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Oscar Wilde

¡Siempre! Odiosa palabra. Me echo a temblar cada vez que la oigo. ¡A las mujeres les gusta tanto utilizarla! Estropean todo romance al querer que sea eterno.

Oscar Wilde en El retrato de Dorian Gray (1890)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Christian Dior

Las mujeres no llevan lo que les gusta. Les gusta lo que llevan.

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Siguiendo por este tema de la clasificación de los actores, a los cómicos de profesión lo que más les gusta, como es previsible, es el teatro. Cuando pisan un escenario se sienten libres, sobre todo liberados del látigo o del terrón de azúcar, del director de la posible película. Nadie les puede interrumpir, están frente al público (frente a su público) y además sienten los aplausos. La odiosa orden de "¡Corten!" que aborta su interpretación no llega jamás.

cita de Jaime de ArmiñánInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Jorge Luis Borges

Siempre he sentido que hay algo en Buenos Aires que me gusta. Me gusta tanto que no me gusta que le guste a otras personas. Es un amor así, celoso.

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Peter Ustinov

Los diplomáticos son personas a las que no les gusta decir lo que piensan. A los políticos no les gusta pensar lo que dicen.

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Arthur Conan Doyle

Las mujeres son secretistas por naturaleza, y les gusta practicar el secreto por su cuenta.

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Margaret Leroy

Dada la gran variedad de formas en que las mujeres se acarician a sí mismas o les gusta ser acariciadas, se necesito algo de suerte encontrar un método que funcione.

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Vittorio Alfieri

Querer, querer siempre, querer con todas nuestras fuerzas.

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A todas las mujeres les encanta y les emociona recibir cartas.

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Thomas Carlyle

Nada levanta tanto al hombre por encima de las mezquindades de la vida como admirar, sea lo que sea o a quienquiera que sea.

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Anne Frank

Veo como el mundo se va convirtiendo poco a poco en un desierto, oigo cada vez más fuerte el trueno que se avecina y que nos matará, comparto el dolor de millones de personas, y sin embargo, cuando me pongo a mirar el cielo, pienso que todo cambiará para bien, que esa crueldad también se acabará, que la paz y la tranquilidad volverán a reinar en el orden mundial.

Anne Frank en DiarioInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Henri-Frédéric Amiel

Una manera laboriosa de no ser nada, es serlo todo; de no querer todo; de no querer nada, es quererlo todo.

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Mihai Eminescu

Amada, cada vez que yo pienso en nosotros...

Amada, cada vez que yo pienso en nosotros,
un océano de hielo aparece ante mí:
sobre la blanca bóveda no hay ya ninguna estrella,
la luna es una mancha amarilla a lo lejos.
Sobre miles de témpanos que las olas se llevan,
un pájaro planea, las alas fatigadas,
mientras su compañera ha seguido adelante,
unida a la bandada que se pierde al poniente.
Hacia donde ella vuela mira desesperado.
Ya no siente ni pena ni alegría. Se muere,
soñando en un instante todo el tiempo pasado.

Más lejos uno de otro cada vez nos sentimos,
cada vez me hundo más en la sombra y el hielo,
mientras desapareces en la eterna mañana.

poema de Mihai Eminescu en Poesías (Poesii) (1884)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Ante la poesía, tanto da temblar como comprender.

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Gregorio Marañón

La ciencia, a pesar de sus progresos increíbles, no puede ni podrá nunca explicarlo todo. Cada vez ganará nuevas zonas a lo que hoy parece inexplicable. Pero las rayas fronterizas del saber, por muy lejos que se eleven, tendrán siempre delante un infinito mundo de misterio.

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Fernando Pessoa

El guardador de rebaños

El guardador de rebaños
En un medio día de fin de primavera
Tuve un sueño como una fotografía.
Vi a Jesucristo descender a la tierra.
Vino por la ladera de un monte
Tornado otra vez niño,
A correr y a revolcarse por la hierba
Y a arrancar flores para tirarlas luego
Y a reírse de modo que lo escuchen de lejos.

Había huido del cielo.
Era demasiado nuestro para fingirse
La segunda persona de la Trinidad.
En el cielo era todo falso, todo en desacuerdo
Con flores y árboles y piedras.
En el cielo había que estar siempre serio
Y de vez en cuando tornarse otra vez hombre
Y subir a la cruz, y estar siempre muriendo

Con una corona toda alrededor de espinas
Y los pies atravesados por un clavo con cabeza,
Y hasta con un trapo alrededor de la cintura
Como los negros de las ilustraciones.
Ni siquiera lo dejaban tener padre y madre
Como los otros niños.
Su padre era dos personas:
Un viejo llamado José, que era carpintero.
Y que no era su padre;
Y el otro padre era una paloma estúpida,
La única paloma fea del mundo
Porque no era del mundo ni era paloma.
Y su madre no había amado antes de tenerlo.
No era mujer: era una valija
En la que había venido del cielo.
Y querían que él, que solo naciera de madre,
Y nunca tuviera un padre para amar con respeto,
Pregase la bondad y la justicia!
Un día que Dios estaba durmiendo
Y el Espíritu Santo andaba volando,
Él fue a la caja de los milagros y robó tres.
Con el primero hizo que nadie supiera que había huido.
Con el segundo se hizo eternamente humano y niño.
Con el tercero creó un Cristo eternamente en la cruz
Y lo dejó clavado en la cruz que hay en el cielo
Y sirve de modelo a las otras.
Después huyó hacia el sol
Y descendió por el primer rayo que encontró.
Hoy vive en mi aldea conmigo.
Es un niño de risa bonita y natural.
Limpia la nariz con el brazo derecho,
Chapotea en los charcos de agua,
Recoge flores, las disfruta y después las olvida.
Les tira piedras a los burros,
Roba fruta en las plantaciones
Y huye llorando y gritando por los perros.
Y, porque sabe que a ellas no les gusta
Y que a todos les causa gracia,
Corre atrás de las muchachas
Que van en grupo por los caminos
Con tinas de agua en las cabezas
Y les levanta las polleras.

