Los asteroides son los parásitos de los cielos.
cita de Walter Baade
Añadido por Dan Costinaş
¡Comentar! | ¡Votar! | ¡Copia!

Citas similares

Los parásitos florecen en la herida del árbol.
aforismo de Valeriu Butulescu, traducido por Ulises Estrella
Añadido por Simona Enache
¡Comentar! | ¡Votar! | ¡Copia!


Los cielos proclaman la gloria de Kepler y Newton.
cita de Auguste Comte
Añadido por Dan Costinaş
¡Comentar! | ¡Votar! | ¡Copia!


Rebolledo: ¡Viven los cielos, que eres
corona de las mujeres!
réplica en El alcalde de Zalamea, obra de Pedro Calderón de la Barca (1640)
Añadido por Dan Costinaş
¡Comentar! | ¡Votar! | ¡Copia!


Conozco pintores que no saben copiar hombres y pretenden subir a los cielos a pintar dioses.
cita de Eugène Delacroix
Añadido por Dan Costinaş
¡Comentar! | ¡Votar! | ¡Copia!

El movimiento de la tierra sola basta, por tanto, para explicar tantas desigualdades aparentes en los cielos.
cita de Nicolás Copérnico
Añadido por Dan Costinaş
¡Comentar! | ¡Votar! | ¡Copia!


Laertes: ¡Oh! ¡Cielos! Y ¿es posible que el entendimiento de una tierna joven sea tan frágil como la vida del hombre decrépito?
réplica en Hamlet, Acto IV, Escena 5 de William Shakespeare (1599), traducido por Inarco Celenio
Añadido por Dan Costinaş
¡Comentar! | ¡Votar! | ¡Copia!


¡Ay mísero de mí, y ay infelice! Apurar, cielos, pretendo, ya que me tratáis así, qué delito cometí contra vosotros naciendo.
Pedro Calderón de la Barca en La vida es sueño (1635)
Añadido por Dan Costinaş
1 comentario - ¡Comentar! | ¡Votar! | ¡Copia!


Después, el mar no ha vuelto a contarme sus secretos, y aunque la luna ha iluminado los cielos muchas veces desde entonces con todo su esplendor, la Nave Blanca del sur no ha vuelto jamás.
H.P. Lovecraft en La Nave Blanca (1919)
Añadido por Dan Costinaş
¡Comentar! | ¡Votar! | ¡Copia!


¡Ay, cielos, y cuántos billetes le escribí! ¡Cuán regaladas y honestas respuestas tuve! ¡Cuántas canciones compuse y cuántos enamorados versos, donde el alma declaraba y trasladaba sus sentimientos, pintaba sus encendidos deseos, entretenía sus memorias y recreaba su voluntad!
Miguel de Cervantes Saavedra en El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha (1605)
Añadido por Dan Costinaş
¡Comentar! | ¡Votar! | ¡Copia!


La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres.
Miguel de Cervantes Saavedra en El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha (1605)
Añadido por Dan Costinaş
¡Comentar! | ¡Votar! | ¡Copia!

Pues, ¿puede haber más flagrante abuso de la abstracción que el distinguir entre la existencia de los objetos sensibles y el que sean percibidos, concibiéndolos existentes sin ser percibidos?. Todo el conjunto de los cielos y la innumerable muchedumbre de seres que pueblan la tierra, en una palabra, todos los cuerpos que componen la maravillosa estructura del Universo, sólo tienen substancia en una mente; su ser consiste en que sean percibidos o conocidos.
George Berkeley en Principios del conocimiento
Añadido por Dan Costinaş
¡Comentar! | ¡Votar! | ¡Copia!


El comienzo de mi vida de ermitaño ha sido poco venturoso. ¡Cuatro semanas enfermo, tosiendo constantemente! ¡Oh, estos implacables vientos y estos sombríos cielos del Norte! ¡Oh, los intransitables senderos y los calmosos médicos rurales! Pero peor que todo, incluso que la privación de todo semblante humano en torno mío, es la contaminación de Kenneth de que debo permanecer en casa, sin salir, hasta que empiece el buen tiempo...
Emily Brontë en Cumbres borrascosas (1846)
Añadido por Dan Costinaş
¡Comentar! | ¡Votar! | ¡Copia!


