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Luis de Góngora

A Córdoba

¡Oh excelso muro, oh torres coronadas
de honor, de majestad, de gallardía!
¡Oh gran rio, gran rey de Andalucia,
de arenas nobles, ya que no doradas!

¡Oh fértil llano, oh sierras levantadas,
que privilegia el cielo y dora el día!
¡Oh siempre gloriosa patria mía,
tanto por plumas cuanto por espadas!

Si entre aquella ruinas y despojos
que enriquece Genil y Darro baña
tu memoria no fue alimento mío,

¡nunca merezcan mis ausentes ojos
ver tus muros, tus torres y tu río,
tu llano y sierra, oh patria, oh flor de España!

poema de Luis de GóngoraInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Ion Antonescu

Estoy honrado por haber podido luchar en cuatro guerras por tu honor, querido pueblo, por tus derechos y tus libertades.

cita de Ion AntonescuInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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La memoria parece grande por lo que muestra en los recuerdos, pero lo es mucho más por lo que ciertamente esconde.

cita de Niceto Alcalá-Zamora y TorresInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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José de Espronceda

Canción del pirata

Con diez cañones por banda,
Viento en popa a toda vela,
No corta el mar, sino vuela,
Un velero bergantín:
Bajel pirata que llaman,
Por su bravura el Temido,
En todo mar conocido
Del uno al otro confín.

La luna en el mar riela,
En la lona gime el viento,
Y alza en blando movimiento
Olas de plata y azul;
Y ve el capitán pirata,
Cantando alegre en la popa,
Asia a un lado; al otro, Europa;
Y allá, a su frente, Estambul.

Navega, velero mío,
Sin temor;
Que ni enemigo navío,
Ni tormenta, ni bonanza,
Tu rumbo a torcer alcanza,
Ni a sujetar tu valor.

Veinte presas
Hemos hecho
A despecho
Del inglés,
Y han rendido
Cien naciones
Sus pendones
A mis pies.

Que es mi barco mi tesoro,
Que es mi Dios la libertad,
Mi ley la fuerza y el viento,
Mi única patria la mar.

Allá muevan feroz guerra
Ciegos reyes
Por un palmo más de tierra;
Que yo tengo aquí por mío
Cuanto abarca el mar bravío,
A quien nadie impuso leyes.

Y no hay playa
Sea cualquiera,
Ni bandera
De esplendor
Que no sienta
Mi derecho
Y de pecho
A mi valor.

Que es mi barco mi tesoro
A la voz de ¡Barco viene!
Es de ver
Cómo vira y se previene
A todo trapo escapar;
Que yo soy el rey del mar,
Y mi furia es de temer.

En las presas
Yo divido
Lo cogido
Por igual;
Sólo quiero
Por riqueza
La belleza
Sin rival.

Que es mi barco mi tesoro
¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río;
No me abandone la suerte
Y al mismo que me condena
Colgaré de alguna antena,
Quizá en su propio navío.

Y si caigo,
¿Qué es la vida?
Por perdida
Ya la di,
Cuando el yugo
Del esclavo
Como un bravo
Sacudí.

Que es mi barco mi tesoro
Son mi música mejor
Aquilones;
El estrépito y temblor
De los cables sacudidos,
Del negro mar los bramidos
Y el rugir de mis cañones.

Y del trueno
Al son violento
Y del viento
Al rebramar
Yo me duermo
Sosegado,
Arrullado
Por la mar.

Que es mi barco mi tesoro,
Que es mi Dios la libertad,
Mi ley la fuerza y el viento,
Mi única patria la mar.

poema de José de EsproncedaInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Ugo Foscolo

A la amada

Así el entero día en largo, incierto
sueño gimo; mas luego cuando aduna
la noche las estrellas y la luna,
frío el aire y de sombras ya cubierto,

donde el llano es selvoso y más desierto
lento entonces vagando, una por una,
palpo las llagas que la vil fortuna
y Amor y el mundo han en mi pecho abierto.

Tal vez cansado, apoyo me da un pino
o con mis esperanzas, allí donde
suena la onda, tal vez hablo y deliro.

