Cuando apareció mi primer libro cuarenta años antes, había sido influenciado por el idealismo alemán. Apenas tres años más tarde (en la tesis en la que se me concedió la medalla de oro) era un seguidor del naturalismo inglés, después de lo cual volví a esa confortable posición bajo los signos del zodiaco que constituyen mi habitat natural, sólo que ésta vez la estrella que me guiaba no era Hegel como en Un Idealista, únicamente me quedaban Kant y Schopenhauer.
Karl Gjellerup en Autobiografía
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Sólo ahora, cuarenta años después, se percibe que, cuarenta años antes, ocurrieron cosas que hubieran podido molestar a algunas personas, pero entonces les importaba un bledo.
cita de Marcel Duchamp
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Recordaba perfectamente la época de su plenitud, apenas hacia tres años. Recordaba el peso de la chaqueta de torero espolinada de oro sobre sus hombros, en aquella cálida tarde de mayo, cuando su voz todavía era la misma tanto en la arena como en el café. Recordaba como suspiró junto a la afilada hoja que pensaba clavar en la parte superior de las paletas, en la empolvada protuberancia de músculos, encima de los anchos cuernos de puntas astilladas, duros como la madera, y que estaban más bajos durante su mortal embestida.
Ernest Hemingway en Hombres sin mujeres (1927)
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Y así, después de muchos nombres que formó, borró y quitó, añadió, deshizo y tornó a hacer en su memoria e imaginación, al fin le vino a llamar Rocinante: nombre, a su parecer, alto, sonoro y significativo de lo que había sido cuando fue rocín, antes de lo que ahora era, que era antes y primero de todos los rocines del mundo.
Miguel de Cervantes Saavedra en El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha (1605)
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Al llegar a casa no empecé a leer. Simulaba que no lo tenía, únicamente para sentir después el sobresalto de tenerlo. Horas más tarde lo abrí, leí algunas líneas maravillosas, lo cerré de nuevo, me fui a pasear por la casa, lo postergué aún más yendo a comer pan con mantequilla, fingí no saber dónde había guardado el libro, lo encontraba, lo abría por unos instantes. Creaba los obstáculos más falsos para esa cosa clandestina que era la felicidad.
Clarice Lispector en Felicidad Clandestina Y Otros Relatos (1971)
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Cuando yo tenía catorce años, mi padre era tan ignorante que no podía soportarle. Pero cuando cumplí los veintiuno, me parecía increíble lo mucho que mi padre había aprendido en siete años.
cita de Mark Twain
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Después de haberse carteado durante tres años, pero sin haberse visto jamás, Elna y Vivi, dos jóvenes suecas de apenas diecisiete años, por fin van a conocerse.
Henning Mankell en Daisy Sisters (2011)
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Durante todos los años de mi triste juventud, Huysmans fue para mí un compañero, un amigo fiel; jamás dudé, jamás estuve tentado de abandonar ni de decantarme por otro tema; al fin, una tarde de junio de 2007, después de esperar mucho tiempo, después de mucho vacilar y más incluso de lo admisible, defendí mi tesis doctoral ante el tribunal de la Universidad de París IV-Sorbona: Joris-Karl Huysmans, o la salida del túnel.
Michel Houellebecq en Sumisión (2015), traducido por Joan Riambau
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Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.
Gabriel García Márquez en Cien años de soledad (1967)
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Lo más importante que aprendí a hacer después de los cuarenta años fue a decir no cuando es no.
cita de Gabriel García Márquez
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Entretanto, el cuerpo del viejo caballero de San Francisco regresaba a su hogar, a un sepulcro en las playas del Nuevo Mundo. Después de haber pasado por muchas humillaciones, por mucho abandono humano, después de haber vagado durante semanas de una aduana a otra, había sido conducido una vez más a aquel mismo famoso barco en el que tan recientemente, con tanta deferencia, había sido conducido al Viejo Mundo.
Iván Bunin en El Caballero de San Francisco (1915)
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La propuesta original para su tesis de grado había sido esa: la conveniencia de simplificar el organismo humano. Le parecía anticuado, con muchas funciones inútiles o repetidas que fueron imprescindibles para otras edades del género humano, pero no para la nuestra. Sí: podía ser más simple y por lo mismo menos vulnerable.
