Balada de las damas de antaño
Decidme en qué comarca, decidme en dónde
encontrar a Flora, la beldad romana;
dónde Archipiada de la luz se esconde
y ThaÃs que fuera la su prima hermana;
Eco condenada a repetir, lejana,
el cantar del agua, del monte el ruido,
que tan bella fue cuando lo quiso el hado;
mas las mismas nieves del año pasado
¿adónde se han ido?
Decid dónde HeloÃsa está, la tan juiciosa,
por quien fue castrado y enclaustrado luego
Abelardo el Sabio en Saint-Denis famosa:
pagó con tal pena su imprudente fuego.
¿Dónde aquella reina está, asimismo agrego,
quien a Buridán, que la hubo poseÃdo,
quiso que arrojaran al Sena embolsado?
Mas las mismas nieves del año pasado
¿adónde se han ido?
La reina Blanca como flor de lis
que con falsa voz de sirena cantaba,
Berta la del gran pie, Beatriz, AlÃs,
Haremburgis que en todo el Maine reinaba,
y la lorenesa Juana, buena y brava,
que en Rouen quemara el Inglés forajido,
Virgen soberana ¿dónde se han guardado?
Mas las mismas nieves del año pasado
¿adónde se han ido?
No buscaréis, PrÃncipe, año ni semana
un oculto sitio al que hayan escapado
sin que mi estribillo cante en vuestro oÃdo:
"Mas las mismas nieves del año pasado
¿adónde se han ido?"
poema de François Villon en El Testamento (1461), traducido por Rubén Abel Reches
Añadido por Dan Costinaş
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Citas similares
No hay desarrollo ahà donde las polÃticas son improvisadas, donde reina la ocurrencia, o donde el miedo y la desidia llevan a repetir incansablemente las estrategias del pasado.
Óscar Arias Sánchez en presentación del Plan Nacional de Desarrollo (24 enero 2007)
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A la amada
Asà el entero dÃa en largo, incierto
sueño gimo; mas luego cuando aduna
la noche las estrellas y la luna,
frÃo el aire y de sombras ya cubierto,
donde el llano es selvoso y más desierto
lento entonces vagando, una por una,
palpo las llagas que la vil fortuna
y Amor y el mundo han en mi pecho abierto.
Tal vez cansado, apoyo me da un pino
o con mis esperanzas, allà donde
suena la onda, tal vez hablo y deliro.
Mas las iras del mundo y del destino
olvidando por ti, por ti suspiro
luz de mis ojos, ¿quién a mà te esconde?
poema de Ugo Foscolo, traducido por Clemente Althaus
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Ahora ustedes se han ido! Pero os llevo muy dentro del corazón, donde todavÃa sois unos bebés y os gusta estar juntos con vuestra madre en un pequeño rincón.
Ricarda Huch en El último verano (1910)
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Año de nieves, año de bienes.
proverbios españoles
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Entonces, comenzaron a ganar altura hacia el este, parecÃa; después, oscureció y se encontraron en plena tormenta, la lluvia tan espesa que podÃa haber creÃdo volar a través de un cascada, y después salieron de ella y Compie volvió la cabeza y sonrió, señalando a algo con el dedo, delante de ellos, todo lo que pudo ver, tan vasta como el mundo, inmensa, alta e increÃblemente blanca bajo el sol, era la cima cuadrada del Kilimanjaro. Y entonces comprendió que era adonde iba.
Ernest Hemingway en Las nieves del Kilimanjaro (1936)
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Nunca vayas por el camino trazado, porque conduce hacia donde otros han ido ya.
cita de Alexander Graham Bell
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Principio
Disculpad compañeros,
los árboles no han dado fruto este año
y vengo con los peores alimentos;
pobres son mis tesoros, aunque no soy avaro
están mis campos de trigo desiertos.
Disculpad compañeros, la luz es débil, escasa,
la única vela que encontré en el corazón de mi abrigo
para vosotros la he encendido...
pero es una vieja conocida, su llama son lágrimas.