Mas las iras del mundo y del destino
olvidando por ti, por ti suspiro
luz de mis ojos, ¿quién a mí te esconde?

poema de Ugo Foscolo, traducido por Clemente AlthausInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Miguel de Unamuno

Hay ojos que miran, hay ojos que sueñan...

Hay ojos que miran, -hay ojos que sueñan,
hay ojos que llaman, -hay ojos que esperan,
hay ojos que ríen -risa placentera,
hay ojos que lloran -con llanto de pena,
unos hacia adentro -otros hacia fuera.

Son como las flores -que cría la tierra.
Mas tus ojos verdes, -mi eterna Teresa,
los que están haciendo -tu mano de hierba,
me miran, me sueñan, -me llaman, me esperan,
me ríen rientes -risa placentera,
me lloran llorosos -con llanto de pena,
desde tierra adentro, -desde tierra afuera.

En tus ojos nazco, -tus ojos me crean,
vivo yo en tus ojos -el sol de mi esfera,
en tus ojos muero, -mi casa y vereda,
tus ojos mi tumba, -tus ojos mi tierra.

poema de Miguel de UnamunoInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Pablo Neruda

Si Tú Me Olvidas

Quiero que sepas
una cosa.

Tú sabes cómo es esto:
si miro
la luna de cristal, la rama roja
del lento otońo en mi ventana,
si toco
junto al fuego
la impalpable ceniza
o el arrugado cuerpo de la leńa,
todo me lleva a ti,
como si todo lo que existe,
aromas, luz, metales,
fueran pequeńos barcos que navegan
hacia las islas tuyas que me aguardan.

Ahora bien,
si poco a poco dejas de quererme
dejaré de quererte poco a poco.

Si de pronto
me olvidas
no me busques,
que ya te habré olvidado.

Si consideras largo y loco
el viento de banderas
que pasa por mi vida
y te decides
a dejarme a la orilla
del corazón en que tengo raíces,
piensa
que en ese día,
a esa hora
levantaré los brazos
y saldrán mis raíces
a buscar otra tierra.

Pero
si cada día,
cada hora
sientes que a mí estás destinada
con dulzura implacable.
Si cada día sube
una flor a tus labios a buscarme,
ay amor mío, ay mía,
en mí todo ese fuego se repite,
en mí nada se apaga ni se olvida,
mi amor se nutre de tu amor, amada,
y mientras vivas estará en tus brazos
sin salir de los míos.

poema de Pablo NerudaInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Dante Alighieri

Canto I

La gloria de aquel que todo mueve
penetra el universo, y resplandece
en una parte más y en otra menos.

En el cielo que más de su luz prende
fui yo, y vi cosas que redecir
no sabe ni puede el que de allí desciende;

porque acercándose a su deseo,
nuestro intelecto se ahonda tanto,
que tras él la memoria ir no puede.

En verdad cuanto del reino santo
pudo mi mente acumular tesoro,
será ahora materia de mi canto.

¡O buen Apolo!, al último afán
hazme ser de tu valor tal vaso
como exiges para dar el laurel amado.

Hasta aquí una cumbre del Parnaso
asaz me fue; mas ahora con ambas
me es preciso entrar en la faltante arena.

Entra en mi pecho e inspira tal aliento
como cuando de Marsias arrancaste
de los miembros la piel.

¡Oh divina virtud! Si me otorgaras
tanto que la sombra del beato reino
signada en mi cabeza manifieste,

llegar verásme a tu amado leño,
y coronarme entonces de aquellas hojas
de las que el tema y tú me harán digno.

Si raras veces, Padre, se las coge
para triunfar ya césar o poeta,
culpa y vergüenza es del querer humano,

que parir alegría para la alegre
deífica deidad debería la fronda
penea, cuando de sí a alguien asedienta.

A pequeña chispa gran llama secunda:
quizá detrás de mí con mejor voz
se invocará para que Cirra responda.

Surge a los mortales por diversas bocas
la lucerna del mundo; mas de aquella
que cuatro cercos junta con tres cruces,

con mejor curso y con mejor estrella
de ella sale conjunta, y la mundana cera
más a su modo atempera y sella.

