amor..., como a la primer enamorada.
.
Es muy necesario haber previsto
un crédito de rosas del florista... mayor,
mucho mayor que el de la modista!!...
para complacer al gran amor.
Pues lo único que el gran amor quiere
es amor, amor, sin medida;
además un tutuzinho con panceta hace ganar puntos...
.
Se ganan puntos sabiendo prepapar cositas:
huevos fritos, camarones, sopitas, salsas,
strogonoffs; comiditas para después del amor.
Y qué mejor que ir a la cocina
y preparar con amor una gallina
con una rica y sabrosa
farofinha para su gran amor?
.
Para vivir un gran amor es muy, muy
importante vivir siempre juntos
y hasta ser, en lo posible,
un solo difunto, para no morir de dolor.
Es necesario cuidar permanentemente, no sólo
el cuerpo sino también la mente,
pues la amada acusa cualquier
mezquindad y el amor se enfría un poco.
Hay que ser cortés sin cortesía;
dulce y conciliador sin cobardía;
saber ganar dinero con poesía...
para vivir un gran amor.
.
Es necesario saber tomar whisky,
no arriesgarse nunca con el mal bebedor!!
y ser impermeable a las habladurías,
con las que el amor, no quiere saber nada.
.
Pero todo esto no sirve de nada
si en esta oscura y alocada selva
no se supiere hallar a la bien-amada...
para vivir un gran amor.

poema de Vinícius de Moraes (1962)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Rosalía de Castro

Nada me importa, blanca o negra mariposa

Nada me importa, blanca o negra mariposa,
que dichas anunciándome o malhadadas nuevas,
en torno de mi lámpara o de mi frente en torno,
os agitéis inquietas.

La venturosa copa del placer para siempre
rota a mis pies está,
y en la del dolor llena... ¡llena hasta desbordarse!,
ni penas ni amarguras pueden caber ya más.

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Cuatro cantos de mi tierra

I

Tabasco en sangre madura
y en mi su poder sangró.
Agua y tierra el sol se jura;
y en nubarrón de espesura
la joven tierra surgió.

Tus hidrógenos caminos
a toda voz transité
y en tu oxígeno silbé
mis pulmones campesinos.

A puños sembré mi vida
de tu fuerza vendaval
que azúcar cañaveral
espolvorea en la huida.

El tiempo total verdea
y el espacio quema y brilla.
El agua mete la quilla
y de monte a mar sondea.

Pedacería de espejo.
La selva, encerrada, ulula.
Casi por cada reflejo
pájaro que se modula.

Más agua que tierra. Aguaje
para prolongar la sed.
La tierra vive a merced
del agua que suba o baje.

Cuando la selva repasa
su abecedario animal
relámpago vertebral
de caoba a cedro pasa.

Flota de isletas fluviales
varó en flor la soledad.
Son de todo eternidad
y de nada temporales.

El mediodía tajado
de algún fruto tropical
tiene un sabor de cristal
sonoramente mojado.

Hay en la noche un instante
de vida, que si durara,
húmeda la muerte alzara
cual un terrible diamante.

Y a veces en la ribera
es tan fina la mañana
que la sonrisa primera
todo el día nos hermana.

Tiempo de Tabasco; en hondo
suspiro te gozo así.
Contigo, cerca de mí
tiempo de morir escondo.

Arde en Tabasco la vida
de tal suerte, que la muerte
vive por morir hendida,
de un gran hachazo de vida
que da, sin querer, la suerte.


II

La ceiba es un árbol gris
de gigantesca figura.
Se ve su musculatura
medio manchada de gis.

Es el árbol que hace todo;
yo lo he visto trabajar
y en la tarde modelar
sus pajaritos de lodo.

Ceiba desnuda y campal
cuya fuerza liberó
bosque y cielo y estrenó
su claro de matorral.

En desnudo pugilato
parece que así despejas
el campo y que le aconsejas
a todo árbol buen recato.

Navegando por el río,
súbitamente apareces.
Te he visto así, tantas veces,
y el asombro es siempre mío.

Cuando en el atardecer
todo Tabasco decrece
y el aire en los cielos mece
lo que ya no pudo ser,
con qué bárbara grandeza
das la razón al paisaje
que con oscura certeza
se adueñó de algún celaje
con que así la noche empieza.

Ceiba te dije y te digo:
colgaré mí corazón
de un retoño de tu abrigo;
tendrá su sangre contigo
altura y vegetación.


III

Una laguna que llega
y una laguna que va.
Si la luz de frente anega
o la luz de lado da
el jacintal que congrega
su poesía despliega
que en mi voz cintilará.

Hay más laguna que luna
en la noche que es tan clara.
Semeja que el cielo usara
luz modal de la laguna.
Hay más laguna que luna.

Tiempo lagunar que cabe
para siempre en nuestra vida.
Que no se cierre la herida
que por su boca se sabe
la llegada y la partida.

Estábamos la laguna
y yo.
Como esa noche...
Con más laguna que luna
la noche se desnudó.
Sudor de intemperie humana
que el aire sutil saló
y en su humedad levantó
flor lujuria rusticana.

Tu adolescencia suspira
junto a mi pecho velludo.
El tiempo es tiempo desnudo
y su largo cuerpo estira.

Si por besarte viví
con más laguna que luna,
fue más luna que bebí
que el agua de la laguna
que a raya en cielos tendí.

Como esa noche...


IV

El agua es laguna o río.
Un espejo se quebró.
Por todos lados miró
la desnudez del estío.

Con el agua a la rodilla
vive Tabasco. Así dama
de abril a octubre la flama
que hace callar toda arcilla.

Si por boca de la selva
largó la verdad su grito,
miente el silencio infinito
del agua que el agua envuelva.

Llueve lejos, por la sierra.
Llueve a tambor y clarín.
Toro del agua, festín
corre por toda la tierra.

Joven terrón cuaternario,
por tu cuerpo de aluvión
sangra el verde corazón
de tu enorme pecho agrario.

Lo que muere y lo que vive
junto al agua vive y muere.
Si en lluvia el cielo así quiere
moje su noche en aljibe.

Más agua que tierra. Aguaje
para prolongar la sed.
La tierra vive a merced
del agua que suba o baje.

Brillan los laguneríos;
en la tarde tropical
actitud de garza real
torna el aire de los ríos.

La noche en lluvia y batracio
retiñe el nocturno verde
y al otro día se muerde
verde el verde del espacio.

Agua de Tabasco vengo
y agua de Tabasco voy.
De agua hermosa es mi abolengo;
y es por eso que aquí estoy
dichoso con lo que tengo.

poema de Carlos Pellicer (1943)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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