Los rivales polÃticos le sacaron a Santa Catalina todos los dientes y ella se convirtió en santa. Sin embargo, en vista de que actualmente la iglesia no se interesa por mártires de su calibre, no le quedará otro remedio que ir a consultar a un sacamuelas para que en el hueco le coloque otro diente postizo.
Jaroslav Hasek en Pequeños cuentos de gran maestro
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Citas similares
La caridad me dio la clave de mi vocación. Comprendà que la Iglesia tenÃa un cuerpo, compuesto por diferentes miembros; el más necesario, el más noble de todos no podÃa faltarle; comprendà que la Iglesia tenÃa un corazón, y que este corazón estaba ardiendo de amor. Comprendà que sólo el amor hace obrar a los miembros de la Iglesia, que si el amor se apagase, los apóstoles no predicarÃan el Evangelio, los mártires rehusarÃan derramar su sangre. ¡Comprendà que el amor enciera todas las vocaciones, que el amor lo es todo, que abarca todos los tiempos y lugares. En una palabra, que ¡es eterno! Entonces en un exceso de alegrÃa delirante, me dije: ¡Oh, Jesús, Amor mÃo… he encontrado por fin mi vocación, y mi vocación es el amor!
Santa Teresa de Lisieux en Historia de un Alma (1895)
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El hombre primitivo, inerme, expuesto y desnudo, tuvo bastante astucia para dominar a todos sus rivales naturales. Pero ahora, por fin, habÃa creado un ser cuya presencia provocarÃa una y otra vez el terror en su alma: el «enemigo humano», su otro yo y contrapartida, poseÃdo por otro dios, congregado en otra ciudad, capaz de atacarlo como Ur fue atacada, sin provocación.
Lewis Mumford en La ciudad en la historia (1966)
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El ritmo de la vida
Yo camino en el ritmo entretenido de la música.
Yo vivo en el ritmo vibrante de la ciudad.
Yo me muevo en el ritmo misterioso de la vida.
Pero tu ritmo no es el mÃo,
y ni siquiera es el de ella,
aunque quizá nos sincronicemos algunas veces...
Yo respiro en el ritmo apasionado de la danza.
Yo pienso en el ritmo vivo de sus pasos.
Yo veo el ritmo de la vida de quienes me rodean.
Distinto al mÃo, en el tono y en el sonido,
y sin embargo, me sincronizo con el ritmo sin interrupción de los dÃas
que se suceden uno tras otro.
Nosotros luchamos en el impresionante vórtice de la vida.
Nosotros vibramos por cada segundo ganado.
Nosotros corremos detrás de un espejismo del desierto
que hemos elegido como realidad ideal.
Pero mi espejismo no es el mismo que el tuyo, o el suyo,
y siempre afecta a uno o a otro, pero nunca a todos.
poema de Cornelia Păun Heinzel en Estepona viva: Narrativa-poesÃa (18 marzo 2014), traducido por Alfredo Cernuda
Añadido por Cornelia Păun Heinzel
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Sin embargo, cuando las investigaciones de Pasteur han demostrado que la propiedad séptica de la atmósfera no radica en el oxÃgeno, o cualquier otro constituyente gaseoso, sino en los organismos diminutos suspendidos en ella, que deben su energÃa a su vitalidad, se me ocurrió que la descomposición de la parte lesionada puede ser evitada, sin excluir el aire, mediante la aplicación como vendaje de un poco de material capaz de destruir la vida de las partÃculas flotantes.
cita de Joseph Lister
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En Argentina, los que no son judÃos, y hablo de los hombres, no practican. Ni siquiera van a la iglesia los domingos. El meollo del asunto está en las señoras. Ellas sà van a la iglesia y se confiesan con el sacerdote. Y cuando el marido de la dama no está en casa, entonces hay vÃa libre con ella. Pero no dura mucho; a los treinta la dama ya no vale para nada. Todo eso se debe al clima. Además, prácticamente todos los hombres tienen una amante allÃ.
Isaac Bashevis Singer en Escoria (1991)
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Me doy cuenta lo poco que me interesa la gente, y sin embargo, tengo amigos, mujeres, mi pequeña historia de hombre.
Gonzalo Arango en Un girasol para mi muerte (1965)
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Estamos en un siglo de inventos. Ahora no hay que tomarse ya el trabajo de subir los peldaños de una escalera: en las casas de los ricos, un ascensor la suple ventajosamente. Yo quisiera también encontrar un ascensor para elevarme hasta Jesús, pues soy demasiada pequeña para subir la dura escalera de la perfección.
cita de Santa Teresa de Lisieux
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La astrologÃa es una ciencia que tienen por golosina los cobardes, sin otro fundamento que el crédito de los supersticiosos. Es un falso testimonio que los hombres mal ocupados levantan a las estrellas.
cita de Francisco de Quevedo
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En la mayorÃa de los paÃses no interesa educar al pueblo, porque cuando aprende a leer se interesa por los problemas y pide cuentas; los analfabetos no dicen nada.
cita de Plácido Domingo
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¡Sin él, la Navidad no existirÃa!