Formado había allá la mañana y acá la puesta
aquella boca casi, y allá era todo blanco
el hemisferio, y acá la otra parte negra,

cuando a Beatriz a su siniestro lado
vi volverse y mirar al Sol;
un águila así no lo miró tan fijo nunca.

Y así como el segundo royo suele
brotar del primero y rebotar asuso,
como peregrino que retornar quiere,

así su acto, por los ojos infuso
en mi fantasía, mío se hizo,
y clavé los ojos en el Sol allende nuestro uso.

Mucho es permitido allá, que aquí no se permite
a nuestras virtudes, en razón del lugar
que es propio de la humana especie.

No lo sufrí mucho, pero no tan poco
que no lo viera centellear en torno
como del fuego el hierro sale candente;

y de golpe pareció que un día a otro
se uniera, como si Aquel que puede
pusiera al cielo de otro Sol adorno.

Beatriz toda en las eternas ruedas
fijos los ojos tenía; y yo en ella
mis luces puse, de allá arriba depuestas.

En su figura me metí tan adentro,
como en el mar Glauco al gustar la hierba,
que consorte lo hizo de los demás dioses.

Transhumanar significar per verba
no se podría; pero el ejemplo baste
a quien vivirlo la gracia otorgue.

Si de mi sólo quedaba aquello que creaste
últimamente, ¡Oh amor que el cielo gobiernas!
tú lo sabes, que con tu luz me elevaste.

Cuando la rueda, que tú eternamente
deseado, a ella mi atención sedujo
con la armonía que tú temperas y disciernes,

mostróseme entonces tan inflamado el cielo
por la llama del Sol, como lluvia o rio
no podrían hinchar algo más un lago.

La novedad del son y la gran lumbre
por sí mismas encendieron en mí tal deseo
como nunca antes hube de sentirlo tan agudo;

y entones ella, que me veía como yo me veo,
para aquietarme el ánimo revuelto,
antes que yo lo pidiera, abrió la boca

y comenzó: Tú mismo te haces grueso
con el falso imaginar, de modo que no ves
lo que verías si mejor lo sacudieras.

No estás en la tierra, como tú crees;
no hay fulgor que huyendo de su sitio,
no corra como tú que a ella vuelves.

Si de la primera duda fui desvestido
por las sonrientes palabritas breves,
dentro de otra más nueva fui vestido;

y dije: Antes contento reposé
con gran asombro, mas ahora me admiro
como pueda traspasar por estos cuerpos leves.

Entonces ella, tras un pío suspiro,
los ojos dirigió a mí con el semblante
de una madre ante el delirio de su hijo,

y comenzó: Las cosas todas ellas
guardan entre sí un orden, que es la forma
que a Dios el universo hace semejante.

Aquí las nobles criaturas ven la huella
del eterno valor, que es el fin
para el que fue hecha la indicada norma.

Al orden que yo digo se inclinan
todas las criaturas, de diversas formas,
más a su principio o menos vecinas;

por donde corren a diversos puertos
por el gran mar del ser, y cada una
con el instinto conductor que le fue dado.

Uno arrastra el fuego hacia la Luna;
otro el corazón mortal motora;
otra la tierra restringe en sí y aduna;

y no sólo a las criaturas que son
sin inteligencia este arco saeta,
mas a las que tienen intelecto y amor.

La providencia, que todo regula,
con su luz mantiene siempre quieto al cielo,
dentro del cual está el que gira con mayor presteza

y entonces a allí, como a lugar preciso,
conduce la virtud de aquella cuerda
que, lo que dispara, a feliz blanco endereza.

Verdad es que muchas veces la forma
no se ajusta a la intención del arte,
porque a responder la materia es sorda,

así a veces de este curso se aparta
la criatura que tiene el poder
de plegarse, aunque así ordenada, a otra parte,

y, tal como verse puede caer
fuego de nube, así el ímpetu primero
a tierra baja desviado por falso placer.

No debes pues admirarte, si bien estimo,
de tu subida, más que del río que
del alto monte desciende a bajo sitio.

Maravilla sería en ti, si, de impedimento
libre, abajo te quedaras quieto,
como si a tierra se adhiriera el fuego vivo.

