Cuando me miro en el espejo veo a la niña que era cuando yo era pequeña, con los tirantes, los dientes torcidos, una cara infantil y un cuerpo delgado.
cita de Heather Locklear
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Tarzán de los Monos le acarició la suave cabellera y trató de tranquilizarla y consolarla como Kala hacía con él cuando era una pequeña cría de mono y Sabor, la leona, o Hista, la serpiente, lo asustaban.
Edgar Rice Burroughs en Tarzán de los monos (1912)
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La boca, por lo que podía ver de ella bajo el tupido bigote, era fina y tenía una apariencia más bien cruel, con unos dientes blancos peculiarmente agudos; éstos sobresalían sobre los labios, cuya notable rudeza mostraba una singular vitalidad en un hombre de su edad. En cuanto a lo demás, sus orejas eran pálidas y extremadamente puntiagudas en la parte superior; el mentón era amplio y fuerte, y las mejillas firmes, aunque delgadas. La tez era de una palidez extraordinaria.
Bram Stoker en Drácula (1897)
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Había una vez una niña muy bonita, una pequeña princesa que tenía un cutis blanco como la nieve, labios y mejillas rojos como la sangre, y cabellos negros como el azabache. Su nombre era Blancanieves.
Hermanos Grimm en Blancanieves y los siete enanitos (1812)
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Canción de Otoño en Primavera
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...
Plural ha sido la celeste
historia de mi corazón.
Era una dulce niña, en este
mundo de duelo y de aflicción.
Miraba como el alba pura;
sonreía como una flor.
Era su cabellera obscura
hecha de noche y de dolor.
Yo era tímido como un niño.
Ella, naturalmente, fue,
para mi amor hecho de armiño,
Herodías y Salomé...
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...
Y más consoladora y más
halagadora y expresiva,
la otra fue más sensitiva
cual no pensé encontrar jamás.
Pues a su continua ternura
una pasión violenta unía.
En un peplo de gasa pura
una bacante se envolvía...
En sus brazos tomó mi ensueño
y lo arrulló como a un bebé...
Y te mató, triste y pequeño,
falto de luz, falto de fe...
Juventud, divino tesoro,
¡te fuiste para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...
Otra juzgó que era mi boca
el estuche de su pasión;
y que me roería, loca,
con sus dientes el corazón.
Poniendo en un amor de exceso
la mira de su voluntad,
mientras eran abrazo y beso
síntesis de la eternidad;
y de nuestra carne ligera
imaginar siempre un Edén,
sin pensar que la Primavera
y la carne acaban también...
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer.
¡Y las demás! En tantos climas,
en tantas tierras siempre son,
si no pretextos de mis rimas
fantasmas de mi corazón.
En vano busqué a la princesa
que estaba triste de esperar.
La vida es dura. Amarga y pesa.
¡Ya no hay princesa que cantar!
Mas a pesar del tiempo terco,
mi sed de amor no tiene fin;
con el cabello gris, me acerco
a los rosales del jardín...
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...
¡Mas es mía el Alba de oro!
poema de Rubén Darío (1905)
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Su serena respiración era más lenta que la de Eguchi. De vez en cuando el viento pasaba sobre la casa, pero ya no tenía el sonido de un invierno inminente. El bramido de las olas contra el acantilado se suavizaba al aproximarse. Su eco parecía llegar del océano como música que sonara en el cuerpo de la muchacha y los latidos de su pecho y el pulso de ella le servían de acompañamiento. Al ritmo de la música, una mariposa pura y blanca danzó sobre sus párpados cerrados. Retiró la mano de la muñeca de ella. No la tocaba en ninguna parte. Ni la fragancia de su aliento, ni de su cuerpo, ni de sus cabellos era fuerte.
Yasunari Kawabata en La casa de las bellezas durmientes (1961)
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Cervantes era un hombre demasiado sabio como para no saber que, aún cuando opusiera los sueños y la realidad, la realidad no era, digamos, la verdadera realidad, o la monótona realidad común. Era una realidad creada por él; es decir, la gente que representa la realidad en Don Quijote forma parte del sueño de Cervantes tanto como Don Quijote y sus infladas ideas de la caballerosidad, de defender a los inocentes y demás. Y a lo largo de todo el libro hay una suerte de mezcla de los sueños y la realidad.
