Marineros borrachos, burreros empedernidos, funcionarios desclasados del servicio diplomático, mujeres que ofrecían y homosexuales que pedían, además de esos jovenzuelos que entregaban por las mesas tarjetas rosadas y amarillas que ofrecían paraísos en rojo... Y siempre, como ruido de fondo, alguna melodía producida a martillazos por un pianista, el único sobrio.
Eugene O'Neill en Llega el hombre de hielo (1939)
Añadido por Dan Costinaş
¡Comentar! | ¡Votar! | ¡Copia!