Disculpad compañeros, mi corazón está triste,
¿de dónde traer las palabras alegres?
poema de Saleh Abd Al-Sabur en Los sueños del viejo jinete (1964), traducido por Manuel Jiménez Lucena
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Esta es su tierra, y no hay razón para que no se comporten con naturalidad, sus raÃces han ido hundiéndose en este suelo generación tras generación, sin necesidad de que vengas de lejos en su busca. En cuanto a los que se fueron de aquà hace tiempo, en su época no existÃa todavÃa la estación de autobuses, y menos aún los coches de lÃnea. Por rÃo, habÃa que tomar una barca cubierta de esteras; y por tierra, alquilar una carreta. Si realmente uno no tenÃa dinero, sólo podÃa contar con sus suelas. Ahora, todos los que aún tienen un soplo de vida regresan, incluso desde la otra orilla del PacÃfico, ya sea en utilitario o en coche de lujo con aire acondicionado. Algunos han hecho fortuna, otros se han hecho famosos, otros no son nada, pero han envejecido y quieren volver. Al aproximarse al final de la vida, ¿quién no siente nostalgia por su tierra?
Gao Xingjian en La montaña del alma (1990)
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Debemos arrojar a los océanos del tiempo una botella de náufragos siderales, para que el universo sepa de nosotros lo que no han de contar las cucarachas que nos sobrevivirán: que aquà existió un mundo donde prevaleció el sufrimiento y la injusticia, pero donde conocimos el amor y donde fuimos capaces de imaginar la felicidad.
cita de Gabriel GarcÃa Márquez
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Vuestros huesos
Voy a evitar la tierra recientemente cavada,
para no entrar en sus vientres y tocar
las bandadas de huesos que no son vuestras.
Voy a evitar la tierra húmeda, como si evitase
los pastos llenos de tinieblas.
Voy a acercarme a orillas de las aguas
y sentarme a la puerta oculta del crepúsculo,
lejos de los caminos que van a todas partes.
Pero ya tengo que ir otra vez
y voy a ponerme de nuevo el escudo aplanado.
Por aquà han pasado los caracoles,
por allá los hermanos-cangrejos
han tirado de sus cuerpos truncados.
¿Por dónde tengo que ir
para poder volver a vuestros huesos?
poema de Andrei Langa
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Amor constante, más allá de la muerte
Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco dÃa,
y podrá desatar esta alma mÃa
hora a su afán ansioso lisonjera;
mas no, de esotra parte, en la ribera,
dejará la memoria, en donde ardÃa:
nadar sabe mi llama la agua frÃa,
y perder el respeto a ley severa.
Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas que han gloriosamente ardido,
su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.
poema de Francisco de Quevedo (1648)
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Poema 13
He ido marcando con cruces de fuego
el atlas blanco de tu cuerpo.
Mi boca era una araña que cruzaba escondiéndose.
En ti, detrás de ti, temerosa, sedienta.
Historias que contarte a la orilla del crepúsculo,
muñeca triste y dulce, para que no estuvieras triste.
Un cisne, un árbol, algo lejano y alegre.
El tiempo de las uvas, el tiempo maduro y frutal.
Yo que vivà en un puerto desde donde te amaba.
La soledad cruzada de sueño y de silencio.
Acorralado entre el mar y la tristeza.
Callado, delirante, entre dos gondoleros inmóviles.
Entre los labios y la voz, algo se va muriendo.
Algo con alas de pájaro, algo de angustia y de olvido.
Asà como las redes no retienen el agua.
Muñeca mÃa, apenas quedan gotas temblando.
Sin embargo, algo canta entre estas palabras fugaces.
Algo canta, algo sube hasta mi ávida boca.
Oh poder celebrarte con todas las palabras de alegrÃa.
Cantar, arder, huir, como un campanario en las manos de un loco.
Triste ternura mÃa, qué te haces de repente?
