Los dos Besos
Volaron aquellas horas
En que la mente delira:
Sin cuerdas está mi lira
Y sin fuego el corazón.
poema de José Hernández
Añadido por Dan Costinaş
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1 Dan Costinas dijo el 9 junio 2012: |
(*) Volaron aquellas horas En que la mente delira: Sin cuerdas está mi lira Y sin fuego el corazón. Y pues que cantar no puedo Tus encantos y embelesos, A una historia de dos besos Presta, niña, tu atención. En los inmensos espacios Dos besos que iban errantes, Vagos, perdidos, flotantes, Se llegaron á encontrar. Y al tocarse levemente, Yerto el uno y maldecido, Tembló el otro, como herido Por aquel roce fatal. Y entre el éter de las nubes, Dó el trueno tiene su cuna, Un tibio rayo de luna Los ilumina á los dos. Y el silencio interrumpiendo Que en los espacios reinaba, Un génio que allí pasaba Oyó la siguiente voz: —¿Quién eres? — ¿A donde vas Por el espacio infinito? — Tan fresco tú. — Tú marchito — ¿De donde saliste, dí? — Yo soy ternura. — Yo rábia. — Yo dulzura. — Yo dolor. — Yo soy hijo del amor. — Yo del ódio y frenesí. — Yo vierto una alma en otra alma Divinizando las dos: Soy el hábito de Dios, Soy inocencia y virtud. Y yo soy remordimiento, Infamia, oprobrio, perfidia: Soy maldición, soy envidia, Y perversa ingratitud. — Yo soy perfume suave, Soy celestial armonía, Soy placer, soy alegría, Soy esperanza que brota. — Yo soy maldición, blasfemia, Soy rencor de furias lleno, Soy para el alma, veneno Que destila gota á gota. — Yo soy pureza y esencia. — Yo crímen y falsedad. — Yo salvé á la humanidad. — Yo á la humanidad perdí. — Soy yo de orígen divino. — A mí el infierno me hizo. — Yo nací en el Paraíso. — Yo en Jerusalen nací. — Yo soy virtud — Yo maldad. — Yo inocencia — Yo delito. — Yo soy deleite infinito. — Yo soy infinito horror. — Digámosnos, pues, quién somos, Y así saldremos de dudas. — Yo soy el beso de Judas. — Yo el primer beso de Amor. [ pág. ] Y los dos al separarse, Para seguir su camino Por un mandato Divino Se miraron con horror. — ¡Adiós! yo busco en el mundo Odios, venganzas, agravios!.... Y yo unos cándidos lábios Que me den vida y calor. |