Entonces retorné la vista al cielo.

poema de Dante Alighieri en La Divina Comedia, El Paraíso, traducido por Lic. Jorge SanguinettiInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Cornelia Păun Heinzel

El castillo de los sueños

El castillo de los sueños existe desde los primeros tiempos
Lo hemos construido cada uno de nosotros,
Hemos cavado profundamente la fundacion
Y hemos planteado los muros
sueno con sueno, deseo con deseo.
Para de levantarlo lo mas alto
Cerca del cielo azul...
Hemos elevado sus torres como un Hercules
Que ejecuta sus trabajos y sanciones,
Sin tener una esposa Ana como maestro Manole.(*)
De sacrificar para nosotros,
El palacio de resistir, de no lo demoler ...
El castillo ha resistido solo con nuestra esperanza,
Para que pueda desplazarse por los mares mas profundos,
subir las montanas mas altas.
La esperanza puede derrotar Cerberus
Puede destruye Gorgona
La esperanza es la ultima que permanece,
Porque cuando desaparece,
ni tu ni nadie mas existen ...
(*)es una leyenda rumana - un muy gran constructor de iglesias, Manole, para resistir su construcción, ha sacrificado su hermosa y joven esposa Ana.

poema de Cornelia Păun Heinzel en “Letras de Parnaso“, España (2013), traducido por Juan Antonio Pellicer NicolásInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Defender a la patria siempre, antes morir que ceder la patria a los traidores.

cita de Gregorio ÁlvarezInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Thomas Carlyle

Aún en tus ocupaciones habituales trata siquiera por un día de guardar el secreto de aquello que intentas y a la mañana siguiente verás con mayor claridad tus ideas.

cita de Thomas CarlyleInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Cornelia Păun Heinzel

Metamorfosis

Tú tienes el poder de la serpiente cobra
y tus ojos se deslizan como un reptil que me envuelve
y entonces brillan extrañamente, tratando de dominar mis ojos
y te transformas en una serpiente pitón
que sólo quiere enrollar a su presa y deglutirla.
Pero te encontraste con que no estabas entre las vides,
sino en una habitación real,
una sala de la universidad húmeda, oscura, misteriosa como una cobra rey.

poema de Cornelia Păun Heinzel en Estepona viva: Narrativa-poesía (18 marzo 2014), traducido por Alfredo CernudaInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Cuatro cantos de mi tierra

I

Tabasco en sangre madura
y en mi su poder sangró.
Agua y tierra el sol se jura;
y en nubarrón de espesura
la joven tierra surgió.

Tus hidrógenos caminos
a toda voz transité
y en tu oxígeno silbé
mis pulmones campesinos.

A puños sembré mi vida
de tu fuerza vendaval
que azúcar cañaveral
espolvorea en la huida.

El tiempo total verdea
y el espacio quema y brilla.
El agua mete la quilla
y de monte a mar sondea.

Pedacería de espejo.
La selva, encerrada, ulula.
Casi por cada reflejo
pájaro que se modula.

Más agua que tierra. Aguaje
para prolongar la sed.
La tierra vive a merced
del agua que suba o baje.

Cuando la selva repasa
su abecedario animal
relámpago vertebral
de caoba a cedro pasa.

Flota de isletas fluviales
varó en flor la soledad.
Son de todo eternidad
y de nada temporales.

El mediodía tajado
de algún fruto tropical
tiene un sabor de cristal
sonoramente mojado.

Hay en la noche un instante
de vida, que si durara,
húmeda la muerte alzara
cual un terrible diamante.

Y a veces en la ribera
es tan fina la mañana
que la sonrisa primera
todo el día nos hermana.

Tiempo de Tabasco; en hondo
suspiro te gozo así.
Contigo, cerca de mí
tiempo de morir escondo.

Arde en Tabasco la vida
de tal suerte, que la muerte
vive por morir hendida,
de un gran hachazo de vida
que da, sin querer, la suerte.


II

La ceiba es un árbol gris
de gigantesca figura.
Se ve su musculatura
medio manchada de gis.

Es el árbol que hace todo;
yo lo he visto trabajar
y en la tarde modelar
sus pajaritos de lodo.

Ceiba desnuda y campal
cuya fuerza liberó
bosque y cielo y estrenó
su claro de matorral.