Gabriel García Márquez en El amor en los tiempos del cólera (1985)
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El rey ordenó a su visir que cada noche le llevara una virgen y cuando la noche había transcurrido mandaba que la matasen. Así estuvo haciendo durante tres años y en la ciudad no había ya ninguna doncella que pudiera servir para los asaltos de este cabalgador. Pero el visir tenía una hija de gran hermosura llamada Scheherazade... y era muy elocuente y daba gusto oírla.
en Las mil y una noches
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No recuerdo de ningún sufrimiento que tuviera por causa la pobreza de nuestro hogar. A nosotros nos parecía muy natural esa pobreza. Donde yo sufría era en la escuela únicamente. Para un niño sensible y orgulloso, el sistema de la escuela pública es tan humillante como el de un penal. Yo siempre estaba en rebeldía.
cita de Isadora Duncan
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Quería que mi palabra fuera más adherente que la de otros poetas que había conocido. ¿Más adherente a qué? Me parecía vivir bajo una campana de vidrio y, sin embargo, me sentía estar cercano a algo esencial. Un velo sutil, apenas un hilo me separaba del quid definitivo. La expresión absoluta hubiera sido la ruptura de ese hilo, el fin del engaño del mundo como representación.
Eugenio Montale en Entrevista imaginaria (1946)
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El guardador de rebaños
El guardador de rebaños
En un medio día de fin de primavera
Tuve un sueño como una fotografía.
Vi a Jesucristo descender a la tierra.
Vino por la ladera de un monte
Tornado otra vez niño,
A correr y a revolcarse por la hierba
Y a arrancar flores para tirarlas luego
Y a reírse de modo que lo escuchen de lejos.
Había huido del cielo.
Era demasiado nuestro para fingirse
La segunda persona de la Trinidad.
En el cielo era todo falso, todo en desacuerdo
Con flores y árboles y piedras.
En el cielo había que estar siempre serio
Y de vez en cuando tornarse otra vez hombre
Y subir a la cruz, y estar siempre muriendo
Con una corona toda alrededor de espinas
Y los pies atravesados por un clavo con cabeza,
Y hasta con un trapo alrededor de la cintura
Como los negros de las ilustraciones.
Ni siquiera lo dejaban tener padre y madre
Como los otros niños.
Su padre era dos personas:
Un viejo llamado José, que era carpintero.
Y que no era su padre;
Y el otro padre era una paloma estúpida,
La única paloma fea del mundo
Porque no era del mundo ni era paloma.
Y su madre no había amado antes de tenerlo.
No era mujer: era una valija
En la que había venido del cielo.
Y querían que él, que solo naciera de madre,
Y nunca tuviera un padre para amar con respeto,
Pregase la bondad y la justicia!
Un día que Dios estaba durmiendo
Y el Espíritu Santo andaba volando,
Él fue a la caja de los milagros y robó tres.
Con el primero hizo que nadie supiera que había huido.
Con el segundo se hizo eternamente humano y niño.
Con el tercero creó un Cristo eternamente en la cruz
Y lo dejó clavado en la cruz que hay en el cielo
Y sirve de modelo a las otras.
Después huyó hacia el sol
Y descendió por el primer rayo que encontró.
Hoy vive en mi aldea conmigo.
Es un niño de risa bonita y natural.
Limpia la nariz con el brazo derecho,
Chapotea en los charcos de agua,
Recoge flores, las disfruta y después las olvida.
Les tira piedras a los burros,
Roba fruta en las plantaciones
Y huye llorando y gritando por los perros.
Y, porque sabe que a ellas no les gusta
Y que a todos les causa gracia,
Corre atrás de las muchachas
Que van en grupo por los caminos
Con tinas de agua en las cabezas
Y les levanta las polleras.
A mi me enseñó todo.
Me enseñó a observar las cosas
Me señala todas las cosas que hay en las flores.
Me muestra como son graciosas las piedras
Cuando uno las tiene en la mano
Y las observa lentamente.
... Él vive conmigo en mi casa en medio de la colina.
Él es el Niño Eterno, el dios que faltaba.
Él es lo humano que es natural,
Él es lo divino que sonríe y juega.
Y por eso es que yo se con toda certeza
Que él es el Niño Jesús verdadero.
Y el niño tan humano que es divino
Es esta mi cotidiana vida de poeta,
Y es porque él anda siempre conmigo que yo soy poeta siempre.
Y que mi más mínima mirada
Me llena de sensación,
Y el más pequeño sonido, sea de lo que sea,
Parece hablar conmigo.
El Niño Nuevo que habita donde vivo
Me da una mano a mi
Y la otra a todo lo que existe
Y así vamos los tres por el camino venidero,
Saltando y cantando y riendo
Y gozando de nuestro secreto común
Que es el de saber por todas partes
Que no hay misterio en el mundo
Y que todo vale la pena.
El Niño Eterno me acompaña siempre.
La dirección de mi mirada es su dedo señalando.
Mi oído atento alegremente a todos los sonidos
Son las cosquillas que él me hace, jugando, en las orejas.