Hombre, parte un pedazo pequeño de pan de tu trozo de pan,
compártelo con los que se han perdido o están lejos de casa.
Es hora de que la humanidad se dé cuenta de que Jesucristo
no es nuestro amo ni nuestro siervo,
Es nuestra conciencia.
Cristo es nuestro corazón.
Sin él,
¡La Navidad no existirÃa y no tendrÃa ninguna razón para existir!
¡Esta es la Santa Navidad!
poema de Camelia Oprița en El lápiz dorado (25 diciembre 2005), traducido por Camelia Opriţa
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No hay texto más osado que la Santa Escritura. Diez Mandamientos para da igual que contexto.
aforismo de Hasier Agirre
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El zapato que le ajusta a un hombre le aprieta a otro; no hay receta para la vida que funcione en todos los casos.
cita de Carl Gustav Jung
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La más dura de las batallas es seguir siendo tú mismo en un mundo que intenta por todos los medios que seas otro.
cita de E.E. Cummings
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El hombre nace sin dientes, sin cabello y sin ilusiones. Y muere lo mismo: sin dientes, sin cabellos y sin ilusiones.
cita de Alejandro Dumas
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Quiero vivir y morir en el ejército de los humildes, uniendo mis oraciones a las suyas, con la santa libertad del obediente.
cita de Miguel de Unamuno
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Pasé hasta una semana sin quitarme el mameluco de mecánico ni de dÃa ni de noche, sin bañarme, sin afeitarme, sin cepillarme los dientes, porque el amor me enseñó demasiado tarde que uno se arregla para alguien, se viste y se perfuma para alguien, y yo nunca habÃa tenido para quién.
Gabriel GarcÃa Márquez en Memorias de mis putas tristes (2004)
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Sin embargo, el temor acompaña a lo desconocido. El temor les llegó como una droga, aunque no procedente del botiquÃn de ella caminaron con calma sin nada que decirse por los pasillos de los juzgados, Harald dejó pasar a Claudia con la cortesÃa de un desconocido cuando encontraron la puerta, entraron y avanzaron de lado torpemente para sentarse en los bancos. Incluso el olor del lugar era como el de un paÃs extranjero al que hubieran sido deportados. El olor a barreras de madera pulidas y suelo encerado.
Nadine Gordimer en Un arma en casa (1998)
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***
me recuerdo pasando
domingos contigo tirados en la cama,
tratando de desentrañar todos
los secretos de nuestros cuerpos, por goce,
ahora, todos los domingos vamos a la iglesia
poema de Abigail Greene en Perlas de Fuego (Fire Pearls: Short Masterpieces of the Human Heart) (2006), traducido por Dan CostinaÅŸ
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Poema de la soledad
SÃ, tu niñez ya fábula de fuentes.
El tren y la mujer que llena el cielo,
tu soledad esquiva en los hoteles
y tu máscara pura de otro signo.
Es la niñez del mar y tu silencio
donde los sabios vidrios se quebraban,
es tu yerta ignorancia donde estuvo
mi torso limitado por el fuego.
Norma de amor te di, hombre de Apolo,
llanto con ruiseñor enajenado,
pero, pasto de ruina, te afilabas
para los breves sueños indecisos.
Pensamiento de enfrente, luz de ayer,
Ãndices y señales del acaso.
Tu cintura de arena sin sosiego
atiende sólo rastros que no escalan,
pero yo he de buscar por los rincones
tu alma tibia sin ti que no te entiende,
con el dolor de Apolo detenido
con que he roto la máscara que llevas.
AllÃ, león, allÃ, furia del cielo,
te dejaré pacer en mis mejillas;
allÃ, caballo azul de mi locura,
pulso de nebulosa y minutero,
he de buscar las piedras de alacranes
y los vestidos de tu madre niña,
llanto de media noche y paño roto
que quitó luna de la sien del muerto.
SÃ, tu niñez ya fábula de fuentes.
Alma extraña de mi hueco de venas,
te he de buscar pequeña y sin raÃces,
¡Amor de siempre, amor, amor de nunca!
¡Oh, sÃ! Yo quiero. ¡Amor, amor! Dejadme.
No me tapen la boca los que buscan
espigas de Saturno por la nieve
o castran animales por un cielo,
clÃnica y selva de la anatomÃa.
Amor, amor, amor. Niñez del mar.
Tu alma tibia sin ti que no te entiende.
Amor, amor, un vuelo de la corza
por el pecho sin fin de la blancura.
Y tu niñez, amor, y tu niñez.
El tren y la mujer que llena el cielo,
Ni tú, ni yo, ni el aire, ni las hojas.
SÃ, tu niñez ya fábula de fuentes.
poema de Federico GarcÃa Lorca
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Si cierras la puerta a todos los errores, también la verdad se quedará fuera.
cita de Rabindranath Tagore
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