Cuando he llegado al vértice más atrevido y frÃo
mi corazón se cierra como una flor nocturna.
poema de Pablo Neruda
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Canto XXX
Tal vez a seis mil millas de nos lejana
hierve la sexta hora, y este mundo
inclina ya su sombra casi al lecho plano,
cuando el medio cielo, tan profundo,
comienza a cambiarse tanto, que alguna estrella
allá su aparecer pierde en el fondo;
y en cuanto viene la clarÃsima sierva
del Sol avanzando, entonces en el cielo
una a una se apagan hasta la más bella.
No de otro modo el triunfo que festeja
siempre en torno del punto que me venció,
como incluido en aquello que lo incluye,
de poco a poco de mi vista se extinguió;
por lo cual volvà mis ojos a Beatriz
pues ya nada veÃa y me obligaba el amor.
Si cuanto hasta aquà de ella se dijo
encerrado fuera todo en una loa,
no podrÃa ella cumplir su cometido.
La belleza que vi nos trasciende
no sólo allá, y tanto que ciertamente creo
que sólo su Hacedor la goza por entero.
En este paso más vencido me concedo
que lo fuera un autor de comedia
o de tragedia en el clÃmax de su tema;
pues, como el Sol a una flaca vista,
asà el recuerdo de la dulce sonrisa
agotaba mi mente por mi mismo ya vacÃa.
Desde el primer dÃa que vi su rostro
en esta vida, hasta llegar a esta vista,
de continuar mi canto no me vi privado,
pero ahora es necesario que desista
de ir ya más tras su belleza, poetizando,
como al cabo de sus fuerzas todo artista.
Asà la dejo en manos de mayor bando
que el de mi tuba, que conduce
la ardua su materia terminando,
y con acto y voz de expedito guÃa
recomenzó: Hemos salido fuera
del mayor cuerpo al cielo que es luz pura:
luz intelectual, plena de amor;
amor de verdadero bien, lleno de dicha;
dicha que trasciende toda dulzura.
Aquà verás a ambas milicias
del paraÃso, y a una con el mismo aspecto
en que la verás en la última justicia.
Como súbito relámpago que dispersa
los espÃritus visivos, tal que priva
al ojo de ver más fuertes objetos,
asà me circundó una luz viva,
y dejóme cegado con tal velo
su fulgor, que nada aparecÃa.
Siempre el amor que aquieta este cielo
con este saludo al que llega acoge
a fin de disponer a su llama la candela.
Tan pronto hubieron llegado a mÃ
estas breves palabras, comprendÃ
que habÃa ascendido por encima de mis fuerzas;
y me reencendà en una visión nueva
tal que de ninguna luz más pura que fuera
no pudieran mis ojos defenderse de ella.
Y vi una luz viniendo como un rÃo
fúlgido de fulgor, entre dos riberas
salpicadas de admirable primavera.
De la corriente brotaban centellas vivas,
que de todas partes llovÃan en las flores,
como rubÃes que el oro circunscribe;
luego, como embriagadas de olores
sumergÃanse en el admirable torbellino,
y la una se metÃa y la otra se salÃa afuera.
El gran deseo que ahora te inflama y urge,
que te expliquen lo que estás viendo,
tanto me place cuanto mayor insurge;
pero es preciso que de esta agua bebas
antes de que tanta sed en ti se sacie.
Asà me dijo el sol de los ojos mÃos.
Y agregó todavÃa: El rÃo y los topacios
que entran y salen y el sonreÃr de la hierba
como sombra de las veras son prefacios;
no que estas mismas cosas en sà sean acerbas;
mas por defecto de tu parte
porque tu visión no es aún tan soberbia.
No hay infante que tan súbito vuelva
su rostro a la leche, si despierta
más tarde de lo que acostumbra,
como yo por mejorar los espejos
de mis ojos, inclinándome a la onda
que se abre para que allà se prospere.
Y no bien de ella bebieron las cejas
de mis párpados, me pareció que la corriente
en su dimensión se hacÃa redonda.
