Era un consuelo insuficiente, pero la pena de Stefan fue apaciguada por la gentileza de la gente. Se inclinó sobre el niño y lo besó en la frente. No habÃa tiempo para nada más y si querÃa llegar a diferentes lugares a bordo de la embarcación, debÃa darse prisa.
Deborah Alcock en El Zar
Añadido por Dan Costinaş
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