A mi me enseñó todo.
Me enseñó a observar las cosas
Me señala todas las cosas que hay en las flores.
Me muestra como son graciosas las piedras
Cuando uno las tiene en la mano
Y las observa lentamente.
... Él vive conmigo en mi casa en medio de la colina.
Él es el Niño Eterno, el dios que faltaba.
Él es lo humano que es natural,
Él es lo divino que sonríe y juega.
Y por eso es que yo se con toda certeza
Que él es el Niño Jesús verdadero.

Y el niño tan humano que es divino
Es esta mi cotidiana vida de poeta,
Y es porque él anda siempre conmigo que yo soy poeta siempre.
Y que mi más mínima mirada
Me llena de sensación,
Y el más pequeño sonido, sea de lo que sea,
Parece hablar conmigo.
El Niño Nuevo que habita donde vivo
Me da una mano a mi
Y la otra a todo lo que existe
Y así vamos los tres por el camino venidero,
Saltando y cantando y riendo
Y gozando de nuestro secreto común
Que es el de saber por todas partes
Que no hay misterio en el mundo
Y que todo vale la pena.

El Niño Eterno me acompaña siempre.
La dirección de mi mirada es su dedo señalando.
Mi oído atento alegremente a todos los sonidos
Son las cosquillas que él me hace, jugando, en las orejas.
Nos llevamos tan bien el uno con el otro
En compañía de todo
Que nunca pensamos el uno en el otro,
Pero vivimos juntos los dos
En un acuerdo íntimo
Como la mano derecha con la izquierda.

Al anochecer jugamos a las cinco piedritas
En el escalón de la puerta de casa,
Graves como corresponde a un dios y a un poeta,
Y como si cada piedra
Fuese todo un universo
Y fuera por eso un gran peligro para ella
Dejarla caer al suelo.

Después yo le cuento historias de las cosas de los hombres
Y él sonríe, porque todo es increíble.
Se ríe de los reyes y de los que no son reyes,
Y siente pena al oír hablar de las guerras,
Y de los negocios, y de los navíos
Que dejan humo en el aire de altamar.
Porque él sabe que todo eso falta a aquella verdad
Que una flor tiene al florecer
Y que anda con la luz del sol
Modificando los montes y los valles
Y haciendo doler los ojos por la claridad de los muros.

Después el se adormece y yo lo acuesto.
Lo llevo a upa para dentro de casa
Y lo acuesto, desnudándolo lentamente
Como siguiendo un ritual muy limpio
Y todo materno hasta que queda desnudo.

Él duerme dentro de mi alma
Y a veces despierta de noche
Y juega con mis sueños.
Los da vuelta patas para arriba,
Pone unos encima de los otros
Y aplaude solo
Sonriéndole a mi sueño.
Cuando yo muera, hijito,
Sea yo el niño, el más pequeño.
Alzame vos a upa
Y llevame adentro de tu casa.
Desviste mi ser cansado y humano
Y acostame en tu cama.
Y contame historias, si despierto,
Para volverme a adormecer.
Y dame sueños tuyos para jugar
Hasta que nazca algún día
Que vos sabés cual es.
Esta es la historia de mi Niño Jesús.
¿Por que razón que se perciba
No ha de ser ella mas verdadera
Que todo lo que los filósofos piensan
Y todo lo que las religiones enseñan?

poema de Fernando Pessoa en El yo profundo y los otros yos, traducido por Graciela VolcoInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Arthur Schopenhauer

Exigir la inmortalidad del individuo es querer perpetuar un error hasta el infinito.

Arthur Schopenhauer en El amor, las mujeres y la muerte (1819)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Porque las mujeres siempre quedan al margen,la historia la escriben los ganadores,y eso siempre son hombres. Hay muchas mujeres con mucho que decir. Todos conocemos a Lorca, Azaña, Marañón ¿por qué no a Maeztu, Victoria Kent o Margarita Nelken?

cita de Elena MoyaInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Yo solo me echo miel en el té

yo solo me echo miel en el té
ella se sienta tranquilamente en la silla y me mira
se extraña de que mi mano no tiemble

es tan temprano que
en sus ojos cabe el sol
sólo para acomodarse una vez más
luego sale del mar

ella ya no está sentada en la silla pero me mira
tiene las manos frías y la pared
entre nosotros se ha vuelto transparente

poema de Călin Hera en Yo solo me echo miel en el té (Îmi pun singur miere în ceai) (2010), traducido por Mihaela BazavanInformarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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Oscar Wilde

Me gusta contemplar a los hombres geniales y escuchar a las mujeres hermosas.

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Soneto de Fidelidad

De todo, a mi amor estaré atento
Antes, con tal celo, y siempre y tanto
Que, aún enfrentando el mayor encanto
Más ha de encantarse mi pensamiento.

Quiero vivirlo en cada vano momento
Y en su honor esparcir mi canto
Y reír mi risa y derramar mi llanto
Con su pesar, con su contento.

Y así, cuanto más tarde me procure
Quién sabe la muerte, angustia de quien vive,
Quién sabe la soledad, fin de quien ama,

Pueda decirme del amor (que tuve):
Que no sea inmortal, puesto que es llama,
Pero sí infinito, por cuanto dure.

poema de Vinícius de Moraes (1960)Informarnos sobre un problema/apéndiceCitas similares
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