Luego, como gente enmascarada
que se ve distinta que antes si desviste
la ajena figura que la esconde,
asà se cambiaron en mayor fiesta
las flores y las centellas, en cuanto vi
a ambas las cortes del cielo manifiestas.
¡Oh esplendor de Dios por quien vi
el alto triunfo del veraz reino,
dame la virtud de contarlo como lo vi!
Luz hay allá arriba que hace visible
al creador a toda criatura
que de sólo verlo funda su paz.
Y se extiende en circular figura,
de tal tamaño que su circunferencia
serÃa del Sol demasiado amplia cintura;
de rayos consiste toda su apariencia
que se reflejan en la cumbre del primer móvil,
que obtiene de allà su vivir y su potencia.
Y como colina que en el agua sus laderas
espeja, como para verse bella,
cuando de verdura y flores rebosa
asÃ, sobre la luz y flotando en torno,
vi espejarse en mil graderÃas las almas todas
que de nuestro mundo han hecho allà arriba su retorno.
Y si el Ãnfimo grado recoge
tan gran luz, ¡cuál será de esta rosa
la magnitud de sus extremas frondas!
Mi visión en lo amplio y en la altura
no se perdÃa, mas de todas las cosas prendÃa
el cuánto y el cuál de aquella alegrÃa.
Cerca y lejos, allÃ, ni pone ni quita;
que donde Dios sin intermedios gobierna,
la ley natural no tiene cabida.
En el dorado centro de la rosa sempiterna,
que se dilata y se escala y resuma
olor de loas al Sol de la eterna primavera,
como quien calla y hablar quiere,
Beatriz me atrajo y dijo: ¡Mira
cuán grande es el convento de las estolas blancas!
¡Mira nuestra ciudad cuánto se extiende!
¡Mira nuestros escaños tan repletos,
que poca gente más se espera!
En esa gran sede en la que los ojos tienes
por la corona que ya está allà puesta,
antes que tú en estas nupcias cenes,
se sentará el alma, que ya fue augusta
del gran Enrique, que a enderezar Italia
vendrá antes que ella esté dispuesta.
La ciega codicia que os enferma,
os ha hecho como el niño
que muere de hambre y rechaza a la nodriza;
y hará que prefecto sea en el foro divino
un tal que en abierto y en cubierto
no andará con él por un mismo camino.
Mas poco será luego por Dios soportado
en el santo oficio: pues será arrojado
allá donde Simón Mago está por sus méritos
y hará que el de Anagni caiga aún más hondo.
poema de Dante Alighieri en La Divina Comedia, El ParaÃso, traducido por Lic. Jorge Sanguinetti
Añadido por Dan Costinaş
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Regreso al mar
Siempre es el mar donde mejor se quiere,
fue siempre el mar donde mejor te quise;
al amor, como al mar, no hay quien lo alise
ni al mar, como al amor, quien lo modere.
No hay quien como la mar familiarice
ni quien como la ola persevere,
ni el que más diga en lo que vive y muere
nos dice más de lo que el mar nos dice.
Vamos de nuevo al mar; quiero encontrarte
la hora más azul para besarte
y el lugar más allá para quererte,
donde el agua es al par agua y abismo,
en la alta mar, en donde el aire mismo
se da un aire al amor y otro a la muerte.
poema de Andrés Eloy Blanco
Añadido por Dan Costinaş
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Gigi L'amoroso
Ya llega Gigi l'amoroso, por donde va con su mirar hace caricias.
Gigi l'amoroso, conquistador y seductor repartiendo delicias.
Es fiesta cada vez que canta él: Zazar, Luna caprese, O sole mio.
Gigi Giuseppe pero todo el mundo le llamaba Gigi el cariñoso, traÃa locas a las mujeres,
a todas la mujeres, a la del panadero que cerraba la tienda los martes para...,
a la del notario una santa que nunca habÃa faltado a su marido,
ni con el pensamiento y la viuda del consejal que no llevaba luto porque no le sentaba bien el negro.
A todas y a mÃ, hasta que un dÃa llegó una americana perdió la Tramontana,
y le propuso irse a Hollywood, porque ahà tu serás el más guapo galán,
le repetÃa ya sin respirar.