Nos llevamos tan bien el uno con el otro
En compañía de todo
Que nunca pensamos el uno en el otro,
Pero vivimos juntos los dos
En un acuerdo íntimo
Como la mano derecha con la izquierda.
Al anochecer jugamos a las cinco piedritas
En el escalón de la puerta de casa,
Graves como corresponde a un dios y a un poeta,
Y como si cada piedra
Fuese todo un universo
Y fuera por eso un gran peligro para ella
Dejarla caer al suelo.
Después yo le cuento historias de las cosas de los hombres
Y él sonríe, porque todo es increíble.
Se ríe de los reyes y de los que no son reyes,
Y siente pena al oír hablar de las guerras,
Y de los negocios, y de los navíos
Que dejan humo en el aire de altamar.
Porque él sabe que todo eso falta a aquella verdad
Que una flor tiene al florecer
Y que anda con la luz del sol
Modificando los montes y los valles
Y haciendo doler los ojos por la claridad de los muros.
Después el se adormece y yo lo acuesto.
Lo llevo a upa para dentro de casa
Y lo acuesto, desnudándolo lentamente
Como siguiendo un ritual muy limpio
Y todo materno hasta que queda desnudo.
Él duerme dentro de mi alma
Y a veces despierta de noche
Y juega con mis sueños.
Los da vuelta patas para arriba,
Pone unos encima de los otros
Y aplaude solo
Sonriéndole a mi sueño.
Cuando yo muera, hijito,
Sea yo el niño, el más pequeño.
Alzame vos a upa
Y llevame adentro de tu casa.
Desviste mi ser cansado y humano
Y acostame en tu cama.
Y contame historias, si despierto,
Para volverme a adormecer.
Y dame sueños tuyos para jugar
Hasta que nazca algún día
Que vos sabés cual es.
Esta es la historia de mi Niño Jesús.
¿Por que razón que se perciba
No ha de ser ella mas verdadera
Que todo lo que los filósofos piensan
Y todo lo que las religiones enseñan?
poema de Fernando Pessoa en El yo profundo y los otros yos, traducido por Graciela Volco
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Fábula de la sirena y los borrachos
Todos estos señores estaban dentro
cuando ella entró completamente desnuda
ellos habían bebido y comenzaron a escupirla
ella no entendía nada recién salía del rio
era una sirena que se había extraviado
los insultos corrían sobre su carne lisa
la inmundicia cubrió sus pechos de oro
ella no sabía llorar por eso no lloraba
no sabía vestirse por eso no se vestía
la tatuaron con cigarrillos y con corchos quemados
y reían hasta caer al suelo de la taberna
ella no hablaba porque no sabía hablar
sus ojos eran color de amor distante
sus brazos construídos de topacios gemelos
sus labios se cortaron en la luz del coral
y de pronto salió por esa puerta
apenas entro al rio quedó limpia
relució como una piedra blanca en la lluvia
y sin mirar atrás nadó de nuevo
nadó hacia nunca más hacia morir.
poema de Pablo Neruda en Regresó la sirena (1954)
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Los primeros cuarenta años de vida nos dan el texto; los treinta siguientes, el comentario.
cita de Arthur Schopenhauer
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Cervantes era un hombre demasiado sabio como para no saber que, aún cuando opusiera los sueños y la realidad, la realidad no era, digamos, la verdadera realidad, o la monótona realidad común. Era una realidad creada por él; es decir, la gente que representa la realidad en Don Quijote forma parte del sueño de Cervantes tanto como Don Quijote y sus infladas ideas de la caballerosidad, de defender a los inocentes y demás. Y a lo largo de todo el libro hay una suerte de mezcla de los sueños y la realidad.
Jorge Luis Borges en Mi entrañable señor Cervantes (1968)
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Bernardo: La noche pasada, cuando esa misma estrella que está al occidente del polo había hecho ya su carrera, para iluminar aquel espacio del cielo donde ahora resplandece, Marcelo y yo, a tiempo que el reloj daba la una...
réplica en Hamlet, Acto I, Escena 1 de William Shakespeare (1599), traducido por Inarco Celenio
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Entonces, comenzaron a ganar altura hacia el este, parecía; después, oscureció y se encontraron en plena tormenta, la lluvia tan espesa que podía haber creído volar a través de un cascada, y después salieron de ella y Compie volvió la cabeza y sonrió, señalando a algo con el dedo, delante de ellos, todo lo que pudo ver, tan vasta como el mundo, inmensa, alta e increíblemente blanca bajo el sol, era la cima cuadrada del Kilimanjaro. Y entonces comprendió que era adonde iba.
Ernest Hemingway en Las nieves del Kilimanjaro (1936)
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