La luz llegaba de veintidós en veintidós horas hasta las bóvedas, colada por las telarañas, y las ramazones de mampostería, y de veintidós en veintidós horas, con la luz, la lata de gas, más orín que lata, en la que bajaban de comer a los presos de los calabozos subterráneos por medio de una cuerda podrida y llena de nudos.
Miguel Ángel Asturias en El señor Presidente (1946)
Añadido por Dan Costinaş
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