Luna enemiga
Como al chocar los astros contra mi pecho no veía,
fui hundiéndome de espaldas en los cielos pasados.
Diez reyes del otoño contra mí se rebelaron.
Ángeles y traiciones siempre aceleran las caídas.
Una hoja, un hombre.
En tu órbita se quemaba mi sangre, luna enemiga.
Salvadme de los años en estado de nebulosa,
de los espejos que pronuncian trajes y páginas desvanecidos,
de las manos estampadas en los recuerdos que bostezan.
Huid.
Nos entierran en viento enemigo.
Y es que mi alma ha olvidado las reglas.
poema de Rafael Alberti en Sobre los ángeles (1929)
Añadido por Dan Costinaş
¡Comentar! | ¡Votar! | ¡Copia!


Esta noche
Esta noche el paisaje soñador se niquela
con la blanda caricia de la lumbre lunar;
en el monte hay cocuyos, y mi balsa que riela
va borrando luceros sobre el agua estelar.
El fogón de la prora, con su alegre candela,
me enciende en oro trémulo como a un dios tutelar;
y unos indios desnudos, con curiosa cautela,
van corriendo en la playa para verme pasar.
Apoyado en el remo avizoro el vacío,
y la luna prolonga mi silueta en el río;
me contemplan los cielos, y del agua al rumor
alzo tristes cantares en la noche perpleja,
y a la voz del bambuco que en la sombra se aleja,
la montaña responde con un vago clamor.
poema de José Eustasio Rivera
Añadido por Dan Costinaş
¡Comentar! | ¡Votar! | ¡Copia!


El Cisne
Sin ruido, en el espejo de hondos y calmos lagos,
el cisne impulsa la ola, y con sus largos remos
se desliza. En sus flancos, su plumón se asemeja
a las nieves de abril, que hace ceder el sol;
pero firme y de un blanco que brilla bajo el céfiro,
su gran ala lo arrastra como a un lento navío.
Alza su hermoso cuello sobre el cañaveral,
lo hunde, lo pasea, y estirado en el agua,
lo curva con donaire, como un perfil de acanto,
y oculta en su garganta brillante el negro pico.
A veces, junto a pinos que albergan paz y sombra,
serpentea, y dejando que los herbajes densos
se arrastren en pos de él como una cabellera,
avanza, con andar desmayado y tardío.
La gruta, en la cual oye su sentir el poeta
y la fuente que llora una ausencia infinita,
le placen: vaga allí y una hoja de sauce
al caerse le roza los hombros en silencio.
A veces, a alta mar, lejos del bosque oscuro
se llega y, timoneando, soberbio, en el azur,
elige, al celebrar su blancura que admira,
el sitio deslumbrante donde el sol se refleja.
Luego, cuando la costa del agua no distingue,
a la hora en que todo forma un confuso espectro,
cuando ya no se mueven ni un junco ni un gladiolo,
y hacen ruido las ranas en el sereno bosque
y en el claro de luna la luciérnaga luce:
en el lago sombrío, que bajo ella copia
una espléndida noche lacteada y violeta,
el ave, como un vaso de plata entre diamantes,
la cabeza en el ala, se duerme entre dos cielos.
poema de Sully Prudhomme
Añadido por Dan Costinaş
¡Comentar! | ¡Votar! | ¡Copia!