Jorge Luis Borges en Mi entrañable señor Cervantes (1968)
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No es que yo fuera mala persona, es que no sabía quién era yo. Y cuando estás en esa cara oscura, estás demasiado ocupada salvándote a tí misma que no puedes ayudar a los demás. Te vuelves muy egoísta.
cita de Angelina Jolie
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Cuando empecé mi pelo era negro y el presidente era blanco.
cita de Jay Leno
Añadido por Dan Costinaş
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Cuando abro mis ojos al mundo exterior, me siento como una gota de agua en el océano; pero cuando cierro mis ojos y miro interiormente, veo el universo completo como una burbuja levantándose en océano de mi corazón.
Inayat Khan en La Sinfonía Divina
Añadido por Simona Enache
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Mi madre era guapa a su modo. Guapa cuando quería, o cuando la belleza venía a visitarla, como la inspiración a los poetas o las apariciones a los santos.
Luis Landero en El Guitarrista (2002)
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Y mirá que apenas nos conocíamos y ya la vida urdía lo necesario para desencontrarnos minuciosamente. Como no sabías disimular me di cuenta en seguida de que para verte como yo quería era necesario empezar por cerrar los ojos, y entonces primero cosas como estrellas amarillas (moviéndose en una jalea de terciopelo), luego saltos rojos del humor y de las horas, ingreso paulatino en un mundo - Maga que era la torpeza y la confusión pero también helechos con la firma de la arena Klee, el circo Miró, los espejos de ceniza Vieira da Silva, un mundo donde te movías como un caballo de ajedrez que se moviera como una torre que se moviera como un alfil.
Julio Cortázar en Rayuela (1963)
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Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación.
Charles Dickens en Historia de dos ciudades (1859)
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Veo hacia atrás en mi vida con gran alegría. Creo que fue una vida muy exitosa. Siempre hice lo que quise y nunca me importó lo que los demás pensaran. ¿Liberación de la mujer? Yo era una mujer liberada antes de que hubiera un nombre para eso.
cita de Peggy Guggenheim
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Y entonces, Victor, apareció Lulu. Y Lulu, Victor, era mujer. Era puta, perra, guarra, rastrera. Se hizo el silencio y en medio del círculo estaba Lulu: los labios pintados, en forma de corazón, con un dedo de carmín; los ojos, con pestañas artificiales de un negro-alquitrán, parpadeaban “dulcemente” con el rabillo dibujado con un pincel; las mejillas, cubiertas con base de maquillaje; una peluca lujuriante, roja como el fuego y un lunar pegado en la barbilla.
Mircea Cărtărescu en Lulu (Travesti) (1994), traducido por Marian Ochoa de Eribe
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Cuando yo tenía catorce años, mi padre era tan ignorante que no podía soportarle. Pero cuando cumplí los veintiuno, me parecía increíble lo mucho que mi padre había aprendido en siete años.
cita de Mark Twain
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Era una vez una Cucaracha llamada Gregorio Samsa que soñaba que era una Cucaracha llamada Franz Kafka que soñaba que era un escritor que escribía acerca de un empleado llamado Gregorio Samsa que soñaba que era una Cucaracha.
Augusto Monterroso en La oveja negra y demás fábulas (1969)
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Y así, después de muchos nombres que formó, borró y quitó, añadió, deshizo y tornó a hacer en su memoria e imaginación, al fin le vino a llamar Rocinante: nombre, a su parecer, alto, sonoro y significativo de lo que había sido cuando fue rocín, antes de lo que ahora era, que era antes y primero de todos los rocines del mundo.
Miguel de Cervantes Saavedra en El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha (1605)
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Yo te miro, yo te miro sin cansarme de mirar y que lindo niño veo a tus ojos asomar.
cita de Gabriela Mistral
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Leif era mi refugio. Mi roca para la normalidad. Él era un amigo. Era Dank quien me consumía.
Abbi Glines en Existence (2011)
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Alguna vez me quejé de yates en el Mediterráneo con Madonna, que la idolatraba como a una niña, y me abofeteó en la cara.
cita de Elizabeth Banks
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