Con que gran emoción, todas en la estación, sacamos los pañuelos en el adiós
y rezamos por él por que viera también América rendida sus pies.
Y cuando allá llegó a todas les gustó. Ya llega Gigi l'amoroso, por donde va con su mirar hace caricias,
Gigi l'amoroso conquistador y seductor repartiendo delicias.
Pues nada mas llegar ya les cantó: Zazar, Luna caprese, O sole mio,
Mucho tiempo pasó desde que se marchó, No "news" son buenas "news"
se llegó a decir, nuestra vida cambio la alegrÃa se fue, vivimos solo por sobrevivir.
Y a pesar de saber que está lejos de aquÃ, a veces nos parecer oÃr su voz y un suspiro
también que nos llega de ahà volando en su nostálgica canción.
Conquistador y seductor con sus caricias. Gigi. ¿Gigi estas ahà escondido?,
¿no te ha ido bien por allá eh? Pero Gigi que pensabas llegar a caso a ser
Gigi el americano, ma Gigi a quién se le ocurre, tú eres Guiseppe Fabrizio,
Luca Santini y eres napolitano. "Corleone che è arrivato Gigi, che è arrivato Gigi dall'America"
¿Oyes, les oyes Gigi?, es tu público, no te vayas están todos aquÃ,
han debido reconocerte en la estación, Gigi canta, canta Gigi canta para ellos,
canta para mÃ, que no he sabido nunca mas que hablar. Venga, canta eso Gigi, eso bravo.
"Carmela lo sai che è arrivato Gigi dall'America, Rosalina senti che è arrivato Gigi da Hollywood.
Te lo dico io, ma si non mi credi...".
canción interpretada por Dalida, música de P. Sebastian, Gefingal
Añadido por Simona Enache
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Las mujeres, con notables excepciones, son más inteligentes que nosotros, o cuando menos más sinceras consigo mismas sobre lo que quieren o no. Otra cosa es que se lo digan a uno o al mundo. Se enfrenta usted al enigma de la naturaleza. La fémina, babel y laberinto. Si la deja usted pensar, está perdido. Recuerde: corazón caliente y mente frÃa. El código del seductor.
Carlos Ruiz Zafón en La sombra del viento (2001)
Añadido por Dan Costinaş
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Hamlet: Yo he oÃdo, que tal vez asistiendo a una representación, hombres muy culpados han sido heridos en el alma con tal violencia por la ilusión del teatro, que a vista de todos han publicado sus delitos.
réplica en Hamlet, Acto II, Escena 2 de William Shakespeare (1599), traducido por Inarco Celenio
Añadido por Dan Costinaş
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Experiencia Universal: entender que soy un ser humano con las mismas aspiraciones, con las mismas necesidades y una conducta similar a la que tiene cualquier otro ser humano o joven de cualquier otro punto del planeta y que lo único que nos diferencia es lo geográfico, el lugar, las costumbres y la cultura.
cita de Enrique Laguerre
Añadido por Dan Costinaş
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La Señora Oriana a Dulcinea del Toboso
¡Oh, quién tuviera, hermosa Dulcinea,
por más comodidad y más reposo,
a Miraflores puesto en el Toboso,
y trocara sus Londres con tu aldea!
¡Oh, quién de tus deseos y librea
alma y cuerpo adornara, y del famoso
caballero que hiciste venturoso
mirara alguna desigual pelea!
¡Oh, quién tan castamente se escapara
del señor AmadÃs como tú hiciste
del comedido hidalgo don Quijote!
Que asà envidiada fuera y no envidiara,
y fuera alegre el tiempo que fue triste,
y gozara los gustos sin escote.
poema de Miguel de Cervantes Saavedra en El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha (1605)
Añadido por Dan Costinaş
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Puede que no haya ido a donde querÃa ir, pero creo que he terminado donde tenÃa que estar.
cita de Douglas Adams
Añadido por Dan Costinaş
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