Cuatro cantos de mi tierra
I
Tabasco en sangre madura
y en mi su poder sangró.
Agua y tierra el sol se jura;
y en nubarrón de espesura
la joven tierra surgió.
Tus hidrógenos caminos
a toda voz transité
y en tu oxígeno silbé
mis pulmones campesinos.
A puños sembré mi vida
de tu fuerza vendaval
que azúcar cañaveral
espolvorea en la huida.
El tiempo total verdea
y el espacio quema y brilla.
El agua mete la quilla
y de monte a mar sondea.
Pedacería de espejo.
La selva, encerrada, ulula.
Casi por cada reflejo
pájaro que se modula.
Más agua que tierra. Aguaje
para prolongar la sed.
La tierra vive a merced
del agua que suba o baje.
Cuando la selva repasa
su abecedario animal
relámpago vertebral
de caoba a cedro pasa.
Flota de isletas fluviales
varó en flor la soledad.
Son de todo eternidad
y de nada temporales.
El mediodía tajado
de algún fruto tropical
tiene un sabor de cristal
sonoramente mojado.
Hay en la noche un instante
de vida, que si durara,
húmeda la muerte alzara
cual un terrible diamante.
Y a veces en la ribera
es tan fina la mañana
que la sonrisa primera
todo el día nos hermana.
Tiempo de Tabasco; en hondo
suspiro te gozo así.
Contigo, cerca de mí
tiempo de morir escondo.
Arde en Tabasco la vida
de tal suerte, que la muerte
vive por morir hendida,
de un gran hachazo de vida
que da, sin querer, la suerte.
II
La ceiba es un árbol gris
de gigantesca figura.
Se ve su musculatura
medio manchada de gis.
Es el árbol que hace todo;
yo lo he visto trabajar
y en la tarde modelar
sus pajaritos de lodo.
Ceiba desnuda y campal
cuya fuerza liberó
bosque y cielo y estrenó
su claro de matorral.
En desnudo pugilato
parece que así despejas
el campo y que le aconsejas
a todo árbol buen recato.
Navegando por el río,
súbitamente apareces.
Te he visto así, tantas veces,
y el asombro es siempre mío.
Cuando en el atardecer
todo Tabasco decrece
y el aire en los cielos mece
lo que ya no pudo ser,
con qué bárbara grandeza
das la razón al paisaje
que con oscura certeza
se adueñó de algún celaje
con que así la noche empieza.
Ceiba te dije y te digo:
colgaré mí corazón
de un retoño de tu abrigo;
tendrá su sangre contigo
altura y vegetación.
III
Una laguna que llega
y una laguna que va.
Si la luz de frente anega
o la luz de lado da
el jacintal que congrega
su poesía despliega
que en mi voz cintilará.
Hay más laguna que luna
en la noche que es tan clara.
Semeja que el cielo usara
luz modal de la laguna.
Hay más laguna que luna.
Tiempo lagunar que cabe
para siempre en nuestra vida.
Que no se cierre la herida
que por su boca se sabe
la llegada y la partida.
Estábamos la laguna
y yo.
Como esa noche...
Con más laguna que luna
la noche se desnudó.
Sudor de intemperie humana
que el aire sutil saló
y en su humedad levantó
flor lujuria rusticana.
Tu adolescencia suspira
junto a mi pecho velludo.
El tiempo es tiempo desnudo
y su largo cuerpo estira.
Si por besarte viví
con más laguna que luna,
fue más luna que bebí
que el agua de la laguna
que a raya en cielos tendí.
Como esa noche...
IV
El agua es laguna o río.
Un espejo se quebró.
Por todos lados miró
la desnudez del estío.
Con el agua a la rodilla
vive Tabasco. Así dama
de abril a octubre la flama
que hace callar toda arcilla.
Si por boca de la selva
largó la verdad su grito,
miente el silencio infinito
del agua que el agua envuelva.
Llueve lejos, por la sierra.
Llueve a tambor y clarín.
Toro del agua, festín
corre por toda la tierra.
Joven terrón cuaternario,
por tu cuerpo de aluvión
sangra el verde corazón
de tu enorme pecho agrario.
Lo que muere y lo que vive
junto al agua vive y muere.
Si en lluvia el cielo así quiere
moje su noche en aljibe.
Más agua que tierra. Aguaje
para prolongar la sed.
La tierra vive a merced
del agua que suba o baje.
Brillan los laguneríos;
en la tarde tropical
actitud de garza real
torna el aire de los ríos.
La noche en lluvia y batracio
retiñe el nocturno verde
y al otro día se muerde
verde el verde del espacio.
Agua de Tabasco vengo
y agua de Tabasco voy.
De agua hermosa es mi abolengo;
y es por eso que aquí estoy
dichoso con lo que tengo.
poema de Carlos Pellicer (1943)
Añadido por Dan Costinaş
¡Comentar! | ¡Votar! | ¡Copia!