En desnudo pugilato
parece que así despejas
el campo y que le aconsejas
a todo árbol buen recato.

Navegando por el río,
súbitamente apareces.
Te he visto así, tantas veces,
y el asombro es siempre mío.

Cuando en el atardecer
todo Tabasco decrece
y el aire en los cielos mece
lo que ya no pudo ser,
con qué bárbara grandeza
das la razón al paisaje
que con oscura certeza
se adueñó de algún celaje
con que así la noche empieza.

Ceiba te dije y te digo:
colgaré mí corazón
de un retoño de tu abrigo;
tendrá su sangre contigo
altura y vegetación.


III

Una laguna que llega
y una laguna que va.
Si la luz de frente anega
o la luz de lado da
el jacintal que congrega
su poesía despliega
que en mi voz cintilará.

Hay más laguna que luna
en la noche que es tan clara.
Semeja que el cielo usara
luz modal de la laguna.
Hay más laguna que luna.

Tiempo lagunar que cabe
para siempre en nuestra vida.
Que no se cierre la herida
que por su boca se sabe
la llegada y la partida.

Estábamos la laguna
y yo.
Como esa noche...
Con más laguna que luna
la noche se desnudó.
Sudor de intemperie humana
que el aire sutil saló
y en su humedad levantó
flor lujuria rusticana.

Tu adolescencia suspira
junto a mi pecho velludo.
El tiempo es tiempo desnudo
y su largo cuerpo estira.

Si por besarte viví
con más laguna que luna,
fue más luna que bebí
que el agua de la laguna
que a raya en cielos tendí.

Como esa noche...


IV

El agua es laguna o río.
Un espejo se quebró.
Por todos lados miró
la desnudez del estío.

Con el agua a la rodilla
vive Tabasco. Así dama
de abril a octubre la flama
que hace callar toda arcilla.

Si por boca de la selva
largó la verdad su grito,
miente el silencio infinito
del agua que el agua envuelva.

Llueve lejos, por la sierra.
Llueve a tambor y clarín.
Toro del agua, festín
corre por toda la tierra.

Joven terrón cuaternario,
por tu cuerpo de aluvión
sangra el verde corazón
de tu enorme pecho agrario.

Lo que muere y lo que vive
junto al agua vive y muere.
Si en lluvia el cielo así quiere
moje su noche en aljibe.

Más agua que tierra. Aguaje
para prolongar la sed.
La tierra vive a merced
del agua que suba o baje.

Brillan los laguneríos;
en la tarde tropical
actitud de garza real
torna el aire de los ríos.

La noche en lluvia y batracio
retiñe el nocturno verde
y al otro día se muerde
verde el verde del espacio.

Agua de Tabasco vengo
y agua de Tabasco voy.
De agua hermosa es mi abolengo;
y es por eso que aquí estoy
dichoso con lo que tengo.

poema de Carlos Pellicer (1943)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Dante Alighieri

Canto XXX

Tal vez a seis mil millas de nos lejana
hierve la sexta hora, y este mundo
inclina ya su sombra casi al lecho plano,

cuando el medio cielo, tan profundo,
comienza a cambiarse tanto, que alguna estrella
allá su aparecer pierde en el fondo;

y en cuanto viene la clarísima sierva
del Sol avanzando, entonces en el cielo
una a una se apagan hasta la más bella.

No de otro modo el triunfo que festeja
siempre en torno del punto que me venció,
como incluido en aquello que lo incluye,

de poco a poco de mi vista se extinguió;
por lo cual volví mis ojos a Beatriz
pues ya nada veía y me obligaba el amor.

Si cuanto hasta aquí de ella se dijo
encerrado fuera todo en una loa,
no podría ella cumplir su cometido.

La belleza que vi nos trasciende
no sólo allá, y tanto que ciertamente creo
que sólo su Hacedor la goza por entero.

En este paso más vencido me concedo
que lo fuera un autor de comedia
o de tragedia en el clímax de su tema;

pues, como el Sol a una flaca vista,
así el recuerdo de la dulce sonrisa
agotaba mi mente por mi mismo ya vacía.

