No odio la gente, pero procuro no acercarme a ella demasiado. Su empeño en hallarse siempre de acuerdo, su miedo al qué dirán, su hipocresía, su egoísmo, me aburren. Sus fiestas son intolerables.
Eduardo Zamacois en Un hombre que se va... (1964)
Añadido por Dan Costinaş
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