imprenta
El rostro se ocultaba tras una barba marrón clara; un rostro demasiado peludo, inconveniente en opinión de todo el mundo. Durante el invierno, cuando se cubría con su ancho gabán gris, la minúscula cabeza tapada con un gorro de tela quedaba escondida en la solapa de astracán ordinario; en verano, ocasión en que usaba un liviano traje a cuadros u otro de hilo, aun más liviano, esa cabeza daba la impresión de bambolearse sobre una débil ramita.
Jan Neruda en El doctor misántropo
Añadido por Dan Costinaş
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Entonces
Entonces no hubo hombres ni mujeres
Sino la carne sola,
Sombras enfurecidas luchando en las paredes
Que de a ratos liberan un quejido
A través de la cal y de la piedra
Y sudan como madera de pino
Algo que parece pero no es sangre.
Con cada nueva gota
Deja el muro una sombra.
Todo se calma
Hasta que otra se alista,
Lucha e imprime su marca de sangre en la pared.
Y eso es todo, la sangre lo es.
De haber mujeres habrían llorado
La pobre sangre indeseada, sin dueño,Blanca como una frase que se olvida.
El muro está embrujado
Por mudas maternales presencias que al gemir
Agitan y estremecen la pared y las sombras
Como si la violencia de la muerte fuera a morir.
poema de Edwin Muir, traducido por Javier Foguet
Añadido por Dan Costinaş
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Sobre Shakespeare
¿Para qué necesita, mi Shakespeare, para sus venerados huesos,
la labor de una era en amontonadas piedras,
o que sus consagradas reliquias deban ser ocultadas
debajo de una pirámide que apunta a las estrellas?
Querido hijo de la memoria, gran heredero de la fama,
¿Para qué necesitas tú tan débil testimonio de tu nombre?
Tú, en nuestra admiración y asombro
has construido por ti mismo un monumento perdurable.
Pues mientras que para vergüenza del arte de logros lentos,
tus libres cadencias fluyen, y cada corazón
ha de las hojas de tu invaluado libro
aquellas líneas délficas tomado con profunda impresión,
tú, despojando nuestra imaginación de sí misma,
nos vuelves mármol con demasiado cavilar;
y así yaces sepultado en tal pompa
que reyes por semejante tumba querrían morir.
poema de John Milton (1630), traducido por María Inés Martínez Asla
Añadido por Dan Costinaş
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