Desde el primer día que vi su rostro
en esta vida, hasta llegar a esta vista,
de continuar mi canto no me vi privado,

pero ahora es necesario que desista
de ir ya más tras su belleza, poetizando,
como al cabo de sus fuerzas todo artista.

Así la dejo en manos de mayor bando
que el de mi tuba, que conduce
la ardua su materia terminando,

y con acto y voz de expedito guía
recomenzó: Hemos salido fuera
del mayor cuerpo al cielo que es luz pura:

luz intelectual, plena de amor;
amor de verdadero bien, lleno de dicha;
dicha que trasciende toda dulzura.

Aquí verás a ambas milicias
del paraíso, y a una con el mismo aspecto
en que la verás en la última justicia.

Como súbito relámpago que dispersa
los espíritus visivos, tal que priva
al ojo de ver más fuertes objetos,

así me circundó una luz viva,
y dejóme cegado con tal velo
su fulgor, que nada aparecía.

Siempre el amor que aquieta este cielo
con este saludo al que llega acoge
a fin de disponer a su llama la candela.

Tan pronto hubieron llegado a mí
estas breves palabras, comprendí
que había ascendido por encima de mis fuerzas;

y me reencendí en una visión nueva
tal que de ninguna luz más pura que fuera
no pudieran mis ojos defenderse de ella.

Y vi una luz viniendo como un río
fúlgido de fulgor, entre dos riberas
salpicadas de admirable primavera.

De la corriente brotaban centellas vivas,
que de todas partes llovían en las flores,
como rubíes que el oro circunscribe;

luego, como embriagadas de olores
sumergíanse en el admirable torbellino,
y la una se metía y la otra se salía afuera.

El gran deseo que ahora te inflama y urge,
que te expliquen lo que estás viendo,
tanto me place cuanto mayor insurge;

pero es preciso que de esta agua bebas
antes de que tanta sed en ti se sacie.
Así me dijo el sol de los ojos míos.

Y agregó todavía: El río y los topacios
que entran y salen y el sonreír de la hierba
como sombra de las veras son prefacios;

no que estas mismas cosas en sí sean acerbas;
mas por defecto de tu parte
porque tu visión no es aún tan soberbia.

No hay infante que tan súbito vuelva
su rostro a la leche, si despierta
más tarde de lo que acostumbra,

como yo por mejorar los espejos
de mis ojos, inclinándome a la onda
que se abre para que allí se prospere.

Y no bien de ella bebieron las cejas
de mis párpados, me pareció que la corriente
en su dimensión se hacía redonda.

Luego, como gente enmascarada
que se ve distinta que antes si desviste
la ajena figura que la esconde,

así se cambiaron en mayor fiesta
las flores y las centellas, en cuanto vi
a ambas las cortes del cielo manifiestas.

¡Oh esplendor de Dios por quien vi
el alto triunfo del veraz reino,
dame la virtud de contarlo como lo vi!

Luz hay allá arriba que hace visible
al creador a toda criatura
que de sólo verlo funda su paz.

Y se extiende en circular figura,
de tal tamaño que su circunferencia
sería del Sol demasiado amplia cintura;

de rayos consiste toda su apariencia
que se reflejan en la cumbre del primer móvil,
que obtiene de allí su vivir y su potencia.

Y como colina que en el agua sus laderas
espeja, como para verse bella,
cuando de verdura y flores rebosa

así, sobre la luz y flotando en torno,
vi espejarse en mil graderías las almas todas
que de nuestro mundo han hecho allí arriba su retorno.

Y si el ínfimo grado recoge
tan gran luz, ¡cuál será de esta rosa
la magnitud de sus extremas frondas!

Mi visión en lo amplio y en la altura
no se perdía, mas de todas las cosas prendía
el cuánto y el cuál de aquella alegría.

Cerca y lejos, allí, ni pone ni quita;
que donde Dios sin intermedios gobierna,
la ley natural no tiene cabida.

En el dorado centro de la rosa sempiterna,
que se dilata y se escala y resuma
olor de loas al Sol de la eterna primavera,

como quien calla y hablar quiere,
Beatriz me atrajo y dijo: ¡Mira
cuán grande es el convento de las estolas blancas!

