Entretanto, el cuerpo del viejo caballero de San Francisco regresaba a su hogar, a un sepulcro en las playas del Nuevo Mundo. Después de haber pasado por muchas humillaciones, por mucho abandono humano, después de haber vagado durante semanas de una aduana a otra, había sido conducido una vez más a aquel mismo famoso barco en el que tan recientemente, con tanta deferencia, había sido conducido al Viejo Mundo.
Iván Bunin en El Caballero de San Francisco (1915)
Añadido por Dan Costinaş
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