¡Mira nuestra ciudad cuánto se extiende!
¡Mira nuestros escaños tan repletos,
que poca gente más se espera!

En esa gran sede en la que los ojos tienes
por la corona que ya está allí puesta,
antes que tú en estas nupcias cenes,

se sentará el alma, que ya fue augusta
del gran Enrique, que a enderezar Italia
vendrá antes que ella esté dispuesta.

La ciega codicia que os enferma,
os ha hecho como el niño
que muere de hambre y rechaza a la nodriza;

y hará que prefecto sea en el foro divino
un tal que en abierto y en cubierto
no andará con él por un mismo camino.

Mas poco será luego por Dios soportado
en el santo oficio: pues será arrojado
allá donde Simón Mago está por sus méritos

y hará que el de Anagni caiga aún más hondo.

poema de Dante Alighieri en La Divina Comedia, El Paraíso, traducido por Lic. Jorge SanguinettiInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Nunca se entenderá que los territorios americanos sean propiedad de los Reyes de España, ni de España como tal. Nunca se interpretaron como "colonias", palabra que no se usaba, que fue adoptada, paradójicamente, por los independentistas hispanoamericanos, tomando el modelo de las colonias inglesas y francesas en Asia y África durante los siglos XVIII y XIX. Fueron provincias o reinos, pertenecientes a la misma Corona; es decir, países con el mismo Rey.

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Mark Twain

Empezó a pasar demasiado tiempo rondando por casa de la viuda, así que ella por fin le dijo que si no de-jaba de rondar por ahí le iba a buscar algún problema. Diablo cómo se puso. Dijo que iba a demostrar quién mandaba en Huck Finn. Así que un día me estuvo esperando en la fuente, me agarró y me llevó río arriba tres millas en un bote y cruzó al lado de Illinois, donde había bosques y no había más casas que una vieja cabaña de troncos en un sitio con tantos árboles que no se podía encontrar si no se sabía el camino ya antes. Me llevaba siempre con él y nunca tuve la oportunidad de escaparme. Vivimos en aquella cabaña y siempre cerraba la puerta con llave; por las noches se acostaba con ella debajo de la almohada.

Mark Twain en Las aventuras de Huckleberry Finn (1884)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Paul Valéry

¡Vamos! ¡En pie! ¡Surge! ¡Escucha! ¡Escucha! ¡Despierta! Rompe tus cadenas; sé. Sal de las sombras. Arráncate de la noche; emerge; ¡En pie! ¡En pie! ¡Endurécete! que aparezca tu fuerza. Y que tus ojos sean una corona de los más claros ojos. Corónate. Compón tu mirada. Siéntete todo el instrumento de este día que empieza y del acto que te llama.

cita de Paul ValéryInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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William Butler Yeats

Aedh desea las vestiduras del cielo

Si tuviera las vestiduras bordadas del cielo,
entretejidas de luz dorada y color plata,
las azules, las opacas, las oscuras
vestiduras de la noche y la luz y la penumbra,

tendería a tus pies las vestiduras:
pero, siendo pobre, sólo tengo mis sueños;
he tendido mis sueños a tus pies;
pisa suavemente, pues caminas sobre mis sueños.

poema de William Butler Yeats, traducido por Gerardo GamboliniInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Gustave Flaubert

A un alma se la mide por la amplitud de sus deseos, del mismo modo que se juzga de antemano una catedral por la altura de sus torres.

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Pablo Neruda

Siempre

Antes de mí
no tengo celos.

Ven con un hombre
a la espalda,
ven con cien hombres en tu cabellera,
ven con mil hombres entre tu pecho y tus pies,
ven como un río lleno de ahogados
que encuentra el mar furioso,
la espuma eterna, el tiempo.

Tráelos todos
adonde yo te espero:
siempre estaremos solos,
siempre estaremos tú y yo
solos sobre la tierra
para comenzar la vida.

poema de Pablo Neruda en Los versos del capitán, Las furias (1952)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Carlos Castaneda

El mundo es incomprensible. No vamos a entenderlo nunca, no vamos a desentrañar sus secretos nunca. Por lo tanto, debemos tratar al mundo tal como es: un gran misterio.

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